Niebla

El beso y la desaparición de José.

José y yo fuimos a una casa abandonada para charlar. La casa era oscura y estaba llena de residuos y cajas sucias. Nos sentamos cada uno en una caja para charlar de frente. José comenzó a hablar:

-Estos meses hemos estado juntos un montón de veces, por lo que me parece que sería mejor hablar de un tema.- comenzó.

-¿Qué?-pregunté.

-Vos sos una oxighe y yo un hombre lobo, por lo que deberíamos odiarnos, pero todos estos momentos han sido… inexplicables.-suspiró.- No soy muy bueno hablando de temas serios, pero… necesito que comprendas que no siempre voy a estar a tu lado ni como amigo ni como novio ni nada, o por lo menos sería peligroso…

-¿Por qué sería peligroso?-lo interrumpí.

José me miró fijamente a los ojos. Me extendió un paquete envuelto con papel de regalo que tenía en las manos desde hacía ya un rato.

-Este es un regalo para ti. Es de las fotos que nos sacamos juntos, para que me recuerdes…- dijo José mientras dejaba el regalo en mis manos.

Lo abrí. Era un portarretratos con fotos de nosotros dos en el aeropuerto de Madrid, de nosotros con los amigos de José, de José y yo frente al Big Ben el primer día que estuvimos en Londres, de nosotros abrazados, etc. Todas fotos muy lindas que me hacían recordar lo que sentía por José. Miré a José. Debía hacerlo, debía dar el primer paso. Acerqué mi cabeza a la suya hasta que nuestros labios se juntaron. Cerré los ojos y decidí recordar ese momento para toda mi vida. José no se movió; sólo se quedó ahí, con sus labios pegados a los míos. Me alejé de él y le iba a dar las gracias por el regalo, pero descubrí que ya no estaba más.

-¡José!-grité, levantándome, para buscarlo.- ¡José!

Y ya no estaba ahí. Había desaparecido. Lo busqué por toda la casa y nada, por todos los rincones y nada. Salí corriendo a buscarlo y nada. Las lágrimas salían de mis ojos como si se tratara de una cascada. Lo había echado todo a perder.