Una decisión

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Debía besar a José. Era la única manera de saber si sentía lo mismo por mí; ¿acaso era tan difícil dar el primer paso? No. No era difícil. Necesitaba reflexión, algunos consejos por parte de Celeste, quizás una siesta y buen aliento en la boca. ¡No debía ser perfecto tampoco! Sólo lindo. Sólo lindo. Pensar en cosas lindas me calmaría. José me acaba de pedir para hablar a solas fuera del hotel. ¡Qué emocionante! Micaela me mira con cara rara. Se trama algo pero prefiero no saberlo. Son las diez y terminamos de desayunar. Me estoy preparando para mi charla con José. Sé que suena raro, pero para mí es importante. Me pongo el vestido rosa corto que me compré en el aeropuerto de Madrid y unos zapatos que “compré” en una tienda de Londres. Me maquillo un poco. No es cuestión de exagerar; si no se va a dar cuenta. Me cepillo bien los dientes y me peino. Me miro al espejo. Perfecta. Para lucir como yo en general luzco, me pongo una bincha rosa que compré en Montevideo y que al principio no sabía con qué combinar. Micaela se ríe de mi imagen. En realidad era una hermana pequeña para mí, y creo que ella piensa lo mismo. Total, estoy a cargo de ella. Sería como una niñera para ella. Pero eso no importa. Lo que importa es que eran finales de octubre y necesitaba encontrar a mi hermana rápido, antes que se metiera en problemas…

 

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