IV

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Noviembre, 2018
Alemania, Castillo de los Steel

Dirk's POV

— Bluma, los franceses ya han llegado.

— Oh, adoro el francés. Solo un minuto y estoy lista.

Espero a mi hermanita pacientemente apoyado en el marco de la puerta mientras ajusto mi corbata. Mi padre nos ha hecho estar así vestidos desde por la mañana porque no sabía cuándo llegarían las manadas debido a la tormenta.

Gracias a Dios el cielo ha aminorado.

No entiendo cómo mi hermana aún tiene que terminar de arreglarse si ya son las cinco de la tarde... Yo llevo desde las doce vestido como un pingüino.

— Lista, ¿qué tal estoy?

— Al fin... Preciosa, como siempre.

— Espera - mi hermana me detiene mientras me coloca la corbata como debe ser. La verdad es que para estas cosas soy un desastre - Tú pareja podría ser una francesa y deberías estar guapo cuando la conozcas, así tendrás más oportunidades, lo idiota que eres te resta puntos.

Me mira y se ríe de mi juguetona. Yo niego con la cabeza.

Parece que después del incidente del otro día las cosas vuelven a estar bien entre ambos. No nos quedan muchas opciones, ambos somos el mayor apoyo del otro dentro de este castillo que empieza a parecerse más a una prision que a un hogar... O quizás siempre haya sido así, prefiero no pensarlo.

— No creo que una francesa pija sea mi mate, Bluma.

Aunque la esperanza es lo último que se pierde...

— Si las francesas te parecen pijas espera a ver a las inglesas. Aunque he de decir que tienen mucha clase, siempre son tan correctas...

— Como cualquiera en este tipo de reuniones. Tampoco nosotros somos tan agradables como vamos a hacer ver esta noche.

Le guiño un ojo y ella ríe con mi broma. Ha entendido perfectamente que me refiero a papá.

— Bajemos ya, con ese desastre de pelo no se puede hacer nada.

Niego con la cabeza y la sigo cogiéndola del hombro. No quiero que ningún idiota la sobe más de la cuenta.

Cuando llegamos al hall del castillo donde están recibiendo a la gente, no puedo evitar olfatear con ahínco por si entre las presentes se encontrara mi mate, pero una vez más mi compañera no se encuentra a mi alrededor. Maldita sea.

Aguanto el tirón como puedo y en cuanto tengo oportunidad le digo a mi padre que necesito salir. La bestia está cabreada. Él entiende a la primera y asiente con la cabeza.

Me cuelo en la sala de los guardias y me desvisto para salir al exterior del castillo transformándome en el lobo que soy. Veo como un avión aterriza en el helipuerto del castillo. Esta manada parece algo más pequeña que la anterior. Me olvido de ello y salgo a correr al bosque.

Corro y corro durante horas, hasta que siento arder mis músculos y mi lobo está exhausto. Debe empezar a entender que hacerse ilusiones solo hace esto más doloroso para ambos...

LA DOMA DEL ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora