XXIII

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Dirk's POV

Cuando me desperté en mi habitación completamente desorientado no me esperaba que la primera mirada que me recibiera de vuelta del castigo de Morfeo fuera la de mi madre. Habría preferido perderme una vez más en los preciosos ojos de Zoe, así que la busqué instintivamente por el resto de la habitación, pero no había nadie más allí.

— No está aquí, hijo. No ha querido esperar a que te despertaras.

— ¿Dónde está? Dime que no se ha ido.

— Lleva desde que te desmayaste viviendo en la cabaña del Jardín de Invierno. No ha querido contarnos qué pasó, así que para no empeorar las cosas dejamos que se retirara allí.

Frunzo el ceño. Me ha abandonado cuando más la necesitaba...

Sé que le he hecho daño porque yo mismo lo sentí. Sentí en mis propias carnes cómo la decepción, la tristeza y la desesperación se apoderaban de cada fibra de mi cuerpo tal como le sucedió a ella. Sin embargo, no me esperaba que no se preocupara por mí en todo este tiempo. Y tampoco lo entiendo. Por mucho daño que Zoe pueda hacerme, no puedo separarme de ella.

Ella. Mi vida. La razón por la que respiro. Todo mi mundo gira ahora entorno a ella. No puede abandonarme así.

Me incorporo de inmediato y busco algo digno que ponerme en el armario. Me pongo un chándal que tengo a mano y me estoy calzando cuando mi madre me frena por el hombro.

— ¿Dónde te crees que vas? No puedes hacer esfuerzos.

— Ir allí no es ningún esfuerzo, mamá. Necesito verla y hablar con ella.

— Hijo, ¿quieres decirme que ha pasado? Llevas dos días aquí encerrado.

Vaya... Dos días. Dos días y Zoe no ha venido a verme. Por un segundo me vuelve a entrar el pánico de perderla y un dolor sordo vuelve a aparecer en mi cabeza. Intento apartar todos los pensamientos negativos de mi mente, ya pensaré qué hago después con eso. Ahora solo necesito verla y sentirla cerca de mí. Esta lejanía me está matando.

— No lo sé, mamá - digo mientras me lavo la cara - Déjame ir a aclarar las cosas con ella. Sé que le he hecho daño, pero no se cómo.

— Esa muchacha no te conviene nada, hijo - escucho mientras me lavo los dientes - No sé cómo alguien tan dispar con tu personalidad puede ser tu compañera... Nos va a traer problemas a todos.

— Quizás es por eso que es mi compañera, mamá.

Deposito un beso en la cabeza de mi madre y salgo disparado de mi habitación sin siquiera afeitarme o peinarme. Qué coño, si ni si quiera me he duchado... Si me viera mi padre de estas trazas, jamás me dejaría salir del castillo. Aunque por mucho que me dijera ahora saldría igual, no me importaría recibir cualquier tipo de castigo.

No me transformo en lobo para llegar más rápido porque sé que eso molestaría más a Zoe, ya que llegaría allí tal como Dios me trajo al mundo, y dudo que quiera verme así en estos momentos...

Siento la ansiedad crecer en mi interior a medida que me acerco a la casa. Intento no sentirme así, pero me es imposible. Supongo que no me sorprende ver que la puerta de la entrada está abierta cuando llego a mi destino. Sin duda Zoe sentía mis nervios por todo su cuerpo de la misma manera en que yo pude sentir el dolor y la rabia correr por su sistema circulatorio.



Zoe's POV

Cuando Dirk Steel atraviesa la puerta de la cabaña, encuentro un hombre en un estado mucho peor del que me esperaba. Está más delgado aunque sólo hayan pasado dos días, tiene ojeras y una barba de varios días, mucho más larga que la barba recortada a la que me tiene acostumbrada. Además, su postura y su gesto desencajado denotan que el hombre que tengo delante de mí no se encuentra en su elemento.

LA DOMA DEL ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora