V

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Zoe's POV

— Mía...

Mi loba está descontrolada. No me puedo creer que hayamos encontrado a nuestro mate tan pronto... Hay personas que se pasan siglos buscando a su compañero de vida, y yo con diecinueve años ya le he encontrado. Y el tío está como un tren. Gracias Diosa Luna, eres una crack.

Espero que no sea un gilipollas redomado...

Suelto un pequeño gemido involuntario cuando oigo su voz ronca reclamarme como suya, y mi loba me ruega que le deje hacer cuando noto sus colmillos crecer contra mi garganta. Gracias a Dios mi lado humano vence la batalla de la cordura y decide apartar al sujeto de un empujón.

Es innegable que la atracción que siento hacia él me pide dejarle marcarme, pero que me pida permiso por lo menos, que ya no estamos en la jodida prehistoria. ¿Qué coño se ha creído este tío?

— No sé si te das cuenta que estamos en el siglo veintiuno, guapo. Así que antes de marcarme, pide permiso. No soy tuya hasta que yo no lo decida.

Me duele incluso decir esto, porque ahora que he olido su aroma me explico por qué me parecía tan agradable el olor dentro del castillo. Ahora que su piel ha rozado la mía comprendo por qué por muchas veces que me corriera con Henry nunca me sentía plena y satisfecha al cien por cien. Ahora que he escuchado su voz quiero que sea el sonido que me despierte cada mañana. Ahora que su aliento ha rozado mi cuello necesito que no se aleje nunca más de mí...

— ¡Eres mía! Lo quieras o no.

Su voz es fuerte, varonil y segura. Sin duda es un hombre acostumbrado a dar órdenes. Lo que no sé es si está acostumbrado a que le obedezcan, pero conmigo y ese tono creo que las cosas van a cambiar bastante.

Mi padre intenta interponerse entre los dos pero no se lo permito. Me acerco a mi mate, del cual aún ni si quiera conozco su nombre y le agarro de la corbata medio desabrochada que lleva. Intento parecer calmada pero siento que en cualquier momento mi loba va a salir a la superficie. Pero el tacto de la tela que cubre a este extraño contra mi cuerpo me calma soberanamente, incluso acallando a mi loba.

— Mira chico, no se quién eres ni quién te crees que eres. Puede que seamos mates, pero la decisión de unirnos en cuerpo y alma no es tuya, sino de los dos. ¿Entiendes?

Se lo digo mientras le aprieto fuerte la corbata dejandolo casi sin respiración, sin romper el contacto visual entre los dos. Veo sus ojos negros como el carbón mientras capto su respiración entrecortada. Él aparta mis manos de su pecho y mi loba gruñe fuerte ante su desprecio. Está dolida y enfadada.

No me había dado cuenta de la cantidad de gente que nos rodea, pero parece habérseles cortado la respiración. La mitad son soldados y los demás gente de mi manada que se dirigía al hall como nosotros.

Entonces una joven que no conozco enfundada en un vestido plateado precioso se acerca a mi mate y le toca el brazo para tranquilizarle.

Mi loba la recrimina con un gruñido desde lo mas profundo de mi ser y la miro desafiándola. Ella me ignora y mira a mi compañero, que ahora me mira con superioridad mientras quita su vista de mí para ponerla sobre la mujer que no para de sobarle el antebrazo.

Mi loba no aguanta más la cercanía de esa mujer contra mi hombre y lucha para salir. Lucha hasta el punto en que no voy a poder impedírselo. Mis ojos pasan de rojo pasión, a blanco plateado, el color de los ojos de mi loba.

— ¡No le toques zorra! ¡Es mío!

Chillo a la mujer mientras la aparto de un empujón, y mi loba gruñe dándome apoyo. Si por ella fuera ya le habría dado una lección a esta tipa. Mis dientes están afilados y respiro entrecortadamente.

LA DOMA DEL ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora