IX

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Zoe's POV

Cuando bajo al desayuno cada mujer y hombre que me encuentro por los pasillos me observa con envidia, indignación e incluso en algunos casos admiración. Esto último principalmente por parte de los integrantes de manadas liberales, sobre todo por mujeres. Y les devuelvo una sonrisa, porque adoro la sensación de empoderar a otra mujer, o de sentirme empoderada de vuelta por una de ellas. Ha legado nuestro momento, y debemos estar más unidas que nunca. Aunque el proceso vaya a ser lento y doloroso.

Estoy deseando ver la cara de panoli que se le queda a mi futuro suegro cuando me vea con el "vestido" que he escogido. Es corto y sexy, demasiado corto incluso para mí, que no tengo problema en enseñar ninguna parte de mi cuerpo. Desde luego no es lo que dicta la etiqueta de un bruch, pero es más que un conjunto. Es mi declaración de intenciones; y no importa lo corto que sea, porque es un mono de pantalón, así que en ningún momento se me ve mas de la cuenta. Aún así, seguro que los estándares alemanes de lo que se considera vestimenta adecuada para una futura princesa desaprueban cada centímetro del diseño. Y nada puede hacerme más feliz.

Sólo espero que Dirk no se enfade tanto como lo hará su padre. El recuerdo de nuestra primera noche es demasiado especial para estropearlo por algo así...

Una sonrisa se dibuja en mi rostro al recodar lo dulce que se mantuvo anoche mi mate, incluso teniéndome en su cama fue un caballero tras tantos años de espera...

Es entonces cuando me doy de bruces con una espalda fornida que me es demasiado conocida...

— Zoe, ¿estás bien?

— Por Dios Henry, siempre en medio. Claro que sí. ¿Bajas al brunch?

— Me dirigía hacia allí, vamos. ¿Qué tal anoche? Espero no haberte dado muchos problemas...

— No, tranquilo. Sólo los justos.

Ambos sonreímos de manera sincera mientras nos acercamos al hall que conduce al vestíbulo donde se celebra el brunch.

— Bueno, dime, ¿es como cuentan?

Henry me mira con una tristeza que también queda latente en sus palabras al ser pronunciadas. Siento lástima por el, y le acaricio el brazo para consolarle. Sé que su momento llegará, pero siento pena de que tenga que esperar a vivir lo que se siente, es demasiado real para esperar por ello. Además es injusto, el siempre le dio mucha importancia a encontrar a su mujer, mientras que yo no pensaba si quiera en el tema...

— Es mejor Henry, y cuando encuentres a tu chica será increíble. Sólo ten paciencia.

Le sonrío de manera sincera y aparto mi mano de su brazo antes de acceder al vestíbulo. No quiero que Dirk se cabree conmigo por repetir comportamientos que sé que no le gustarán. A mi tampoco me gustarían. Y menos sin habernos marcado como pareja de vida.

Cuando entramos al comedor todas las miradas se desvían hacia nosotros. Ambos. Adolph Steel no puede evitar una mueca de asco a nuestro comportamiento, y veo que un rastro de rabia atraviesa el rostro de su hijo antes de venir hacia nosotros, mientras el resto del comedor no desvía la atención en ningun momento. Veo por el rabillo del ojo que mis padres y los reyes de Inglaterra y Francia también nos miran preocupados.

— ¿Por qué siempre estás demasiado cerca de mi mujer?

Dirk me acerca a su cuerpo cogiéndome de la cintura en un gesto posesivo que no pasa desapercivido para ninguno de los presentes, mientras me besa la coronilla. Ahí está su confirmación de que efectivamente somos mates.

— Dirk, este es mi amigo Henry. Anoche no pude presentaros como es debido.

Henry le extiende la mano de manera amistosa, y yo me aprieto mas contra mi mate para que se relaje y sea capaz de saludar a otro macho sin necesidad de asesinarlo con la mirada. O asesinarlo, a secas.

LA DOMA DEL ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora