XXXVI

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Dirk's POV

Cuando accedemos al salón que acoge fiestas, reuniones, y todo tipo de celebraciones en la manada de Zoe no me puedo creer lo que ven mis ojos. Un halo de luz cálida me nubla la visión durante unos segundos, pero cuando me acostumbro a la tenue iluminación ambiental puedo apreciar la exclusividad de este momento. Un montón de lucecitas cuelgan del techo formando una maraña como si todas las estrellas del universo se hubieran aglomerado bajo un mismo techo para formar un ambiente acogedor.

Todo el suelo está despejado, y en lugar de mesas o sillas hay un montón de velas que conforman un pasillo hacia el centro de la estancia, donde hay una agrupación de cojines alrededor de lo que parece ser un colchón cubierto con mantas. Al lado de la zona de descanso yacen dos copas y una botella de vino o champán dentro de un enfriador. Una música tenue que no consigo descifrar se cuela en mis oídos y consigue un ambiente incluso más romántico si es posible.

Me quedo de piedra. Camino como un autómata hacia el centro gracias al empujón de Zoe, que ansiosa, quiere que lleguemos allí cuanto antes. Yo no tengo palabras que describan la ilusión de vivir un momento así con una mujer tan increíble como ella.

No sé cómo consigue darme siempre lo que necesito, aunque yo no sea consciente de esa necesidad. Me he pasado tantos años solo, vagando por un castillo en que no había más que gente dispuesta a complacerme sin tener ni idea de que en realidad no necesitaba nada de eso. Sólo necesitaba algo normal. Convencional. Una simple cita. Pero claro, con ella...

Nada de esto tendría sentido si fuera cualquier otra mujer quien me arrastrara a una locura así, pero con Zoe todo cobra sentido: el amor, el romanticismo, las locuras, los enfados, la lucha contra mi padre... Ella ha bajado las estrellas a esta sala esta noche para hacerlas cómplices de nuestro amor, pero yo podría bajarle la luna si fuera necesario con tal de verla sonreir como lo está haciendo ahora mismo.

Mi novia me ha pedido una cita y ha preparado la más romántica y perfecta que se podría pedir. ¿Qué he hecho yo para merecer tanta felicidad en esta vida? Nada. Y por eso pienso luchar mañana. Por seguir disfrutando de la oportunidad de vivir este sueño que no merezco. Por merecer un poco a la increíble mujer con la que me ha emparejado la diosa Luna.

Ni si quiera soy consciente de en qué momento Zoe ha conseguido sentarme en el colchón y servirnos una copa que ella ya ha empezado a degustar mientras yo la miro como un pasmarote. Creo que está tan sorprendida de mi reacción que no ha interrumpido mi ensimismamiento por eso. Cuando logro volver a la consciencia, decido tomar las riendas de la situación.

Dejo mi copa a un lado y le quito a Zoe la suya sin reparo ninguno. Ella me mira y se lame el labio, a sabiendas de qué es exactamente lo que va a ocurrir. Y es que está claro. La atmósfera ha cambiado por completo en cuestión de segundos. El olor a testosterona baila en el ambiente como mis emociones por ella al ver que no sólo es capaz de decirme sus sentimientos, sino que también los demuestra en cada acto.

Sin más preámbulos ni rastro de duda en mis intenciones, agarro con fuerza el vestido que envuelve a la perfección cada curva de mi chica y lo rasgo sin remordimientos. Por muy bien que le quede, no hace justicia a su cuerpo. Nada podría hacerle justicia a una mujer como ella.

Zoe se muerde el labio y sonríe, feliz de verme perder el control como nunca antes lo ha hecho.

La atraigo hacia mí y la beso con hambre. Con necesidad. Responde de inmediato a mi demanda y eso consigue encenderme más todavía si es que tal cosa era posible. Aunque la erección que pretende esconderse bajo mis pantalones parece no dar opción a mucho más...

Consigo deshacerme de los trozos de tela que seguían pegados al cuerpo de Zoe a duras penas entre sonidos guturales de ambos y procedo a quitarle el sujetador. Me aparto cuando consigo desabrocharlo para disfrutar de la caída del sostén y para poder apreciar con devoción la vista que me regala el torso de Zoe. Tiene los pezones erectos, y los ataco sin piedad mientras escucho cómo se va encendiendo a cada segundo que pasa, a cada caricia que le dedico... Beso, chupo, lamo, succiono y vuelvo a empezar mientras ella disfruta del contacto.

LA DOMA DEL ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora