XXXIII

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Johann's POV

—Vaya... —comento levemente sorprendido—. Sabía que sería una fiera, pero...

—No es el momento —me corta Dirk con la preocupación brillando en sus ojos.

—Iré a hablar con ella... —interviene el tal Henry en la conversación sin venir a cuento.

Dirk lo mira y sé que con ese simple gesto es suficiente para que todos los que nos encontramos en casa de los Silk entendamos que, si al rubio se le ocurre salir detrás de Zoe, ambos van a tener más que palabras. Y una vez más, es Alan quien calma las aguas con su apacible tono de voz.

—Nadie va a hablar con ella ahora, no es el momento. Y en caso de que fuera alguien sería Dirk, Henry. Será mejor que sigamos con los planes establecidos. Yo procuraré enterarme de quiénes pueden seguir a Zoe en su locura para explicarles la situación y prevenir que cometan un error. Dirk, ¿puedes seguir adelante?

—Sí, claro —responde escueto.

Me mira demandando que lo saque de esta casa, y lo hago inmediatamente. Siempre estaré ahí para salvarle las espaldas a mi amigo.

—Pues vamos —intervengo—. Hay mucha gente que lleva tiempo queriendo hablar contigo, amigo.

Salimos por la puerta de casa de los padres de Zoe y él me hace indicaciones con la cabeza para que le siga. Hago caso sin rechistar y me conduce a una zona muy frondosa del bosque con un camino muy sinuoso y lleno de malas hierbas.

—Aquí suelo venir cuando me enfado con Zoe —dice llegando a un pequeño claro rodeado de árboles altos y maleza—. Como podrás suponer, es bastante a menudo.

—Es bastante íntimo. Pero creo que estar aquí no alivia tus preocupaciones.

—No, no lo hace... Pero me lleva el suficiente tiempo venir hasta aquí y volver para calmarme.

—¿Qué esperabas? Porque yo no esperaba menos de tu mujer, Dirk.

—Ya lo sé, Jo. Pero es muy difícil la convivencia con ella. No la cambiaría en ningún sentido, porque es perfecta tal cual es... Pero eso también me trae muchos comederos de cabeza.

—Me imagino, amigo. ¿Qué vas a hacer ahora?

—Ahora... Ahora necesito tu ayuda, y es importante que consigas lo que te voy a pedir.

—¿Quieres que la convenza para que cumpla con tu plan?

Dirk asiente serio. Después de la discusión con Zoe, su ceño fruncido y sus hombros hundidos hacen que parezca más viejo de lo que realmente es... Recuerdo esa sensación perfectamente. La de estar rendido a merced de los sentimientos de otra persona. Y haría cualquier cosa para aliviar el dolor por el que sé que mi amigo está pasando.

—Claro que lo haré, Dirk. No te preocupes, confía en mí...

—Bien.

Y con las mismas, abandonamos el pequeño claro rodeado de frondosa vegetación, para dirigirnos a hablar con los soldados que esperan que Dirk sea su líder... Como legítimamente le corresponde.

Cuando llegamos al lugar en que mi manada (o mejor dicho, la manada de Dirk) se hospeda, todos dirigen su atención hacia nosotros cuando nos ven juntos. El futuro líder se para a saludar a viejas caras conocidas y a presentarse a tantas otras caras nuevas, con las que ni si quiera recuerda haber compartido su tiempo. Y es normal, porque muchos de nosotros han sido desterrados muy jóvenes.

Yo observo con admiración cómo Dirk se maneja a la perfección en el papel de Alfa. Y no me sorprende... Porque es él, desde hace muchos años, quien debería haber asumido el rol de cabecilla en su manada. Y aquí nos encontramos los que siempre creímos en él y en sus capacidades para ello. Sonrío. Por fin el destino de mi amigo va a cumplirse, y yo voy a estar ahí para verlo, como siempre soñamos. Desde cachorros.

LA DOMA DEL ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora