XXII

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Dirk's POV

Después de darme una ducha reconfortante, bajo a la reunión con el idiota de mi padre.

Sin duda lo menos agradable del proceso ha sido quitarme de encima el olor a Zoe que tenía en mi cuerpo, pues era el recuerdo latente de la noche que acabamos de pasar juntos. Y desde luego, lo último que me apetecía en el mundo era eso... Sin embargo, si debo hacerlo para llegar a ser alfa y dejar de acatar las órdenes de mi padre, lo haré.

No me puedo creer que por fin las cosas parecen funcionar entre mi compañera y yo. Nos entendemos cada vez mejor, cosa que no creí posible la primera vez que la vi. Y no sólo eso, congeniamos bien en todos los sentidos como pareja.

Desde luego la diferencia de opinión en todos los aspectos de la vida cotidiana sigue latente entre los dos, pero las ganas de seguir juntos pueden con ello.

La reunión con mi padre y el resto del consejo me parece la misma historia de siempre: innecesaria y anodina. No deja de ser una excusa más para pasar tiempo entre machos sin resolver posibles problemas que pueda tener la manada.

Entiendo que hace mucho tiempo nuestra manada no sufre ningún tipo de ataque y que somos muy numerosos y fuertes.... Y precisamente por eso es por lo que deberíamos estar preparados para cualquier peligro. Nuestra corte es un punto estratégico muy codiciado. Sin embargo, actúan como si nada pudiera pasarnos. Como si fuéramos intocables.

No entiendo cómo pueden pensar así. Muchas manadas ahí fuera son como la de Zoe. Con que dos más del tamaño de la suya se unieran con ganas de luchar, sería suficiente quizás no para derrotarnos, pero si para dejarnos francamente debilitados.

— Bueno, ¿cuando será entonces la ceremonia para pasarle el legado a tu hijo Adolph? - pregunta uno de los esbirros de mi querido padre.

— Aún no lo sabemos con exactitud, pero será pronto... Tengo ganas de retirarme. Os avisaremos con tiempo para preparar la votación.

Noto miradas entre algunos de ellos. Muchos tienen el favor de mi padre gracias a que se comportan como él, pero saben que conmigo no tendrán ese favor y menos con Zoe a mi lado. Debo hacer algo para ganármelos y que me acepten como Alfa o nunca podré hacer feliz a mi compañera. Y como macho, mi deber en la vida no es otro que hacerla feliz a ella.

Dejo de escuchar las conversaciones a mi alrededor cuando un nerviosismo invade mi cuerpo. No sé de donde proviene. La causa no es el temor a la falta de apoyo ante mi futuro nombramiento...

No. No es eso. Es algo más. No sé qué me pasa pero noto como un zumbido sordo se instala en mis oídos y un sudor frío empieza a empapar mi espalda. Mis manos tiemblan y se me nubla la vista.

Es Zoe. Estoy seguro. Está nerviosa hasta el punto de que mi lobo lucha por salir para seguir sintiendo a través de ella y saber exactamente donde se encuentra para poder ir y reconfortarla.

Aguanto las ganas de transformarme. No controlar a mi lobo sería demasiado contraproducente. Mi nerviosismo va en aumento hasta que llega a un punto álgido y noto como un dolor atraviesa mi pecho como mil puñales.

Es el dolor. El mayor dolor que he sentido en mi vida. Me levanto y salgo de la sala haciendo oídos sordos a las preguntas sin sentido que ni si quiera escucho. Las oigo pero no llego a procesar la información.

Es Zoe. Mi mujer. Mi luna. Mi compañera. Y está tan rota por dentro que siento que me voy a partir yo en mil pedazos.

No sé cuando he empezado a dirigirme hacia nuestra habitacion, pero noto que lo hago a cámara lenta. No noto mis extremidades. Las piernas empiezan a moverse en la dirección que el dolor marca sin que mi cerebro intervenga en ningún momento para decirles hacia dónde se tienen que dirigir.

LA DOMA DEL ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora