El reflejo en la ventana

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Está ahí todas las tardes, veo hacia la ventana de la casa de mi vecino y puedo verlo. Siempre está ahí, jugando con su perro y pateando su balón de futbol. No hay una tarde que no vea el reflejo en la ventana de mi vecino y lo vea, divirtiéndose en el parque, en los columpios, en el rodadero, bajo el tibio sol. No importa si llueve, siempre está. Cruzando el pasamanos una y otra vez, de un lado a otro.

Ese pequeño niño con jeans y camisa polo rayada, con cabellos dorados, ojos tiernos y una indeleble sonrisa de cristal. Son las cinco de la tarde y aún está ahí, se queda hasta el anochecer, corriendo bajo el amarillento atardecer. Puedo escuchar su risa, disfrutando cada segundo de su vida. Pero solo es una ilusión del pasado, nunca lo he visto frente a mí. Sólo vive en el reflejo de la ventana y su voz es un simple eco. Uno de esos ecos que corren por mi mente. Uno de esos que no puedo olvidar. 

Trinos de atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora