Caoba

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Fuiste alguien que una vez conocí y que ahora no sé en que parte de mi memoria está o si en realidad nos vimos. Cuando hablabas yo sólo escuchaba trinos de atardecer y tu mirada era un caoba amanecer. Al igual su pelo y su sonrisa se tiñen de dicho color. No deja la mesa de madera sobre la que se sienta ni la silla azul a su lado, no quiero mirar hacia otro lugar aunque lo hago por deber y aún así el resplandor alcanza a acariciar mis ojos. Hay tantas cosas que quisiera decirte, tantos poemas que quisiera regalarte, tantos recuerdos que te pedí prestados y ahora no puedo devolver. Las palabras no salían de mis labios cuando te tenía frente a mí, cada vez que por algo te impresionabas, cada vez que tenía la oportunidad de hacer una pequeña carcajada salir.

El pasado es tan incierto como el futuro, querido mío. No hay nada que puedas asegurar que haya pasado a menos que lo tengas por escrito. Nuestra mente juega malas pasadas y a veces inserta recuerdos que antes no teníamos pero que nunca pasaron. Tendemos a confundir nuestra imaginación con nuestro pasado tan a menudo como confundimos el café con el caoba. Por eso, quiero comprobar que no eres una simple ilusión. Que no sólo viviste en mi imaginación, que de verdad nos conocimos y que no me has olvidado. Por eso quisiera preguntarte si por esa habitación color caoba todavía camino yo, si mi vago recuerdo alguna vez te ha abandonado. Porque el tuyo no lo ha hecho jamás. Nunca te he dicho esto pero cada vez que me devuelvo al pasado sólo logro escuchar trinos de atardecer en nuestras conversaciones y me concentro en tu mirada de caoba amanecer. Prometo que cuando nos veamos otra vez podamos volver a hablar o volvernos a conocer en caso de que ya lo hayas olvidado. Por ahora yo sigo mi camino, a través de tus sueños dueños del color caoba.

Trinos de atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora