Deslizando su pluma sobre el papel, dibujaba su desgracia usando letras para pintar. Ignoraba las consecuencias de lo que creaba su imaginación, no se percataba del río de sangre que corría encima del papel. Crecía con cada palabra que se plasmaba en la hoja, se hacía más fuerte con cada decepción que se posaba sobre la pluma. Manchas de sangre empezaban a ensuciar dulces cartas mientras que le daban vida al dolor y le permitían adueñarse cada vez más de él. Ajeno a lo que seguía, él permanecía concentrado en las espinas de sus expresiones.
Dentro de poco, éstas saldrían del papel y se adueñarían del espacio. Crecerían hasta tener el suficiente poder para terminar con sus ilusiones y sueños, sobre todo por el joven cauce que pretendía desbordar. Luces rojas borrosas se encenderían en su mente y tratarían de advertirle que algo no estaba bien. El río ocuparía su lugar en el pergamino dorado lleno de valiosos secretos y el rojo invadiría la paz entre las líneas.
Pero entonces fue demasiado tarde porque el caudaloso río de sangre se había desbordado, inundando todo con el líquido rojo que alguna vez brindó vida. Fue victima de sus propias emociones y en la misma habitación gris que le había entregado paz, desapareció junto con sus pensamientos. Solamente dejando atrás la pluma y el papel, y un pequeño charco de sangre sobre el insípido escritorio.
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Trinos de atardecer
PoetryMe inspiro cuando la lluvia canta o los pájaros trinan, cuando las olas rugen o el viento silba. Me inspiro cuando estoy cansada de vivir la misma vida todos los días, cuando me aburre caminar bajo el mismo cielo y el mismo sol. Me aburre el ruido d...