A una cuadra

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A una cuadra ella se encontraba esperando el bus que la llevaría a casa. A una cuadra estaba él, tratando de tomar un taxi que lo transportara hasta su apartamento. Bajo el adormilado sol, los dos tenían que irse pronto y no esperaban ninguna clase de retraso para llegar a su hogar y poder descansar de la tensión del día. A una cuadra, ella buscaba el celular en su bolso de mano. A una cuadra, él miraba su reloj de muñeca para verificar sus minutos de retraso.

A una cuadra, ella golpeaba el piso con su zapato demostrando desesperación. A una cuadra, él revisaba los mensajes de su jefe. A una cuadra, ella miraba la pulsera de oro que le había dado uno de sus compañeros de la universidad. A una cuadra, él miraba la heladería a la que había ido hace algunos años con la que había sido su esposa. Con melancolía los dos invocaban el pasado.

A una cuadra, ella recibía una llamada de su madre para preguntarle porqué no llegaba. A una cuadra, él recogía su llave del piso ya que se le había caído del bolsillo. Ninguno de los dos tuvo que caminar una cuadra desde donde se encontraba. Anocheció y ambos seguían esperando impacientemente su medio de transporte. Sólo a una cuadra de verse. A una cuadra de conocerse.

Trinos de atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora