Cuadros vacíos

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Miraba atentamente los cuadros de la galería de arte. Le parecía ilógico lo que los pintores plasmaban en cada trazo. Después de todo, para ella sólo era un simple lienzo. Miraba cada nombre debajo del cuadro, imaginándose la manera de pensar de cada pintor utilizando la técnica mostrada en el retrato. No lograba entender nada, sólo veía manchas en un lienzo, manchas insignificantes. Vio entre todas las obras de arte, una muy particular y se quedó observándola fijamente...

Sintió la densa textura de la pintura sobre el lienzo. Suaves salpicaduras verdes y azules cobraban vida mientras le brindaban color al blanco vacío. Rojo y amarillo se esparcía como mermelada y mantequilla en un pan. El significado de sus pensamientos empezaba a reflejarse a medida que pintaba un descolorido universo. El naranja ocupaba su mente, que seguía concentrada en la brillante creación y sus ojos se perdían en la pureza del azul claro.

No perdió más tiempo observándolo, se le hacía tarde para su reunión familiar. Guardaba de nuevo sus pensamientos puesto que ya no los pondría en ninguna otra parte en un largo tiempo. Aunque le lanzó una última mirada antes de irse, no notó nada especial en él. Simplemente era un cuadro lleno de experiencias pero sin esperanza de que alguien lo mirara. Escasamente lograba conectarse con una manera de expresión, le parecía inútil intentarlo. Al final, lo único que notó antes de separarse de el horizonte imaginario que pintaba el pincel, fue que necesitaba unos retoques en las líneas de los bordes. Después de todo, para ella no era más que un cuadro vacío. 

Trinos de atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora