Café de Sierra Nevada

1 0 0
                                    

Se levanta esa mañana y se arregla para iniciar su día. Prepara café y revisa unos mensajes en su celular para después pasar a mirar el correo electrónico. Es ahí cuando recibe su llamada.

––¿Laura? ¿Estás ocupada? ––habla del otro lado de la línea la voz masculina que ha mantenido en el olvido.

––No... ––responde dudosa a pesar de saber que no debe perdonarle más––. ¿Por qué?

––¿Puedo verte en el Oma de la 93?

Sabe que no debe aceptar. Sin embargo, lo hace y fijan la hora de su encuentro. Piensa durante un largo rato lo que ha hecho. Decide entonces ir a escoger la ropa que usará para su cita y se olvida por completo del café. Debe haberse enfriado ya de todas formas. Detesta el café frío.

Revisa por quinta vez su teléfono en busca de algún mensaje o una llamada perdida que le indique que le importa. Algo que diga que se ha retrasado o que ya no llegará pero no hay ninguna señal. Revuelve su café recién pedido y da un sorbo, aún está caliente. Mira la entrada de la cafetería cada tanto para ver las personas que entran y salen y verificar si en algún momento llega. Le duele pensar que lo olvidó y fuerza ese pensamiento fuera de su mente de inmediato. Sigue revolviendo el café pero evita tomarlo antes de que llegue, decide esperarlo un rato más antes de irse.

Dan las seis de la tarde y una camarera se acerca para advertirle que ya van a cerrar. Se da cuenta de que su café se ha enfriado por la espera y lo deja sobre la mesa sin intenciones de probarlo de nuevo. Paga y se retira. Sale al frío clima cachaco, se ajusta la chaqueta y camina para tomar un taxi. En cuanto llega a su apartamento recibe el mensaje con la excusa de por qué él no se ha presentado en la cafetería. Ella lo ignora y se sienta en el comedor donde aún está el café que preparó esa mañana. Toca el pocillo y comprueba que sigue caliente. Sonríe y decide darle un sorbo. El dolor se hace más suave comparado con el café de Sierra Nevada que ha mantenido su temperatura, quizá el mejor que haya probado. Y no lo esperará más. Detesta el café frío.

Trinos de atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora