dos.

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Ciertamente, hoy no era su día de suerte. Primero, la pelea que tuvo con su madre hace poco y ahora, la maldita risa de Michael Clifford que solo lograba acabar con su poca paciencia.

Realmente, tuvo que controlar demasiado sus impulsos para no acabar dándole un perfecto golpe en la cara. Hoy no tenía ánimos de pelearse con nadie y mucho menos con el teñido. Sabia que la pelea sería muy reñida.

Él sabia de la existencia de Michael desde que había entrado a la secundaria y solo sabia lo que todos los demás sabían, gracias a la "fama" que había ganado estos últimos años. Casi igual a la de él. Era obvio que no habían hablado, además de las pocas palabras que acostumbraban a intercambiar, las cuales terminaban en discusiones, por lo tanto, se podía decir que no lo conocía demasiado.

Recuerda que Michael había empezado a hacerse "conocido" casi en el mismo tiempo que él fue nombrado cocapitán del equipo de fútbol. Su ropa negra y su actitud misteriosa llamaba demasiado la atención de las chicas (No entendía porque las mujeres sentían esa atracción por los "chicos malos") y hace tan solo unos meses chicos también, en el momento que se "declaro" bisexual al besar a un chico en una fiesta frente a todos. Lo mejor de todo (según los estudiantes) era que Michael tenía prácticamente la palabra "problemas" tatuada en la frente, y no es que él no la tuviera o evitara estos, pero con aquel otro chico todo era mas claro. Todo era gracias a tatuajes, piercings, cabello de colores, aparte de peleas fuera y dentro del colegio, consumo de sustancias toxicas, concurrentes estadías en detenidos y algunas suspensiones.

Además, era malditamente atractivo. Si, tenia que reconocer que Michael era bastante atractivo. No, mas bien era caliente, demasiado caliente. Eso estaba claro para él, era la clase de chico con la cual se metería. Pero, había un problema, aunque ambos fueran en cierto modo diferentes, tenían la misma actitud que los hacia oponerse. Dos chicos con personalidades tan similares no podían estar juntos ni por un momento.

¿Y a él le caía Michael Clifford? La verdad no, pero claramente le daba igual. No gastaría sus valiosas energías en odiar a alguien como Michael. Aunque, ha habido veces en que le encantaría darle un buen golpe en la cara para que se callara. Como hace unos minutos.

Simplemente negó con la cabeza y puso su mochila sobre su hombro para seguir su camino mientras se encontraba con algunas miradas curiosas que era obvio que habían visto el pequeño altercado que había tenido con el teñido. Él tan solo levanto la cabeza, ahuyentando las miradas, que hacían un intento fallido de no ser notadas.

Siguió caminando hasta llegar al fondo del pasillo, donde se encontraba su siguiente asignatura, con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta roja del equipo, que tenía bordada las iniciales "L.H." en la parte delantera de la derecha.

Al entrar volvió a sentir las miradas de las pocas personas en el aula puestas sobre él y no podía decir que estas le molestaran. Le encantaba ser el centro de atención.

—Luke, me sorprende verte aquí temprano —fue lo primero que el rizado al entrar al salón, tomando asiento delante suyo.

—Salí temprano de casa, estuve discutiendo con mi madre sobre-... —se detuvo, antes de soltar información que no estaba seguro querer admitir — ...problemas familiares —logro decir, terminando de hablar, apegándose algo a la verdad.

—¿Tu padre? —pregunto su amigo, intentando adivinar. Luke asintió. ¿Qué acaso era tan obvio?

Casi todos los del equipo sabían quien era su padre. Este estaba presenta en casi todos los entrenamientos del equipo, para después encargarse de llevarlo a casa. Todos sabían que el padre de Luke era un hombre ocupado, ya que era el encargado de dirigir una importante y reconocida firma de abogados, pero de igual manera siempre encontraba momento para asistir a los entrenamientos. Bueno, hasta hace un mes.

Monsters Among Man||muke Donde viven las historias. Descúbrelo ahora