Han pasado 20 años desde la última batalla contra los Nephilim.
Nada ha cambiado sustancialmente. La Clave siendo dirigida por cazadores de mente cerrada, la constante fricción con los subterráneos, incluso la actividad demoníaca ha ido disminuyend...
—¿Qué dices? — preguntó Logan entrecerrando los ojos.
Quizá a Sky le afecto el viaje, pensó Logan sin entender del todo las palabras de su hermana. Los cambios de presión en las cabinas de los aviones pudieron haber causado eso, esa podría ser una buena explicación de no ser que ni siquiera pusieron un pie en el aeropuerto. De hecho, no recordaba cómo y cuándo habían llegado a Montana.
—Tú sabes que algo no anda bien, Logan. — respondió su hermana con desesperación. — No sé cuánto tiempo tengamos, pero... ¿puedes confiar en mí para esto? — el brazo extendido de su hermana fue casi una súplica a gritos, incluso pudo percibir el leve temblor en esta.
—Logan, no íbamos a... — interrumpió Christopher el momento. — Sky, ¿por qué estas llorando?
Su hermana no dijo nada, solo mantuvo el brazo extendido, esperando una respuesta a una pregunta no entendida.
—Yo tampoco estoy seguro. — apostilló su hermano menor parándose a su lado. — Aunque... creo que es hora de irnos. — miró a su hermano sin comprender la situación, una que aparentemente solo sus hermanos estaban al tanto. Chris se colocó al lado de su hermana, sus ojos repentinamente ansiosos y con una nueva percepción que lo dejo pasmado. — No queda mucho tiempo para decidir, Logan. Tienes que volver.
—¿A dónde? — frunció el ceño ante tal pregunta. Montana siempre le gustó, ese su puerto seguro donde podía ser el mismo siempre. — No los entiendo. — admitió al fin. — Y me están asustando.
Caminó de regreso a la casa, todavía con dudas sobre la extraña actitud de sus hermanos.
—¿Regresaron tan rápido de su carrera? — preguntó su madre mientras cortaba una pieza de maíz.
—No, Sky y Chris están muy raros, creo que el viaje les afecto el cerebro. — medio se burló Logan.
—Bueno, nada que el tiempo y una buena comida no arregle. — esa fue la simple solución, tan clara como el agua. — ¿Cuánto tiempo quieres quedarte, Logan? — preguntó su madre repentinamente sin dejar de hacer lo que hacía.
—Vaya, creí que era el favorito. No pensé que mi propia madre fuera capaz de echarme de esa manera tan fría. — se llevó una mano al corazón para crear mas dramatismo.
—Sabes a lo que me refiero, Logan, no hay nada que te mantenga aquí. No importa donde estés, siempre llevarás algo tuyo contigo. — eso no se lo esperaba. — Creí que ya habíamos tenido esa conversación.
El rubio no dijo nada, solo espero hasta que algo de eso tuviera sentido.
—¿Eres algo así como mi imaginación o alter ego de alguna dimensión desconocida? — inquirió cruzado de brazos, aun ambivalente de la situación.
—Ve con tus hermanos, Logan. Confía en ellos y un poco de confianza en ti tampoco te vendría mal. — la mujer rubia frente a él esbozó una sonrisa triste. — Necesitarás ser fuerte para todo lo que se viene.
—Suena como un gran "adiós" escrito en un cartel panorámico. — una tristeza sin explicación lo invadió, incluso sintió el conocido escozor en sus ojos que predecía futuras lágrimas.
—Es un hasta pronto. — asintió su madre acercándose a él. — Te amo, hijo. Nunca lo olvides.
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