Atlas ha pasado por mucho desde que desapareció, ha descubierto cosas nuevas sobre sus poderes y le ha quedado claro que podía llegar a ser un peligro si los usaba.
Mike trata de ayudarla a entender que no lo es.
Eso es lo que él piensa.
Esta es la...
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Harrington, Atlas
Llegamos a la escuela en menos de unos minutos, por suerte no había nadie alrededor y caminamos hasta la puerta principal, donde pude ver las bicicletas de los chicos y supe que seguían en el lugar. Me acerque a la de Mike y puse mi mano en la manilla durante unos segundos e inmediatamente sonreí.
Estaba emocionada por volver a verlo.
Los buscamos por los pasillos y por los vacíos salones, nos paramos frente al salón del AV club, pero no había nadie y continuamos caminando en busca de los cuatro muchachos, hasta que escuche esa voz tan conocida para mí.
—Solo estas dando vueltas.
—Si es tan fácil, inténtalo tú.
Escuche esas dos voces provenir del gimnasio, me aleje de Eleven deteniéndome frente a una de las dos puertas y por medio del cristal, lo pude ver perfectamente. Podía tan solo abrir esta puerta y perderme entre sus brazos después de mucho tiempo.
Él estaba sonriendo.
Pero le sonreía a ella...
Le sonreía a esa pelirroja que pensé que tanto odiaba y no soportaba al tan solo ver, pero al parecer fue todo lo contrarío.
—¿Tan rápido me olvida?
La tal Max le regreso la sonrisa, haciéndome sentir un terrible cosquilleo entre mis dedos, hasta que se extendió a mis brazos por completo. Mi enfado era tan grande que el simple pensamiento de romperle el cuello, parecía una buena idea.
—Atlas... Por favor, tranquilízate.
—¡Nunca le hubiera dicho que me gustaba!
Y sin quitar mis ojos de esa escena, la puerta frente a mí salio disparada, para estrellarse contra la canasta de baloncesto y terminar a unos metros de ambos chicos. Escuche el grito de Max y antes de que Mike me viera, comencé a caminar rápidamente con Eleven siguiéndome por detrás.
Quería alejarme lo más pronto posible de ese lugar y con cada paso que daba, más me arrepentía de lo que acababa de hacer.
"Perdí el control..." pensé y por primera vez en meses, volví sentir miedo de mi misma.
Me detuve al sentir el viento chocar contra mi cara, di varios respiros por la boca y mire a mi alrededor, dándome cuenta de que estábamos nuevamente a las afueras de la escuela. Un nudo se formo en mi garganta y me gire a ver a Eleven, que estuvo callada durante todo el camino.
Era una estúpida, ella quería ver a los chicos y mis estúpidos celos me cegaron.
