Capítulo 30

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✧・゚:* La Bruja y El Diablo *:・゚✧

Me levanto del suelo completamente desorientada, siento mi cabeza doler como el infierno, y al cerrar los ojos cada vez que parpadeo, me encuentro con esos ojos negros como el carbón

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Me levanto del suelo completamente desorientada, siento mi cabeza doler como el infierno, y al cerrar los ojos cada vez que parpadeo, me encuentro con esos ojos negros como el carbón. Tengo que detenerme unos momentos para vomitar, mi garganta arde y las lágrimas no paran de caer. En cuanto termino, me dispongo a observar mi alrededor y notó que estoy en el bosque en medio del día.

No sé como llegué ahí y mi único propósito era regresar a casa lo más pronto posible.

Escuche un crujido detrás de mí, rápidamente me di la vuelta y lo único que logre fue marearme al punto de casi caer al suelo. Levante ambas manos frente a mí, haciendo que ese tan conocido brillo azul rodeara mis manos y observe al chico de cabello negro, que tenía una pequeña sonrisa en su rostro.

—¿Quién mierdas eres? 

Trate de verme amenazante y de que mi tono de voz fuera igual, aunque dudo que haya funcionado ya que seguía con la misma sonrisa de antes... Pero su rostro se fue convirtiendo a uno de nervios y no dejaba de frotar sus manos, como si estuviera pensando en que contestar ante mi pregunta.

Yo solo me dedique a mirarlo con enojo e impaciencia.

—Sé que sera difícil de entender, pero... —se quedó callado.

—¡Habla!

—Somos hermanos.

—¡¿Eh?!

Me deje caer al suelo y lo escuche maldecir, mientras corría a donde estaba. Observe al pelinegro frente a mí, me estiro la mano para que la tomara y le mire algo desconfiada, por lo que levanto ambas manos en el aire y se alejo para permitirme levantar por mí misma. Me sacudí el short en cuanto lo hice, sentí un ligero mareo y tuve que recargarme en un árbol para no volver a caer.

Lo mire detenidamente y en ese momento me di cuenta de que era el niño del que me hablo Jane, cuando estuvo buscando a Kali.

«Otro del loquero» pensé.

—Así que... ¿Qué se supone que haces? —rompí el silencio y él me miro sin entender—. ¿Cuáles son tus poderes?

—Me puedo convertir en cualquier demonio que exista.

—¿Cómo qué?

Me arrepentí inmediatamente al ver como sus ojos miel cambiaban a unos de color negro y toda su anatomía se transformaba a un color rojo oscuro, junto a unas grandes alas que se extendían en su espalda. Por miedo, me aleje unos pasos del abominable demonio y escuche una fuerte carcajada salir de entre sus filosos colmillos, mientras volvía a su cuerpo original y sin dejar de reírse.

Lo empuje enojada y su respuesta fueron más carcajadas que las de antes, a lo que me cruce de brazos indignada.

—¡Tranquila! —levanto ambas manos en alto—. No te haré daño, somos hermanos.

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