Capítulo 52

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Seis años después…

Lanzo un puñado de tierra sobre el ataúd, pero lo que de verdad quiero hacer es sacar su cuerpo de esa caja y que me diga que todo va a estar bien, que esto es una terrible pesadilla, pero que me levantare y todo va a estar como antes. Aunque en el fondo se que no es cierto, se fue y ya no podre verle, ya no me sonreirá, ya no me abrazará, ya no me amará.
Los trabajadores comienzan a echar pala tras pala de tierra sobre el ataúd y siento morir el último vestigio de esperanza, de anhelo, de deseo que se levantara de ese ataúd y me dijera que esto era una broma, pero no lo es y se acabo, se acabo mi vida.

Las piernas ya no me ayudan y dejo caerme de rodillas junto al agujero en el suelo un agujero que poco  a poco se llena, escucho llanto a mi alrededor, pero no soy capaz de reconfortar a nadie, estoy deshecha, siento que mi vida también se ha acabado, me siento completamente vacía, como si todo lo que tenia dentro, hubiera sido vaciado dentro de esa tumba y sé que ya no regresará. Se ha ido mi todo.

Terminan de rellenar la tumba, pero soy incapaz de moverme de aquí, muevo las manos y me doy cuenta que están mojadas, lo que me hace pensar que ha llovido, pero cuando levanto la vista, el cielo está totalmente despejado, el sol de media tarde esta radiante y las pocas nueves en el cielo son solo adorno. Bajo la vista y es cuando noto que tengo las manos mojadas de mis propias lágrimas, lágrimas que soy incapaz de controlar.

Me giro y me doy cuenta que estoy sola, todos se han ido. Todos menos un hombre que esta  unas lapidas lejos de mí, fijo la vista en la lapida recién puesta y mi corazón vuelve a encogerse de un dolor insoportable, me falta el aire, es como si este sentimiento no fuera a irse jamás, como una afección con la que tendré que vivir el resto de mi vida.

Roberto Roldán septiembre del 2024
Les doy las gracias por todo el amor que cada uno de ustedes me dio, pero ahora es tiempo de viajar solo. Recuerden que la muerte no es fin, si no el principio; el fin de un breve sueño… y el principio de una eternidad…

Pero para mí si es fin. Se ha ido mi héroe, el hombre de mi vida y no sé como seguiré sin él, se que debería estar con mamá, pero estoy demasiado destrozada y ahora mismo no puedo recomponer mis trozos para poder reconfortarla a ella, Jane se está haciendo cargo, sabe que yo necesito estar aquí, sentirlo cerca, todo lo cerca que podemos estar. Me recuesto cerca abrazando la lapida y mis recuerdos regresan al ultimo día que estuvo con nosotras…

Papá había tenido un accidente hace una semana, un inconsciente lo había atropellado mientras hacia su caminata matutina, que se había convertido en rutina desde hace un año cuando fue con el médico y este le dijo que tenía problemas cardiacos, desde entonces caminaba alrededor de una hora en la mañana. Pero en esa ocasión un hombre ebrio, había decidido conducir por los alrededores de un parque y el resultado había sido desastroso. Había atropellado a cinco personas, pero el que tenía mayores daños era papá, que tratando de resguardar un carrito de bebé que estaba en el camino, había recibido golpes en la espalda y la cabeza.

Por ayudar ahora estaba internado en cuidados intensivos, el médico nos había dicho que a pesar de las heridas, se iba reponiendo poco a poco, hoy pensaba pasarlo todo el tiempo con él, me sentía culpable por haberlos prácticamente abandonado; a él y a mamá. Me enfoque tanto en mi carrera y luego en el trabajo tratando de olvidar, tratando de desviar mi atención hacia algo que me reconfortaba, hacer algo que me hacía sentir más cercana a él… en hacer lo que Uriel me enseño. Ayudar.

Estoy sentada al lado de su cama en un banco incomodo, traje un libro conmigo, papá no era fan de los libros, pero le gustaba cuando le leía, traje uno nuevo que se llama: “cada día”. Una recomendación de Adri, comienzo a leerla y aunque papá aun no recupera el conocimiento de alguna manera sé que me escucha.

Tú Eres Mi Ángel [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora