Bonus 12

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Aunque todo marchaba como debía ser, y sobre todo me mantenía ocupado todo el momento, ayudar siempre me hacía sentir feliz, aunque inevitablemente mis pensamientos parecían no querer ayudarme y volaban a Lizzy.

Lamentaba no poder olvidar con el paso del tiempo, como le sucedía  a los humanos, yo tenía grabado a fuego todos y cada uno de los momentos que pasamos juntos, además de todos y cada uno de los momentos en los que la espié. Sentía que me arrancaban algo del pecho cada vez que la veía llorar, cuando sentía en mi propia piel la añoranza.

Cuando ella dormía y las pocas veces que tuve la osadía de colarme en sus sueños, no podía comunicarme con ella, todo lo que podíamos hacer era coexistir en el mismo lugar, pero sin en realidad sentirnos, ni tampoco poder hablar. A pesar de eso, esos eran los momentos que mas disfrutaba, me llenaban entero, aunque cuando ella despertaba volvía a quedarme vacío.

El golpe más duro que sufrió, y yo también, fue la partida de su padre, el señor Roldan. Al ver su sufrimiento creí que iba caer en locura, no podía soportar su miseria, no sin poder ayudarla de alguna manera, y  no podía hacer eso. La muerte es el fin de un ciclo, el fin de la vida en la tierra, pero el conocimiento de eso, no me ayudaba, ni tampoco a ella, así que pedí permiso a papá para estar en otro lugar, lejos de Lizzy, al menos de momento, o podría hacer algo que no sería bueno para nadie.

Sin saber cuánto tiempo estuve aquí, incluso podría ser años en la tierra, lo que quería decir que Lizzy podría ya no vivir, lo que causo pánico en mi interior, desde que regrese de la Tierra me había percatado de mis diferencias con el resto de mis hermanos, yo había adquirido cierta humanidad y al volver al cielo no la perdí, lo que me hacia vulnerable y sobre todo voluble, podria cometer algún error y eso me condenaría al castigo eterno. Divagando en esos pensamiento s estaba cuando sentí el llamado de Dios, solo me llamaba cuando tenía una misión para mí, o cuando hacia algo que no debía.

Inmediatamente me dirigí hasta él, estaba en el jardín, haciendo florecer, regando y revisando plantas, era increíble como tenia la dedicación con cada uno de las plantas, por ello eran hermosas y perfectas.

- Es bueno verte de nuevo Uriel  – me dice mientras está de espaldas a mí, él día de hoy tiene la apariencia de un anciano; como todas las personas creen que es. – te extrañaba mucho.

- Y yo a ti papá – me arrodille tras de él, me sentía derrotado, todo lo que tenía en mi interior era desfallecimiento, tenia los síntomas de lo que los humanos llamaban depresión.

- No es depresión – Dios me leyó el pensamiento – es una profunda tristeza. – no me sorprendía que supiera cómo me sentía, me gustaba que fuera así, él sabía cómo me sentía, mejor que yo mismo podía descifrarme. – y esa tristeza ciertamente no es parte de un ángel.

- Perdóname papá, volveré a sonreír – era una promesa que cumpliría pasara lo que pasara – seré como debo ser.

- ¿Y quién te dijo a ti que tienes que ser algo? – se giro hacia mi – ¿quién te dijo que quiero verte sonreír? – se acerco a mi – yo quiero que tu encuentres quien eres y luego que lo seas, y después quiero que seas feliz, no solo que sonrías. Te amo Uriel y no sabes cuánto sufre mi corazón por saberte infeliz, aquí.

- No – inmediatamente negué con  la cabeza – tú eres lo más importante para mí, soy feliz de estar aquí; en mi casa, con mi familia.

- Y tú eres lo más importante para mí – me sonrió cálidamente – pero sé que no eres feliz aquí, sobre todo porque dijiste que esta era tu casa – no entendí que era lo que estaba mal en eso – antes decías que era tu hogar. Pero no te estoy reclamando nada, todos mis hijos tienen un propósito en la vida, cada uno es diferente y eso los hace especiales, y se con certeza que no fuiste creado para estar aquí, no por siempre al menos.

Tú Eres Mi Ángel [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora