Me sentía en una nube esponjosa, sentía que flotaba, era algo delicioso de sentir, hacia mucho que no descansaba tan bien, hace mucho que no disfrutaba del simple hecho de cerrar los ojos y dormir. El despertar de eso era una exquisita desorientación, no sabía dónde estaba, ni siquiera recordaba cuando me quede dormida, supongo que estaba tan cansada que prácticamente me quede noqueada.
Comencé a revolverme en la cama como siempre hacia antes de siquiera abrir los ojos, mi gusto por el sueño perduraba, era algo que no moriría, pero ahora tenía responsabilidades que atender y por ende solo me permitía cinco minutos de revolcarme en la cama. Me estiré siendo muy ruidosa, el hacer ruido me hacía sentir placer, y luego empezaba a abrir lentamente los ojos, estaba en mi habitación, lo raro era que no tenía mi pijama, era evidente mi terrible cansancio.
Aun adormilada me senté sobre mi cama y empecé a pasar la mirada por mi cuarto sin mirarlo en realidad, me detuve en la figura de un hombre sentado en la única silla de mi cuarto, tenía una posición definitivamente incomoda, la boca entreabierta y una línea de saliva corriendo su barbilla, conocía esa imagen, muchas veces me había sucedido. Pobre, le dolería horrores el cuello. Estaba demasiado cansada y me deje caer de nuevo en la cama y me puse de lado para poder observar una vez más al hombre, me era vagamente conocido, mi cerebro trataba de decirme algo insistentemente, pero aun seguía medio dormida, no le hice caso y cerré mis ojos, solo para descansarlos un rato.
Me desperté con un jadeo. Uriel. ¿Dónde estaba Uriel? ¿Fue un sueño? ¿Mi mente masoquista acaso? Mire a mi alrededor y mi corazón dolió al percatarme de que estaba en mi habitación. Fue un sueño de nuevo, uno que se sintió demasiado real. Lágrimas picaron en mis ojos, pero las empuje hacia dentro, no tenía tiempo para llorar ahora mismo, tenía un trabajo al cual dirigirme, cuando regresara a casa lloraría junto a la única foto que había conseguido de Uriel, y claro el peluche que me regalo. Busque con la mirada mi peluche más preciado, encontrándolo en la silla, en el regazo de un hombre.
Salte fuera de la cama en un latido ¿Qué hacia un hombre en mi casa? ¿En mi cuarto? ¿En mi silla? ¿Cómo había llegado hasta aquí? Con el corazón latiéndome en las sienes me moví lo mas sigilosa que pude y tome el arma más cercana que tenia; un zapato. Me moví frente a él, pero no podía verle el rostro ya que tenía el cuello echado hacia delante, esa posición era dolorosa ciertamente.Con la punta del zapato trate de hacer que su cabeza fuera hacia atrás, pero un leve toque no era suficiente, su cabeza era pesada. Probé una vez más, esta mas fuerte y el cuello, con un crujido, se movió y la cabeza con un golpe se estrelló contra la pared, apreté los ojos sintiendo dolor por él, cuando los abrí y mire los rasgos de la cara masculina.
Me sentí débil, aunque diferentes, eran los rasgos de Uriel… no podía ser cierto, él no podía estar aquí, era imposible, y sin embargo… no podía cantar victoria, no me fiaba de mi propia visión, así que con ayuda de mi arma, lo golpee en el muslo para despertarlo, dormía como cuando me tocaban turnos de 24 horas. No respondía, lo intente varias veces más, pero seguía sin responder. Tendría que ponerme más ruda, me acerque un poco y con cuidado pinche con mi dedo su abdomen, nada. Lo seguí intentando hasta que comenzó a revolverse, de repente toque un lugar especialmente sensible y el prácticamente salto en su lugar, asustándome y haciéndome retroceder hasta la cama. Abrió sus ojos y deje de respirar… eran dorados.
- Uriel… - fue mi trémulo murmullo, tenía atoradas en la garganta las lágrimas suficientes para llenar el lago de Atitlán.
- Lizzy – rápidamente se puso de pie y fue hacia mí, pero yo seguía sin creer nada, se me hacia mas una ilusión dolorosa, comencé a pellizcarme los brazos violentamente para despertar del sueño o de la ilusión, era tan terriblemente doloroso que mi mente me hiciera una cosa de estas.
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Tú Eres Mi Ángel [Terminada]
Fantasia- ¿Que tal estoy? - giro para que me mire, es el mismo uniforme de todos los días pero hoy me hice un peinado distinto. - Estas preciosa mi a... - se detiene en mitad de la frase y me mira entrecerrando los ojos - ¿porque me lo preguntas? ¿acaso tu...