Tú Eres Mi Ángel [Terminada]

Capítulo 55

- ¿Estás segura que lo viste? – es la tercera vez que mi psicóloga lo pregunta, y aunque sería una cosa bastante valida el haberlo visto, en mi caso no lo es, él no está al otro lado del mundo o en otro país, él es como si hubiera dejado de existir, no muerto, solo ya no es habitante de la tierra.

- Sí, quiero decir no – suspiro, esto es de locos – no estoy segura, pensaba que sí, pero quizá mi mente solo ve lo que quiere ver.

- Puede que sí o puede que no – ella está comiendo, pero sé que desearía tener su tablet a la mano – ¿a dónde se fue? Cuándo se fue de aquí quiero decir.

Estoy tentada de jugarle alguna broma y decirle que a Las Vegas o a Rio de Janeiro, pero no me parece bien, así que le digo la misma mentira que le dije a mi familia y a mis amigos.

- Se fue a Alemania, con sus papás – trato de verme tranquila y aparentar que estoy comiendo como si no estuviera hablando de algo que me duele – y decidimos que era mejor ya no tener ningún tipo de relación, las relaciones a distancia no funcionan.

- Temo discrepar contigo, pero es posible tener una relación a distancia – casi me rio de su sugerencia, tal vez para alguien más si funcione, no para mí.

- Él nunca va a volver, eso lo dejo demasiado claro, así que no tenía ningún sentido que siguiéramos con algo que no tenia futuro – apuñalo mi pobre pollo, él que no tiene la culpa – ¿sabes qué? No tengo deseos de hablar más de eso, lo que quiero es comer e ir a dormir, estoy muy cansada.

- Me lo imagino, pero el punto clave de tus terapias es Uriel

- El punto clave de mis terapias es la perdida de mi papá. – renegué un poco demasiado vehemente.

- Así quieres creer – me ve fijamente, no me gusta que lo haga cuando me siento especialmente vulnerable. – y así me lo hiciste ver a mi al principio, pero es claro que la raíz de donde todo se dio, es Uriel,

Quiero decirle que está equivocada, que él no tiene nada que ver con mi absoluta miseria, pero no puedo seguir mintiéndome o tratando de ocultar el verdadero dolor que vengo arrastrando. Se supone que ese es el punto de la terapia.

- Tiene razón, desde su partida comenzó mi… hibernación sentimental, por así decirlo – sigo apuñalando mi comida y aunque me siento incomoda por tener, después de tantos años, que dejar al descubierto lo que siento. Tengo apetito y necesito devorar mi comida – pero me gustaría poder comer y después hablar, en verdad estoy hambrienta.

Mi psicóloga asiente y seguimos comiendo en silencio, es delicioso comer, no sé porque últimamente estuve privándome de comida real y sustanciosa. Soy una insensata que ha estado privándose de muchas cosas innecesariamente. Cuando acabo mi comida y estoy preparándome para volver a hablar, mi psicóloga me detiene nuevamente y pide postre, un pecaminosamente delicioso pastel de chocolate y crema de nueces. Nunca en la vida había probado algo mas delicioso, casi llore, de verdad, no lo hice solo porque era demasiado vergonzoso. Mi vida después de esto jamás seria igual. Este pastel me había marcado la vida.            

- Después de esa experiencia religiosa, es momento de proseguir con nuestra platica – yo podría muy bien darle clases de experiencias religiosas, pero decidí que no era la mejor decisión.

- Muy bien – me recuesto en el asiento para comenzar – la cuestión es: una persona que llega a tu vida y la marca, la cambia, es normal que con su partida vuelva a marcarla. Aunque sabía que él ya no volvería, una parte de mi no quería dejarlo ir, sigo sin querer hacerlo, él es y siempre será muy importante para mí. Él me ayudo a encontrar mi vocación, el trabajar ayudando me hace sentir más cerca de suyo, es la persona más buena que existe, y aunque sé que es egoísta, no me importa. Soy feliz haciendo lo que hago y creo que nadie me puede culpar por amar mi trabajo y hacerlo con verdadero gozo.