Beso mariposa: Es cuando tus labios apenas se rozan con los labios de otra persona. En un susurro de beso...
Me despierto con el corazón desbocado, estoy tan agitada como hoy en la mañana, cuando llegamos al colegio.
Levantó la cabeza y lo primero que registró es el fuerte dolor en rededor del cuello, debido a la mala posición en la que dormía; sentada en una banca con los brazos apoyados en la mesa y la cabeza enterrada entre estos.
¿Qué paso aquí?
¿Y Uriel? ¿y el cielo?
Poco a poco voy tomando conciencia del lugar en el que estoy. La cafetería.
Pero que...
- Ya despertaste.
La voz de Uriel me hace dar un respingo, soñaba con él y aquí está a mi lado, mirándome y pareciera que... resplandece.
- Si, yo... - me aclaró la garganta. Tengo la voz ronca debido al sueño - si, ¿que hago aquí?
- Estamos en clases aún - frunce un poco el ceño y juraría que este chico se ve más... sexy. - bueno, ya casi terminan. Como en... - fija su vista en su reloj y ríe.
- ¿Que?
- Bueno, sólo faltan 15 minutos para que se acaben. - sonríe tan dulce que dan ganas de darle un mordisco - estas preciosa hoy. No había tenido oportunidad de decírtelo.
El color trepa desde todos los rincones de mi cuerpo para precipitarse de golpe en mi rostro. No se porque esta súbita vergüenza, aunque... tal vez se deba a que estaba teniendo un sueño... intenso con él. Intenso al menso para mis estándares.
- Si, bueno... - recogí mi cabello tras la orejas tratando de hacer algo que no resultará más bochornoso, y sobre todo, lo más importante, olvidar ese beso mariposa.
- ¿Por qué estas tan... sonrojada? - tenía cara de preocupación extrema - ¿tienes algo? ¿yo fui el causante?
Más acertado no podían ser sus suposiciones. Pero, me apresure a negar con la cabeza, para que no creyera que el tenía ese poder sobre mi, ningún poder en realidad, porque un lugar lejano de mi mente, me recordó afortunadamente que yo seguía molesta con él. Lo que paso en el sueño no era real y yo tenía que poner por delante de cualquier atracción, mi dignidad.
- Es puro enojo, ¿una pregunta más? - le contestó con altanería.
-¿Estas... enojada? - sus ojos estaban excesivamente abiertos - ¿por qué?¿qué fue lo que hizo que te enojaras?
- ¡Tú! ¡tú fuiste el causante! - creo que me embalentone. Mal rollo. - tú, con ese rostro y esa sonrisa fácil para cualquier ser humano en el planeta. Y seguramente caricias y besos para todas las chicas.
Para todas menos para mi, claro.
Él estaba con la cabeza ladeada, observándome detenidamente, mientras yo le echaba mi perorata.
- No entiendo - y su rostro es de completa confusion. Creo que ya había encontrado el defecto de "Don perfecto". Era algo o bastante, lento.
- ¿No entiendes, que? - Él iba a hacer sus aclaraciones, más a mi poco me importaban en este momento, lo corté con un movimiento de mi mano y él muy obedientemente se calló. - ¿acaso eres tonto? Casi me besas ayer y me dejaste parada en medio del instituto como una tonta, te volviste y no miraste atrás. Y hoy vienes y me hablas como si nada hubiese ocurrido y quieres que me conforme con lo que tengas para darme; sea lo que sea.
- Ah.
- ¿Ah? ¿Esa es tu brillante respuesta acerca de lo que acabo de decirte? - me pongo de pie dando una palmada en la mesa (gracias a Dios que es de madera y no de metal o cemento, de lo contrario estaría con la mano fracturada)
- Te estas enfadando más - él también se pone de pie - y en realidad lo que yo quería decir es que ya entendi el porqué de tu enfado. - su declaración llega acompañada de una sonrisa orgullosa.
- ¡Vaya! - comento con falso entusiasmo - entonces, ¿que piensas decir al respecto?
Uriel sólo se me queda viendo. Así, sin más. No responde y yo me preparó para darle un golpe en la cabeza y bien fuerte. Incluso me cosquillea la mano.
-¿Y? - mi impaciencia es palpable para este momento.
- ¿Te llevo a tu casa? - ¡se acabó! La cordura y la paciencia se fueron a tomar un paseo bien lejos de aquí.
- ¡Ahhhhhhhh! ¡No te soporto! - cojo mi lonchera y, antes que la emoción del momento me haga cometer una locura, (como darle con la lonchera en la cabeza a Uriel) me voy.
- ¡Lizzy, espera!
Sigo caminando, incluso más a prisa. ¡Estoy tan furiosa!.
-¡Lizzy! - a pesar de mis esfuerzos me alcanza ¿como no? con sus piernas de 2 metros. - ¿Lizzy? -me toma del brazo con suavidad, pero su enorme mano hace de grillete alrededor de mi brazo.
- Sueltame - es mas un gruñido y eso me asusta pero no daré marcha atrás. Uriel me suelta con una cara de sorpresa.
- Que... le pasa algo a tu voz...?
- Nada - me doy la vuelta y sigo caminando.
Y de nuevo, él me sigue pero esta vez me intercepta, poniendose frente a mi, haciéndome rebotar en su pecho-estómago.
- Oye Uriel, mira soy una pjersona de calma y paz- suspiró para calmarme. Mala idea. Uriel huele a sol un olor difícil de describir e imposible que alguien más lo posea. - pero tu estas poniendo mi cordura al borde... así que...
Uriel me abraza. Fuerte. Contra su pecho, levantándome del suelo, mis piernas quedan colgando en el aire. Mis manos quedaron atrapadas entre los dos, pero mi cerebro ya se hizo papilla, así que no importa.
- No se de que otra forma ayudar a aplacar tu enfado hacia mi.
Mientras mi mente líquida trata de entender sus palabras, una de sus manos sujeta mi nuca y la otra se queda enredada alrededor de mi cintura, elevandome mas cerca de su rostro.
Y antes de incluso tomar un respiro sus labios estaban rozandose apenas con los míos...
Un beso mariposa...
Sus labios son maravillosos, suaves y cálidos. Después de unos segundos el roce se convierte en presion. Una presión... maravillosa, que no quiero que acabe jamás.
Me encantaba estar asi: en sus brazos, nuestros labios unidos, nuestras respiraciones enlazandose...
Nunca había besado a nadie, nunca había deseado hacerlo con nadie, nunca había compartido un momento tan íntimo a excepción de con mi familia.
Y sobre todo, no quería que fuera la última vez que compartiéramos... esto. O cualquier cosa.
Estaba decidida.
Uriel "el chico divino" seria mio...
I
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Tú Eres Mi Ángel [Terminada]
Fantasía- ¿Que tal estoy? - giro para que me mire, es el mismo uniforme de todos los días pero hoy me hice un peinado distinto. - Estas preciosa mi a... - se detiene en mitad de la frase y me mira entrecerrando los ojos - ¿porque me lo preguntas? ¿acaso tu...