Capítulo 23

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Ya en el receso estamos nosotras cuatro, con Uriel y Didi. Y otros colados que se han pegado. Y como ya había aclarado no hay que cambiar las costumbres por tu pareja, así que retome mi rutina de comer algo mientras charlamos, para luego dormir sólo un poco.

-  ¿Uriel, me abrazas? - le pido con mi cara mas miserable.

- Claro que si. - él me sonríe suavemente.

- ¡Ew, ya empezaron los tortolitos! - escucho silbidos y palabras de asentimiento. - No nos fastidien el receso.

Pam me tira el corazón de su manzana en la cabeza, pero antes de que pueda reclamar, Uriel me pone en posición, con mi cabeza sobre sus piernas y el acariciando mi cabello. Y yo tuve la osadía de ponerme de lado para que tuviera a toda su disposición mi cabello.

- ¿Sabes que tus abrazos siempre me relajan? - le preguntó sin verlo.

- ¿Enserio? - en su voz noto orgullo.

- Si, eres como mi kriptonita. Me desarmas. - esta vez si levantó la mirada, necesito ver su reacción. El sólo abre desmesuradamente sus ojos.

- ¿Tienes armas? - me susurra, para que sólo yo lo escuché.

- ¿Que? ¡No! No me refería al sentido literal de la palabra, si no mas bien al figurativo.

- ¿Ah, ósea que no te refieres a quitarte un arma?

- ¡No!

Uriel se queda pensativo un tiempo y luego reacciona como si hubiera recordado algo.

- Que es Krip... kripmotita? -  ¿Que? ¿Ahora me dirá que nunca ha visto a Super Man? ¿ De que planeta viene? ¿será marciano? Eso explicaría muchas cosas.

-  Es kriptonita la debilidad de Clark Kent... Super Man...

- ¿Quién es él?

- ¿No has visto Super Man? - Estoy levemente sorprendida, de donde sea que viene ¿no hay Súper Man?

- ¿Un... Super hombre...?

- ¿Es enserio? ¿ No has visto la película de Super Man? - pase de levemente sorprendida a totalmente incrédula.

- ¿Que es una película? - Uriel frunce el ceño en concentración.

- ¡Uriel! - Mi grito llama la atención del resto de compañeros. Y hace brincar del susto a Uriel. - Si esto es una broma, no es graciosa.

- No te enojes conmigo, es que... no sé, de verdad... - balbucea como niño regañado.

- No estoy enojada, es que... No te puedo creer. ¿Quien no sabe que es una película? -  Me levanto de sus piernas, estoy tan disgustada, ¿que clase de educación, de vida le dieron a mi pobre Uriel? - ¡Ya esta! ¡Tengo una idea!

Uriel al ver mi entusiasmo se alegra de nuevo, tomó sus manos en las mías, o al revés, y lo veo directamente a los ojos.

- Haremos un maratón de películas, hoy, y definitivamente tenemos que ver Super Man.

- ¿Enserio harías eso por mi?

- ¡Pero, claro! - me dispongo a darle un beso, pero ver a Adri observandonos a hurtadillas, y los maestros que se encuentran cerca, hace que me detenga. - y no me hagas esa carita que rompes mi corazón...

- ¿Que? Yo no quise hacer eso, Perdóname ¿como puedo ayudar? - comienza a palpar mi pecho, buscando el lugar donde esta mi corazón. Si no estuviéramos en público esto me daría risa, pero todos están observandonos ahora y mi cara se calienta. Tengo que detenerlo.

- Uriel, ya basta. No literalmente, quise decir que me dabas mucha ternura. - Finalmente deja de tocar el lugar prohibido, suspiró, tendré que tener cuidado con lo que digo. Se lo toma todo literal. - Entonces... ¿hoy maratón de películas en mi casa? - habló para quitar la incomodidad del momento y tratar de que Uriel no se sienta tan avergonzado. Gracias a Dios los profesores no se percataron, si no estaríamos en un buen lío.

- ¿Hoy? - pregunta tímido.

- Eh... si. ¿Por qué, no puedes? -No había pensado en la posiblidad que él pudiera tener planes. Que arrogante. Sólo porque yo no tengo planes. - Si no puedes esta bien, lo dejamos para otro día.

Suelto sus manos, me siento tan ridícula, seguro me veo desesperada, me siento en la banca, y comienzo a recoger mis cosas, aun tengo sueño, pero se bien que no podría dormir. Desde el otro extremo de la mesa Jane me observa atentamente y yo le devuelvo la mirada. Me pregunta si estoy bien. Yo le respondo que si, que este tranquila.

- Lizzy...

-¿Si?

- Me gustaría mucho ir a tu casa por esa... maratón. Lo que sucede es que Didi y yo...  - Didi, cualquier buen sentimiento aflorando de mi hacia ella, ahora mismo estaba muriendo. -tenemos que hacer algunas... cosas.

- Ah, bueno. - termine de recoger mis cosas, me levante a tirar la basura y al instante tenía a Uriel a mi lado.

- No estés  molesta conmigo por favor.

- No estoy molesta - esas respuestas son automáticas cuando en realidad si que estas molesta. O en mi caso, celosa.

- Se que algo te molesta, y se que soy yo. Tu... semblante cambio mucho.

- Sólo quería pasar tiempo contigo, pero es obvio que tienes que hacer cosas y yo no quiero ser una lapa pegada a ti. Así que... nos vemos mañana ¿si? - tendré que irme bajo mi viejo amigo, el árbol. Me encaminó hacia allá, cuando la voz de Uriel me detiene.

- ¿Quieres venir conmigo?

Me detengo y en mi pecho revolotea un sentimiento de superioridad, de adrenalina, euforia. El saberme escogida por él me encanta. Creo que necesito un terapeuta. Tratando de controlar mi sonrisa me giro hacia él.

- Me encantaría.

Rápidamente regreso con él y lo abrazo, fuerte. Respiro ese aroma único de él, sol y algodón de azúcar. Tomó su mano y sigo el camino que antes haría, hacia mi árbol. Ya se que es de la escuela, pero me lo he apropiado.

- ¿A donde vamos?

- Te quiero presentar a un amigo. - con mi entusiasmo de vuelta me suelto de su mano y corro, él no tarda dos segundos en alcanzarme y dejarme.

Cuando llegamos al árbol me siento a su sombra e invito a Uriel a hacer lo mismo. Cuando estamos ya los dos sentados, acarició el tronco del árbol.

- El es árbol, Uriel. Y él es Uriel, árbol.

- ¿Hablas con la naturaleza? - pregunta fascinado. ¿Hablar con un árbol? No estoy tan loca.

- No, pero me gusta estar cerca de él, sentir su paz. Siempre ha sido bueno conmigo.

- La naturaleza es buena. Siempre provee.

- No me digas que eres un ambientalista, que no puede ver que se coman un animal. - Eso sería malo, yo soy 200% carnívora.

- Amo la naturaleza, si. Pero creo que algunos animales son deliciosos.

- ¡Que bueno! No podría soportar ver tu cara de reproche mientras yo atacó a un trozo de vaca. - los dos reímos. - Y...¿ de que trata la salida hoy?

- Esa es la cosa... No te lo había dicho porque no se si tu quisieras participar. - esta ligeramente avergonzado.

- ¿Es algo ilegal? - Uriel no me parece el tipo de hacer cosas malas, pero nada pierdo preguntando.

- ¡No, claro que no! - él se apresura a tranquilizarme. - Es un favor que tengo que hacer. Ayudar a una persona que lo necesita.

- Ah... Bueno, no se que decir, aunque viniendo de ti, no me sorprende tu generosidad. Y claro que me gustaría ayudarte.

Tomo el brazo de Uriel y lo paso sobre mis hombros y recuesto mi cabeza en su pecho. Definitivamente Uriel es mi conforte. Necesito a Uriel en mi vida por siempre ¿es eso mucho pedir Dios...?

Tú Eres Mi Ángel [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora