Capítulo 30: Si Tan Solo

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La luz del dia atravesó la vieja cortina de delgada tela y golpeó la cara de la pequeña que dormía en el intento de cama al lado de su hermana. ambas despertaron con pereza mientras escuchaban el llamado de una melodiosa voz conocida.

- ¡Danielle, Jhania!- gritó su madre- Vengan antes de que se enfríe su desayuno.

Ambas salieron apresuradas de la cama, compitiendo alegremente y entre risas para ver quien se preparaba antes y llegaba a la cocina. Ambas llegaron ruidosamente y se sentaron a comer el caldo caliente que les había preparado su madre. Danny giró la cabeza, buscando a la persona faltante de la familia. bajo un poco la mirada. era natural que no estuviera ahí. había veces que su padre no volvía por dias. El trabajo en la mina era duro y agotador, pero le dejaba lo suficiente para poder mantener a la familia, así que se esforzaba al máximo para mantenerse en él, y esperando algun dia juntar el suficiente dinero para poder mudarse todos. habian oido un poco acerca de el como eran las cosas del otro lado. pasando de la ciudad de oro, Lipath. Todos en la familia se esforzaban para lograr aquel sueño. terminando el desayuno el par de chicas salió de casa rumbo a los campos del viejo Idenet, el cual les daba unas cuantas monedas a cambio de quitar malezas y recolectar alguna que otra planta. Ambas estaban listas para seguir trabajando, mientras se acercaban cada vez más a su meta.

Un par de años pasaron de la misma manera antes de aquel fatídico momento. ahora Danny se encontraba en el piso de la cocina, su mejilla estaba roja y su nariz sangraba por el golpe que había recibido. Su madre gritaba desesperada y forcejeaba inútilmente mientras era forzada a ver como torturaban a su hija, golpeándola y haciéndole cortes. Danny no podía dejar de ver con los ojos llenos de lágrimas mientras su hermana gritaba ya sin fuerza por el tiempo que llevaba soportando el dolor. Mientras tanto el grupo de bandidos se reía sin parar, disfrutando del dolor que infringian. desvió su mirada un poco afuera. Aun seguía ahí, inerte. Aun esperaba que se moviera, pero sabía que no lo haria. Afuera podía ver el cuerpo de su padre, yaciendo en un charco de sangre y con una enorme herida en el pecho.

- ¿Que le pasa?- dijo uno de los ladrones mientras golpeaba un poco a su hermana.

Su cara ahora estaba viendo al suelo con los ojos hinchados y sin brillo. Sin importar cuanto la golpearan ya no mostraba signo alguno de dolor, o mas bien, no mostraba signo alguno de vida. Su madre por otro lado tenia una expresión completamente devastada, pidiendo a gritos que lo que estaba viendo no estuviera ocurriendo.

- Esta ya no sirve- dijo otro de los bandidos- que lastima, pudimos habernosla llevado

- Entonces iré por la otra- dijo mientras se encogía de hombros

- ¡NO!- grito desesperadamente su madre, mientras que se liberaba con toda la fuerza que le quedaba. Tomo un cuchillo de la cocina y lo clavo completo en la garganta del bandido que se dirigia a Danny.

- Maldita- le dijo aquel que la había mantenido sujeta mientras sacaba su revólver y le disparaba directo a la cabeza.

Su madre cayó en el suelo con un ruido sordo, sangrando del lugar donde habia impactado la bala. Danny observó la escena sin saber que hacer, ni siquiera podía llorar, simplemente se encontraba ahí paralizada completamente, como una estatua.

- Acabemos con esta y larguemonos- dijo el otro mientras se acercaba con su espada en mano.

Danny cerró los ojos y espero sentir el dolor de la muerte. Un grito. Inmediatamente supo que no era suyo, ¿pero porque ellos gritarian así?. Abrió un ojo y vio frente a ella, en el suelo, la mano cercenada aun con la pistola. Levantó la vista con miedo y vio al bandido arrodillado y sangrando de la mano y el vientre. Escuchó un choque de metales y al otro lado vio al otro bandido, sangrando ligeramente de un costado mientras un niño, de aspecto un poco más pequeño y joven que ella, sostenía una espada en mano. Se encontraba herido igualmente. Tenia varios cortes en la cara y el torso, mas aun tenia en su mirada la llama de la ira ardiendo. Hizo un movimiento y el bandido logró arrebatarle la espada al chico. Danny vio con miedo mientras el bandido se reía, sin poder escuchar bien las palabras que le decía. Busco una manera de ayudar y solo se le ocurrió una. El sonido de un disparo llenó la estancia y el bandido comenzó a sangrar de la espalda. Miro atrás y vio a Danny con la pistola en las manos. Hizo una cara de rabia que fue reemplazada al momento por una de sorpresa al momento en que el filo de la espada del chico emergió de su pecho, atravesándolo como si fuera mantequilla. el bandido cayó de lado con el arma aún enterrada en su cuerpo. El chico avanzó hacia ella. Con miedo apuntó a él, aunque no dio señal alguna de temer en lo absoluto. Llegó junto a ella y tenido su mano, ayudándola a levantarse. Danny dudo de él, pero no había duda alguna de que la había salvado.

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