7. La mayor parte del tiempo

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Scott me miró por el rabillo del ojo y se giró de nuevo hacia delante. Ya habíamos llegado a mi departamento.

- Llégamos.

Fruncí el ceño y lo miré fijamente, Scott me devolvió la mirada y sonrió de medio lado.

- No puedo decirte. - Contestó a mi anterior pregunta.

- ¿Por qué?

Quería saber qué era lo que hacían él y su famoso tío. Ya lo había visto matar a un hombre, pero había sido por defenderme y hasta ahora no ha mostrado ningún sentimiento de arrepentimiento. ¿Ha matado a más personas antes?

Una ola de temor me recorrió al pensar en aquello y sin pensarlo dos veces tomé el pestillo de la puerta y la abrí para poder salir.

Vi cómo Scott salía del auto también y me apresuré a cruzar la calle para entrar al edificio.

No estaba tomando decisiones apresuradas, ahora me había dado cuenta que Scott no era el tipo de persona con la que debería estar. Quizás sí haya matado a más personas antes.

- Venus, detente. - Escuché decir a Scott.

Estaba ya en las puertas del edificio, desde aquí podía ver a Federic leyendo algo de su escritorio. Me giré en redondo.

- ¿Sí? - Pregunté tratando de sonar indiferente.

- ¿Por qué saliste así del auto? - Preguntó confundido.

Para ser un casi demonio asesino era muy estúpido.

- ¿Tenía que salir de alguna otra forma?

Alcé una ceja, interrogándolo. Él me miró aún más confundido y luego, (sorprendiéndome) se encogió de hombros.

- Ni siquiera sé por qué estoy aquí, siguiendo a una humana que no sabe qué es lo que quiere.

Lo miré directo a los ojos y podía jurar que mi mandíbula tocaba el suelo. ¿Se hace el interesante?

- Yo tampoco lo sé.

Me giré de nuevo y caminé hacia lo poco que me faltaba para llegar cuando de pronto escuché a Scott decir a mis espaldas.

- Si lo que te preguntas es si yo hago daño a los humanos la respuesta es no, en la mayor parte del tiempo.

Lo miré con los ojos de par en par y miré mi alrededor. Nadie lo había escuchado gracias a Dios.

Scott ya se había dado la vuelta y cruzaba la calle para irse de nuevo a su auto. Me dabatí en si ir o no, pero elegí la última, no sabría qué contestarle.

* * *

Miré fijamente las hojas en frente mío, como esperando que mágicamente aparecieran las respuestas en ella y pudiera irme ya a mi cama y descansar. Pero como era de esperar, las hojas seguían en blanco en la parte donde supuestamente tendrían que estar las respuestas. Maldita tarea. Cubrí mis ojos frustrada y suspuré sonoramente.

Sólo a mí se me olvida la tarea de la universidad. La tuve que haber hecho el viernes por la noche, o el sábado. No el domingo en la noche. Después de una media hora, tomé el lápiz y garabateé las respuestas. Me sorprendí un poco al ver cómo mi cerebro empezaba a funcionar y mandaba a mis manos a escribir aquellas palabras, minutos después mi tarea ya estaba hecha.

Guardé mis libretas en mi mochila y acomodé mi cama para poder dormir. Ya eran las doce de la noche y mi cuerpo rogaba por descansar un poco. Me metí en el montón de sábanas y me cubrí hasta el cuello con ellas, hacía mucho frío esa noche.

DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora