12. ¿Es cierto?

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El suelo húmedo casi hace que cayera un par de veces, gracias al cielo logré sostenerme de un pilar. Parecía estar en un almacén extraño. El suelo estaba húmedo y enmohecido, no lograba vislumbrar más allá de unos cuantos metros. Todo estaba en penumbras.

Caminé a tientas para poder encontrar la salida, ni idea tenía de haber llegado aquí. Parecía ser que el lugar era enorme y que llevaba horas caminando.

Sobé mis brazos con la manos; el frío era infernal. Noté vagamente que estaba mojada. A lo lejos pude distiguir una luz y como si la luz me llamara y dijera «Venus, ven» me dirigí hacia ella y poco a poco la luz se hacía más grande.

Cuando estuve lo suficientemente cerca me di cuenta que la luz procedía de la puerta abierta de una habitación. Me pegué en la pared como veía que hacían en las películas y acerqué la oreja lo más que pude de la puerta. Se escuchaban quejidos de dolor, como si estuvieran masacrando a un hombre. Esta vez asomé un poco mi cabeza para poder ver qué pasaba ahí.

Un hombre alto de espalda ancha que trataba de esconder con una chamarra se encontraba de espaldas a mí. Llevaba el gorro de la chamarra subido.

Se movió hacía un lado y me dejó ver a un pobre hombre amarrado brutalmente en una silla. Tapé mi boca para sofocar un grito y cerré los ojos por un instante. Los abrí rápidamente y descubrí mi boca lentamente.

El chico de unos veinticinco años de edad estaba amarrado a la silla, sus manos estaban amarradas a cada lado de la ésta y sangraban de los intentos fallidos que hacía por liberarse. Su cabello caía por su frente y se notaba mojado por el sudor, también tenía sangre por todas partes y había un grotesco moretón en su costado izquierdo.

El hombre que estaba frente a él tomó su barbilla e hizo que alzara su cara para que pudiera mirarlo. Al alzar la cara, el chico miró directamente a mí, como si hubiese sabido que yo estaba mirando la escena, me sobresalté y nuevamente tapé mi boca con mis manos, temiendo que su mirada me delatara, gracias a Dios él cambió la dirección de su mirada y miró a su atacante con tal repugnancia y desprecio que desde mi lugar se sentía como millones de puñaladas en el estómago.

- ¿Harás lo que te digo? - Preguntó aquel hombre que parecía inmune a las miradas asesinas del chico, un vuelco en el estómago me dio al escuchar su voz. Por favor, no.

El chico rió sin gracia. - ¿Crees que haré lo que me diga un idiota como tú?

El otro chico le dio una patada que hizo que la silla cayera, llevando consigo al muchacho.

- ¿Estás seguro? - Su voz era fría y calculadora. - Puedo torturarte todo lo que quiera, no me cansaría de eso.

Dio otra patada, esta vez dando en el estómago del chico. Él se retorció de dolor y gritó un montón de palabrotas por el inmenso dolor que debía de sentir.

- ¿Lo harías en frente de tu novia? - Preguntó el chico y sonrió cínicamente.

El otro que había estado dando vueltas al rededor de él se detuvo y lo cogió del cuello de la camisa, haciendo que la silla volviera a su lugar.

- ¿A qué te refieres?

El otro chico asintió hacia mi dirección e hizo que su atacante se volviera para verme.

Me quedé paralizada sin poder mover ninguna parte de mi cuerpo. Ordenaba a mis piernas a correr hasta que no pudieran más y que me sacaran de aquí; pero ellas no respondían.

Esta vez sí moriría.

- ¿Qué diablos haces aquí, Venus?

-Y-yo... - tartamudeé. - No, no sé cómo...

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