22. La peor de las bestias

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El golpeteo que daba mi lápiz a la libreta que estaba frente a mí me distraía un poco, dejaba a mi mente vagar y hacer todo menos poner atención al profesor Peter, que estaba haciendo algo que hacen los maestros.

Mi mamá había insistido que no viniera a clases, aún cuando no me llevaron al doctor ella se había esmerado haciéndome un té para que "me sintiera mejor". Odiaba mentirles, claro, y desde que había conocido a Scott y toda la verdad que los rodea a él y a Kyle, hace apenas unos diez días, ya me había echado un choro de mentiras. La mentira de ayer fue la más grande que he hecho en toda mi vida. ¿Metirles así? Claramente era una maldita mentirosa, lo peor de todo era que el estúpido de James no se la había creído.

El sonido de la alarma que cada salón tenía me sacó de mi ensueño y vi como todos empezaban a salir rápidamente del aula, como si el profesor se fuese a convertir en hombre lobo una vez escuchara ese irritante sonido y la puerta fuera su única salvación. Tomé mi libreta, levantándome de mi asiento. Cuando pasé frente al escritorio del profesor, (caminando en dirección a la puerta y a Melanie) escuché su ronca y gruesa voz pronunciar mi nombre. Maldije en silencio y me giré, forzando una sonrisa en mi rostro.

- ¿Si, profesor? - Mi propia voz me hizo sentir ridícula.

Miré a Me, que se mordía el labio y jugueteaba con sus dedos. Casi siempre que una tenía problemas con los profesores era a causa de la otra. Disimuladamente la tranquilicé con mi mano y le hice señas para que se fuera. La rubia me hizo cinco con la mano, dándome a entender que sólo me daría cinco minutos, sino, se inventaría algo para salvarme.

- Ya pueden salir. - Les dijo el profesor Peter a Melanie y otros chicos que seguían ahí. Inmediatamente ellos se fueron. - Señorita, Venus. ¿A pasado algo estos últimos días? - Se giró para mirarme, alzando una ceja. - La he visto muy distraída en mis clases, y por lo que sé, en la clase de la señorita Aurand también.

Empecé a jugar con los dedos de mi mano, como siempre lo hacía cada vez que estaba nerviosa. - No, profesor Peter.

Sonreí falsa y escondí mis dedos atrás de la espalda, sin permitirle al profesor ver mi nerviosismo.

- Yo no lo veo así, sé que no soy tutor ni el consejero de la escuela; pero, Venus, si tienes que decirme algo, sólo dilo. - Sonrió levemente. - Conozco a tu padre, una buena persona que se esfuerza mucho por ayudarte en la universidad, no me gustaría que tus calificaciones bajaran por tu falta de atención en clase.

- Solo que me he sentido mal estos días, prometo poner más atención a sus clases y a las otras. - Agarré las correas de mi mochila, entreteniendo a mis dedos con otra cosa.

El profesor se dio la vuelta, con borrador en mano. Alzó su mano derecha y empezó a borrar todo lo que había escrito minutos antes.

- Eso espero, Venus. - Habló aún de espaldas. - Ya se puede retirar.

- Gracias.

Caminé rápido hacia la salida. Melanie estaba junto a la puerta, su oreja pegada a la pared, tratando de captar algo de información. Cuando me vio se enderezó y alisó su falda rosa palido.

- ¿Qué pasó, Venus? - Preguntó, tomando mi brazo e incitándome a caminar.

Caminé junto a ella y traté de tranquilizar mi nerviosismo. Odio platicar con los profesores, me ponen nerviosa.

- ¿No lo escuchaste? - Bromeé, Melanie alzó una ceja y se cruzó de brazos. - Ha dicho que no presto atención a clases los últimos días.

Camínamos por el gran pasillo en dirección a la salida. Las clases del profesor Peter nos tocaban por lo general la última hora.

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