27. Daniel

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Saliendo del almacén Scott se había empeñado en traerme hasta mi casa. No me esforcé siquiera en negarme, ¿qué acababa de pasar? Sabía que Scott no era ningún santo y nada por el estilo, él mismo me lo había advertido. El chico que estaba también en el almacén estaba completamente destrozado. Su cara desfigurada, chorreba sangre por doquier, Scott lo había lastimado y amenazado de muerte. Soy una persona que cree mucho en "la violencia no se resuelve con violencia" y esta no era la excepción. Que el chico estuviera persiguiéndome no significaba que Scott pudiera lastimarlo así.

- ¿Qué pasa? - Preguntó luego de varios minutos de silencio.

Me giré para poder mirarlo, él tenía los ojos fijos en la carretera y sus dos manos en el volante.

- Nada. - Mentí. No tenía ganas de hablar.

Scott me miró por el rabillo del ojo, sabía que mentía y la verdad no me importaba.

- ¿Qué hacías en el almacén? - Preguntó frunciendo el ceño. ¿Ahora quería actuar como detective?

- Fui al supermercado y empezó a llover. - Recordé que mi mamá debería estar preocupada. - Me escondí en el callejón para no mojarme y entraron unos tipos. - un ligero escalofrío me recorrió de pies a cabeza al recordarlos. - Después fueron hacia donde estaba y yo corrí hacia el almacén, no tenía a donde ir.

Scott se giró para verme y yo inmediatamente le señalé a la carretera, no quería tener un accidente automovístico. - Mira a la carretera.

- ¿Te han hecho daño? - Preguntó, ¿preocupado?

¿Desde cuándo Scott se preocupa por mí? Me acomodé en el asiento del copiloto, observando los coches que pasaban, todavía estaba lloviendo. Hice una almohada improvisada con las palmas de mis manos, mis ojos pesaban y tenía muchísimo sueño.

- No, no me han hecho daño. - Bostecé.

No tenía ánimos de hacer absolutamente nada, simplemente quería dormir y olvidar las últimas horas de este día. Quería borrar de mi mente las imágenes del aquel chico, todo.

Cerré mis ojos dándoles el placer de descansar un momento. ¿Qué quería James? Sabía que yo era una maldita chismosa e intrometida, pero no me había metido dentro de su vida como para que mandara a alguien a seguirme y hacerme daño. Era extraño que quisiera hacerme daño, ¿qué le hice? busqué en lo más recóndito de mi memoria y no pude encontrar nada que me diera algún indicio de alguna falla.

- Daniel no quizo decirme por qué James mandó a seguirte. - Comentó Scott, llamando mi atención.

- ¿Daniel? - Pregunté aún con los ojos cerrados.

- El chico que te estaba siguiendo.

- De todos modos estoy dudando en querer saber por qué me mandó a seguir. - Me acomodé de nuevo, estando mejor.

Vagamente escuché la voz de Scott responderme, lo único de lo que era consciente era que quería dormir. Descansar.

Un leve movimiento en mis hombros hizo que abriera los ojos y mirara a mi mamá.

Me levanté casi bruscamente. ¿Cómo rayos había llegado aquí?

- Lo siento, Venus. - Se disculpó ella, mirándome suplicante.

- ¿Cómo llegué aquí? - Miré a mi alrededor reconociendo instantáneamente mi cama. La ventana que estaba en la pared izquierda estaba abierta y revelaba a un día un poco nublado. Serían como las ocho o nueve de la mañana.

Mi mamá alzó sus manos a la cabeza y comenzó a hacerse una cola alta.

- ¿No lo recuerdas? - Preguntó alzando una ceja. - Un amigo tuyo te trajo, venías casi dormida, solo llegaste y te acostaste a dormir. Me dijo que te vio en la calle cubriéndote de la lluvia y se ofreció a llevarte, pero que pasaron a una cafetería antes. - Acomodó los últimos arreglos de su moño. - ¿En serio no lo recuerdas? - Preguntó preocupada.

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