Habían pasado aproximadamente dos días desde que había prometido ir a la farmacia y regresar temprano, cosa que no pude cumplir. Cada minuto que pasaba aquí, era un año más de desesperación. Quería largarme de aquí y jamás volver a saber de ellos. Quería refugiarme en los brazos de mis padres y largarnos de esta ciudad.
¿Qué ganaba James teniéndome aquí encerrada? Y no le basta con privarme de mis derechos, también goza con verme retorciéndome de dolor por los golpes que el maldito de Ben me da. Habría jurado que moriría en un par de horas después de haber llegado aquí.
Giré mi cabeza a la puerta al escuchar pasos detrás de ésta. Los vellos se me pusieron de gallina y mi corazón empezó a latir rápido. Como una bomba de tiempo a punto de explotar.
- ¿Cómo está mi querida Venus? - Preguntó James, su horrible y estruendosa voz se coló por mis oídos.
Mordí mi labio inferior para no soltar algo idiota. En vez de contestar me giré con pesadez en la cama, todo mi cuerpo dolía, la única chica que vi el día que desperté aquí me venía a ver de vez en cuando ayudándome con las heridas de los golpes.
- ¿Sigues molesta? - Preguntó en un fallido tono inocente.
Me tragué la bilis y cerré los ojos con fuerza, tratando de olvidar que no estaba aquí.
- ¡Te pregunté algo! - Gritó, dando un fuerte golpe a la cama, esto hizo que me moviera abruptamente y lanzara un pequeño sollozo. Estaba asustada.
- L-lo siento. - Susurré, encogiéndome aún más, mirando en dirección contraria a él.
No quería mirarlo y tener que aguantarme de nuevo las ganas de vomitar, tenía asco, asco de él y todas las atrocidades que hacía. Con el poco tiempo que llevo aquí me he dado cuenta que James no es para nada el empresario correcto de la otra noche, sino que era un maldito demonio con pinta de humano, y no solo lo decía por su especie, lo decía por su comportamiento.
Él suspiró pesadamente. - Está bien. - Escuché sus pasos vagar por la habitación.
Mordí mi labio de nuevo, probando lo salado y ácido de mi propia sangre.
- ¿Sabías que tus papás están seriamente preocupados por ti? - Preguntó.
Una oleada de temor me recorrió por completo. Temía más por mis papás que por mi propia vida.
- Patrick ha faltado estos tres días al trabajo. - Soltó, pude sentir que se sentaba en los pies de la cama. - Tendré que descontárselo.
Ignoré su comentario. Mi papá estaba preocupado, también mi mamá y yo era la razón de ello. Las ganas de salir corriendo de aquí no me faltaron; sin darme cuenta ya estaba forcejeando para desatarme. Sentí que la cama se alzaba de nuevo, libre del peso de James. De un momento a otro sentí sus manos en mis muñecas, apretando más las sogas. Lancé un chillido de dolor, estas porquerías ardían como el infierno. Hace un par de minutos me estaba preguntando si mis manos aún seguían ahí, lo que el malnacido de James me hizo confirmó que sí. Arqueé mi espalda de dolor y cerré los ojos con fuerza, y retorcí mis pies, ordenándole a mi cuerpo a desviar el dolor a los pies.
- Te había advertido que no te movieras. - Susurró James.
Mi respiración se había vuelto superficial y conforme pasaba el tiempo mis muñecas ardían más y más.
- Déjame ir, por favor. - Susurré, medio lloriqueando.
Estaba perdiendo las esperanzas de salir viva de aquí.
- Si te dejo salir, seguirás estorbándome. - Replicó.
Aún no lo miraba, pero imaginé que se estaba burlando de mí. Se burlaba de hacerme sufrir.
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Dark
FantasyÉl; un ser de oscuridad. Diferente a los demás, pero con el mismo objetivo. Siempre tratando de salir de la mierda en la que está metido pero sin ningún resultado. Ella; una chica normal, estudiaba la universidad y ahorraba para su propio auto. Sin...