15. ¿Quién es usted?

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Estaba acostada en la cama cuando llamaron a la puerta. Me levanté pesadamente y fui a abrir.

Melanie estaba parada otro lado del umbral, con su suéter rosado en una mano y el cabello rubio echado hacia atrás.

- ¿Estabas durmiendo, Venus?

- Estaba entrenando para mañana, dormir todo el día.

Melanie entró en el departamento y fue directa a la cocina. Típico.

- ¿Podemos salir hoy?

Caminé con ella y abrí el refrigerador.

- No lo sé, ¿a dónde iremos?

Le pasé un vaso de yogur a Me y tomé uno yo.

- No lo sé. - Bebió de su yogur. - Abrieron una nueva tienda de ropa, ¿podemos ir?

Hizo la cara más inocente que pudo y juntó sus manos como si quisiera rezar. Tonta Me.

- Está bien, esta vez esperaré hasta que quieras irte.

Melanie negó con la cabeza y acabó su yogur.

* * *

- ¿Qué tal este? - Preguntó Me mientras salía del provador.

Este era el quinto vestido que se provaba en los treinta minutos que llevábamos en la tienda.

La tan famosa tienda que Melanie me había dicho se encontraba en la calle Williamsburg. Sí, en la calle donde me asaltaron la última vez que estuve aquí. No mencioné nada de eso ya que no quería arruinarle el día a la rubia.

- Es lindo.

Era un muy lindo vestido azul turquesa sin mangas, con encaje en la parte superior, hacía resaltar el color de sus ojos y parecía un poco más palida.

Melanie sonrió ampliamente y se miró en el espejo, inspeccionando cada detalle, estirando los brazos y moviéndose de un lado a otro. Según ella un buen vestido era el que te servía cuando estuvieras metida en problemas y tuvieras que salir corriendo, tambien el que te hiciera sentir cómoda. Tiene toda la razón.

- Me gusta, creo que me llevaré este.

Alcé las manos en forma teatral e hice una ovación al vestido. Odiaba venir de compras.

Melanie rió y se metió de nuevo en el provador.

Me levanté del sillón en el que estuve sentada y fui a checar unos vestidos. La mayoría no estaban hechos para mí. Malditas tallas pequeñas.

En la sección de blusas encontré una que tenía el símbolo de amor y paz, mientras la examinaba escuché el "tin" de la campanilla. Habían entrado más personas.

Seguí mirando más blusas cuando una mano cayó de repente en mi hombro.

Salté del susto y me giré en redondo encontrándome con la estúpida de Melanie riéndose en mi cara.

- Me asustaste. - Puse la blusa en su lugar y miré a Me. - ¿Ya lo tienes?

- Ya hasta me lo han cobrado. - Movió su bolsita enfrente de mí. - ¿Vas a comprar algo?

- No, ¿nos vamos?

Me asintió con la cabeza y caminó conmigo hacia la salida del local.

La calle de día era más recurrida y menos fantasmal.

Melanie iba hablando de todo lo que había hecho hoy y cómo su mamá se había puesto al ver la hora en la que llegó el sábado-domingo.

Yo en cambio, iba haciendo comentarios y asintiendo cada que contaba algo más.

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