Capítulo 2 (Editado)

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Las semanas siguientes a la Selección fueron una adaptación de los de primer año al castillo y su dinámica.

Aunque también fueron unas semanas en las que Harrison Riddle fue sometido a una constante vigilancia por parte de los profesores, cuadros y fantasmas, pues no querían que se repitiera lo ocurrido con Tom Riddle. Y, aunque el pequeño ángel sabía fingir muy bien, estar fingiendo durante tanto tiempo le estaba resultando realmente agotador.

Por otro lado, las clases habían sido mucho menos intensas de lo que Harrison había esperado. El nivel era tan bajo que destacó en seguida, al igual que muchos sangre puras quienes también habían recibido educación en casa desde pequeños. Y aún así, Harrison destacaba con diferencia entre ellos, pues poseía, como la profesora McGonagall había decidido llamarlo, un "talento natural".

En Slytherin, al ser serpientes, todos eran mucho más competitivos de lo que las otras casas se imaginaban, podían llegar a ser incluso más competitivos que los leones, por lo que durante los primeros días Harrison había estado muy apartado de sus compañeros.

Sin embargo, a diferencia de en Gryffindor, en Slytherin se cuidaban los unos a los otros, y dado que la casa de las serpientes estaba aislada de las demás casas, el profesor Snape, su jefe de casa, les había advertido de las normas para asegurar su seguridad. Una de ellas, y la fundamental, era que jamás podían salir solos de la Sala Común, pues en ese lugar era el único sitio del castillo donde estaban verdaderamente a salvo.

Fue gracias a esa norma que Harrison se vio obligado a confraternizar con sus compañeros de casa. Bueno, por la norma, y por su mejor amigo de toda la vida, Draco Malfoy.

Draco y Harrison se conocían desde pequeños, pero nadie sabía de qué o cómo se habían conocido, solo que "algunos de nuestros parientes son conocidos". Y así empezó la estadía en Hogwarts para Harrison y Draco.

No obstante, Harrison sabía que aquello solo era la calma antes de la tormenta.

Y la tormenta no se hizo esperar.

Una noche, en la tercera semana de curso, Harrison iba llegando a la Sala Común de Slytherin acompañado, como era costumbre, por un muy parlanchín Draco Malfoy

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Una noche, en la tercera semana de curso, Harrison iba llegando a la Sala Común de Slytherin acompañado, como era costumbre, por un muy parlanchín Draco Malfoy. Pero había algo diferente a lo normal cuando entraron en la Sala Común.

Draco no lo notó, en su incesante parloteo sobre el tema del día, que hoy eran los pavos reales blancos de su padre. Harrison, por otra parte, lo notó nada más entrar, el ambiente allí se había vuelto hostil en cuanto puso un pie dentro. El pequeño ángel sonrió para sus adentros, sabiendo que la tormenta estaba a punto de estallar.

Esquivó con destreza un hechizo que le fue lanzado sin previo aviso, dado que no se había hecho la pronunciación de tal hechizo, supuso que se debía de tratar de alguien de tercer curso, puesto que la mayoría de Slytherin sangre puras que recibían educación en casa, eran enseñados por esa edad a hacer hechizos no verbales, mucho antes que el resto de Hogwarts.

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