Capítulo 29 (Editado)

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Tom y Harry se encontraron una escena de lo más sorprendente cuando llegaron al despacho de Tom a coger algo de ropa para ambos.

Abraham Potter, Ronald Weasley y Hermione Granger estaban quietos como estatuas mirando algo que sostenía el pelirrojo pecoso entre sus manos cuando las serpientes salieron de la habitación del mayor a través de la puerta que daba a su despacho.

Los tres leones reaccionaron casi inmediatamente a su presencia. Tom, o Chavda en ese momento, los miró con cara de pocos amigos. ¿Cómo narices habían logrado esos niños entrar en su despacho con todas las protecciones que le había puesto? Tendría que revisarlas. Porque si esos niñatos de segundo podían atravesarlas, eso significaba que Dumbledore también podría. Al pensar en todo eso apareció una vena en su frente que parecía a punto de estallar, al tiempo que su ceño se frunció de una manera muy amenazadora. Harry también estaba enojado, pero al ver la expresión de su pareja, sintió algo de pena, muy poca, por los pobres desgraciados que eran su hermano y sus perritos falderos.

-Y-Yo-Yo...-empezó a hablar Granger, siendo la primera en reaccionar de los tres Gryffindor.-E-es d-de-dec-decir, n-nos-noso-otros... P-Profes-sor, n-no e-es l-lo qu-que p-parece. S-Se l-lo aseg-guro. P-Podem-mos ex-expli-explicarlo, p-profesor, l-lo -jur-ro...

-Ya basta, Granger.-habló Harry, ahorrándole el, seguramente, humillante discurso que estuviese a punto de decir.-Esta vez os habéis pasado, esto podrá ser vuestra expulsión de Hogwarts. Habéis invadido el despacho personal de un profesor sin su permiso, y encima estáis robando cosas. Esta vez sí que no os libraréis.

Tom le agradeció mentalmente a su ángel por hablar por él porque sabía que si él abría la boca sería para maldecir a esos niños entrometidos, y eso no podía ser. Necesitaba ese puesto para proteger a su esmeralda, a su preciosa hortensia, a la luz de sus ojos. No podría soportar estar en casa mientras que su amado Harry estaba en Hogwarts, solo y vulnerable ante Dumbledore. No señor, él necesitaba estar ahí para proteger a su pareja.

-No estábamos robando nada.-contestó Abraham, su voz sonaba extrañamente apagada. No había nerviosismo o tartamudeo a la hora de hablar, ni siquiera estaba temblando o parecía tener miedo a las represalias, como les pasaba a los otros dos. El pelirrojo Potter estaba extrañamente tranquilo, demasiado para el gusto de los dos descendientes de Slytherin.

Entonces Harry miró al otro pelirrojo de la habitación, y lo que vio hizo que sus ojos se abrieran a más no poder. Sus brazos, antes cruzados a la altura de su pecho, cayeron a los lados de su cuerpo por la impresión. Y su boca, tan abierta que parecía doloroso. Tom, al ver la reacción de su ángel decidió mirar también en la dirección del Weasley, y entonces sus ojos también se abrieron de la impresión.

-Mierda.-susurró, aunque fue lo suficientemente fuerte como para que todos los de la habitación lo escucharan.

-T-Tom...-Harry se giró, aún en su asombro, a mirar a su amado.- ¿E-eso es lo q-que creo que es?

Tom miró a su Harry. Había dicho su nombre verdadero delante de los intrusos.

Pero por fortuna, debido a la impresión no se dieron cuenta de ello.

-Sí y no.-contestó en seguida Tom. Se agachó a la altura de Harry para poder mirarle a los ojos, para hacerle saber que no mentía en lo que iba a decir a continuación.-Es un anillo de compromiso, sí. Pero no es mío, no es para ti.

Harry, que por un momento se había ilusionado con la idea, a pesar de saber desde que tenía memoria que se casaría con Tom, descubrir el anillo le había hecho ilusión, se desinfló un poco al escuchar las palabras del mayor. Sin embargo, la curiosidad pudo más. Por lo que preguntó:

-Entonces, ¿de quién es?

Tom suspiró, se disculpó mentalmente con la persona a la que le había prometido guardar el anillo hasta que estuviera preparada para pedirle matrimonio a quién amaba. Pero no podía seguir escondiendo su secreto.

-Es de Cissy.-contestó Tom, resignado.-Quiere pedirle matrimonio a Bella y me pidió que le guardara el anillo aquí mientras ella preparaba el terreno con Bellatrix.

Harry volvió a mirar con asombro a su pareja.

-¡Eso es genial!-contestó emocionado, la desilusión porque el anillo no fuese para él fue olvidada en un instante.- ¡Llevémosle el anillo ahora!

Tom intentó replicar, pero Harry ya había corrido hasta Weasley y le había arrancado la caja de las manos sin miramientos.

Harry estaba a punto de salir corriendo a su habitación en Slytherin para coger sus cosas cuando se giró hacia los tres leones.

-No os estáis librando de esta, solo para que lo sepáis.

Y luego salió corriendo mientras reía con ilusión.

Los cuatro magos del despacho seguían de una pieza por el asombro del momento. Pero en cuanto Tom reaccionó miró mal a los alumnos de segundo año y les impuso un castigo monumental. Sabía que si los llevaba con Dumbledore para que los expulsara el viejo le daría largas, así que simplemente los castigó y los dejó ir. Poniéndoles un hechizo que haría que no pudieran hablar de lo que había ocurrido allí mientras se marchaban.

 Poniéndoles un hechizo que haría que no pudieran hablar de lo que había ocurrido allí mientras se marchaban

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En cuanto Narcissa vio llegar a Tom con Harry supo, por su expresión, que algo había pasado con su anillo. Luego Tom se acercó a ella y le susurró al oído que no había podido esconderlo y que Harry había insistido en llevarlo y en que Narcissa le pidiera matrimonio a Bellatrix ese mismo día.

Narcissa suspiró, sabía que ese momento llegaría desde que compró el anillo, pero había esperado tener algo más de tiempo para prepararse mentalmente para eso. La Black cogió aire y decidió que, por una vez en su vida, dejaría relucir su casi inexistente lado Gryffindor. Fue hacia Harry, el niño le dio el anillo y le guiñó el ojo con complicidad, como dándole valor. Cissy le sonrió y cogió el anillo antes de girarse hacia su amada, que la miraba con extrañeza, caminó hacia ella y se arrodilló en frente de Bellatrix, para a continuación decir, al mismo tiempo en que abría la cajita, mostrando el anillo:

-Bellatrix Black, mi amor, eres la mujer más increíble del mundo y por eso te ruego, aquí y ahora, a tus pies que es donde me tienes, ahora y siempre, ¿quieres casarte conmigo? ¿Me harías la persona más feliz del mundo?

Bellatrix, y todos los demás exceptuando a Tom y Harry, miraron la escena con asombro.

La pelinegra tenía lágrimas en los ojos, todos pensaron que eran de felicidad hasta que dijo:

-Lo siento tanto, amor mío. Me encantaría casarme contigo, de verdad, pero no podemos, porque... ya estoy casada.

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