Capítulo 53 (Editado)

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Amos Diggory había ido a Hogwarts a felicitar a su único hijo por sus fantásticos resultados en el Torneo. O al menos eso era lo que Dumbledore y la profesora Sprout le habían dicho a Cedric.

Pero nada más ver a su padre, Cedric supo que este tenía mucho más que decirle. Y Cedric supo de inmediato sobre qué. Por lo que no pudo evitar ponerse nervioso. No quería que le dejaran a solas con su padre. Por fin había sido lo suficientemente valiente para estar con un chico públicamente, no quería perder ese progreso por culpa de su padre. No quería.

Amos sonrió a los dos profesores de forma bonachona, aunque no acabó de engañar a Dumbledore, pero el viejo profesor no podía hacer nada.

-Hola, hijo.-dijo Amos, de forma lo suficientemente paternal como para convencer a la profesora Sprout antes de irse. La expresión del mago mayor cambió drásticamente en cuanto los profesores abandonaron la habitación. Cedric sintió el golpe en su mejilla antes de, si quiera verlo.-¡¿Cómo te atreves a ir al baile de Navidad con otro hombre?!

Cedric cerró los ojos. No podía llorar frente a su padre. Porque los hombres no lloran.

-Me disculpo, padre.-dijo Cedric, sin levantar la mirada. Sabía que no podría enfrentarse a su padre.

Amos suspiró, agarró la cabeza de Cedric, casi en un gesto paternal, y le hizo mirarle.

-Yo no quiero hacerte daño, hijo.-le dijo Amos, juntando su frente con la del rubio menor.-Pero tú me obligas.-Cedric sintió ganas de llorar.-Con tu actitud rebelde.-Amos volvió a suspirar, de forma derrotada.-No sé porque te empeñas tanto en hacerme sentir mal, en obligarme a hacerte daño.-susurró Amos.-Yo no quiero hacerlo, no soporto hacerte daño, hijo mío.

-Lo sé, papá.-susurró Cedric, sintiéndose culpable. Su padre tenía razón, él no se merecía un hijo tan malo como Cedric. Se merecía algo mejor.-Seré mejor. Lo prometo.-al Hufflepuff no le faltaba mucho para empezar a llorar.-No volveré a decepcionarte. Lo prometo.

Amos sonrió.

-Lo sé, hijo.-susurró Amos.-Porque, ¿quieres seguir viendo a ese chico Slytherin amigo tuyo, verdad?

Cedric se tensó al instante. Asintió con duda, con miedo.

-Sería muy malo que le pasara algo malo porque tú no has sido un bueno hijo, ¿cierto?-la amenaza implícita fue muy clara.

-No sería bueno, no.-susurró Cedric, con el terror impreso en su mirada.

-Bien.-Amos se separó de Cedric satisfecho.-Entiendes el punto.-sonrió con satisfacción.-No quiero volver a verte cerca de ese chico de Durmstrang, no hay que confraternizar con el enemigo, ¿entendido?

Cedric asintió con miedo.

Ahora su padre tenía un arma más contra Cedric. Y ambos lo sabían.

-Por cierto, estoy muy orgulloso de tus resultados en las pruebas.-Amos ahora volvía a ser el padre bonachón del principio. En ese momento Sprout y Dumbledore volvieron a entrar.-Lo estás haciendo muy bien, hijo. Sigue así.

Cedric sonrío, fingiendo tan bien como su padre. Después de tantos años ya estaba más que acostumbrado.

-Por supuesto, padre.-sonrió con cariño fingido.-No te decepcionaré.

Padre e hijo entendieron el mensaje implícito en las palabras del otro.

Cedric caminó durante horas por todo el castillo. Evitando a todo el mundo.

No quería romperse de nuevo delante de Orien. El Slytherin debía de estar ya muy harto de verlo lloriquear y de consolarlo. Harto de él. No faltaba mucho para que Cormark lo abandonase, como todos habían hecho antes. Era cuestión de tiempo que se diera cuenta de que podía invertir su tiempo en alguien mucho mejor que él. En alguien mucho menos roto.

Sabía que Orien también tenía problemas, pero nunca se los contaba a Cedric porque estaba demasiado ocupado consolándolo. Cedric sabía que en algún momento se cansaría de aquello y buscaría a alguien que sí que le pudiese ayudar y escuchar, no solo llorar en su hombro por lo mismo una y otra vez, durante años.

Cedric se odiaba a sí mismo, casi tanto como lo odiaba su padre. Se daba asco. Nadie iba a quererlo nunca.

Hasta su propia madre lo abandonó cuando tenía 3 años.

Todo el mundo a su alrededor lo abandonaba.

Solo era cuestión de tiempo que Orien y Viktor lo hiciesen también.

Cedric vio el atardecer sentado en la torre de Astronomía, llorando como nunca antes lo había hecho.

Estaba completamente solo. Como siempre debió haber sido.

-¿Qué ocurre?-Cedric siempre reconocería ese acento tan marcado en cualquier lugar.

Cerró los ojos, con dolor. Quería atrasar este encuentro lo más posible. Quería sentir durante más tiempo que a alguien le importaba. Quería sentir durante un poco más de tiempo que alguien le quería.

-¿Cedric?-sintió la mano de Viktor en su hombro, pero no se giró, preocupando aún más al búlgaro.-¿Qué pasa?

Cedric sollozó.

-Lo siento...-susurró. Viktor tragó saliva, le dolía ver así a la persona que le gustaba.

-¿Qué sientes?-preguntó, dudoso.

Cedric no respondió en seguida. Siguió sollozando durante un rato. Viktor lo abrazó, Cedric se dejó. Se permitió a si mismo sentirse seguro una última vez en brazos de Viktor.

No se movió ni siquiera cuando dejó de llorar. Viktor podía empezar a deducir por dónde iban los tiros. Y tenía miedo.

-No podemos seguir juntos.-susurró Cedric. Viktor cerró los ojos, como si le hubiesen dado un fuerte puñetazo.-Lo siento, Viktor. Se acabó.

Cedric se separó del búlgaro, incluso cuando este le sujetó la mano con fuerza. Ambos estaban llorando.

-No, por favor...-suplicó Viktor. A Cedric hacerle esto le partía el corazón. Pero no podía quedarse, no podía arriesgarse al enfado de su padre.-Arreglaré cualquier cosa que haya hecho mal, lo prometo. Pero no te vayas, no me dejes.

Cedric lloró aún más fuerte.

-No se trata de ti, ni de algo que hayas hecho mal.-susurró Cedric, no podía mirar a Viktor, porque sabía que cedería ante él si lo miraba.-Lo siento, de verdad. Y se fue, dejando a Viktor confundido, llorando de una forma en la que no recordaba haber llorado nunca. Estaba destrozado, como nunca antes lo había estado.

No entendía qué había pasado. No lo entendía.

¿Por qué?

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