Capítulo 32 (Editado)

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Después del gran desastre producido en la fiesta de Yule, todos quedaron agotados, pero Rodolphus accedió a darle el divorcio a Bellatrix de buena gana, pues él y su hermano también llevaban tiempo pensando en casarse. Así que iban a empezar con los trámites ese mismo verano, ya que estos tenían asuntos pendientes en el extranjero hasta entonces y no iban a poder quedarse mucho tiempo por Inglaterra.

Con las buenas noticias los estudiantes y los profesores volvieron a Hogwarts, y el resto se quedaron en sus casas, descansando o trabajando.


Ya estaban a principios de abril, después del cumpleaños de los gemelos, que fue el día 1, pero antes de la fiesta que sus padres pensaban prepararles en su casa, La Madriguera, en las vacaciones de Pascua.


Últimamente Harry ha notado algo extraño en su rubio amigo. Un día, ya harto de verlo tan ensimismado y pensativo todo el día, lo acorraló saliendo de su cuarto en el ala de las habitaciones de Slytherin.

-Vale, lo he soportado durante días, ya no vas a escaparte.-Harry se cruzó de brazos y miró al rubio con el ceño fruncido.- ¿Qué es lo que te pasa?

-Nada.-contestó Draco, muy cortante para el gusto de Harry.-Ahora déjame pasar o llegaremos tarde a transformaciones.

-Pues llegaremos tarde, no pienso moverme hasta que me cuentes que te pasa.-contestó el pelinegro, sin moverse ni un ápice de su posición.

-¿Es que quieres conseguir un castigo de McGonagall?-preguntó Draco, sintiéndose totalmente indignado por la actitud de Harry.

-No me importa que nos castigue, le pediré a Tom que se encargue de los castigos el día en que nos lo ponga y punto.-contestó el otro, de lo más tranquilo para la impaciencia del otro.-Ahora dime qué te pasa.

Los dos slytherin tuvieron una intensa guerra de miradas que duró unos minutos después de que sonara el timbre que daba inicio a las clases de la mañana, que también anunciaba que llegarían tarde a la clase de la animaga sin remedio. Malfoy fue el primero en rendirse, suspiró con pesadez luego de apartar la mirada de la de su amigo.

-Bien, te lo diré.-contestó Draco, y no muy seguro, continuó.-Pero si te ríes, te juro que te mato.-al decir eso un pequeño sonrojo se apoderó de sus mejillas.

Harrison solo alzó una ceja, pero ya se imaginaba que tenía algo que ver con los gemelos Weasley, aunque no sabía el qué, porque su relación iba cada vez mejor, por lo que el propio Draco le había estado contando hasta hacía poco. El heredero de Slyhterin solo asintió, sabiendo que su testarudo mejor amigo solo hablaría si tenía la confirmación de que no le juzgaría hasta que se lo hubiera contado todo.

-Entonces, la cosa es...-Draco tragó saliva con dificultad.-Hay un chico, el chico nuevo. Sabes de quién te hablo, ¿no? El que entró este año en segundo y que había estado estudiando en casa todo este tiempo, y por eso no había podido asistir a primero. Ehm, ¿cómo se llamaba? No lo recuerdo ahora mismo, pero es algo así como Comak, o Cermak...

-Cormarc.-dijo Harry, todavía sin saber por dónde iban los tiros. ¿Qué tenía que ver el extravagante chico nuevo con esto? Pero decidió dejar hablar a Draco.

-¡Eso!-Draco lo señaló un segundo con sus manos, para dar énfasis a su exclamación, luego las bajó y siguió hablando.-Pues resulta que ha estado mirando mucho a la mesa de Gryffindor y... No me da buena espina. Creo que está mirando a mis gemelos, y eso no me gusta. Porque son MIS gemelos, y nadie me los va a quitar. Pero no estaba seguro, por lo que lo he estado observando estos días, sin embargo, como se aísla completamente de todo el mundo, me ha sido muy difícil descubrir si estaba observando a mis gemelos o a otro Gryffindor. Por otro lado, ¿sabías que es el mejor amigo de Cedric? O sea, Cedric Diggory, el chico más popular de la escuela. ¿Te lo puedes creer? Su mej-...

-Tú eres mi mejor amigo, ¿cómo te puede sorprender que ellos dos sean amigos?-fue lo primero que contestó Harry, una clara burla sarcástica, pero que Draco no pilló en seguida.

Aún seguían pensando en qué hacer para descubrir si a ese nuevo estudiante le gustaban los gemelos u otro Gryffindor, lo cual era lo más probable, pero Draco y sus celos marca Malfoy... No había manera de pararlo una vez empezaba. Aunque Harry lo entendía, si alguien se atreviera a si quiera mirar un segundo de más a su Tom, ardería Troya. A Harry no le daba miedo sacar al basilisco a dar un paseo por Hogwarts si alguna estudiante hormonada se pasaba de la raya con SU pareja.

-Bien, lo primero que tenemos que hacer es observarlo lo suficiente como para asegurarnos de que no va tras Fred y George...-empezó a decir Harry, a lo que Draco solo asentía, dispuesto a cualquier cosa con tal de proteger lo que era suyo.

Mientras tanto, en las habitaciones de Gryffindor, dos gemelos se encontraban desnudos, en su habitación privada, en la cama de uno de ellos, después de una apasionada y entretenida noche.

Fred le daba la espalda a George, mientras que este acariciaba con delicadeza y amor las cicatrices que surcaban la espalda de su gemelo. Un gesto que a ambos les trasportó al pasado, a muchos años atrás, lejos de Hogwarts y de la paz que el colegio les brindaba.

 Un gesto que a ambos les trasportó al pasado, a muchos años atrás, lejos de Hogwarts y de la paz que el colegio les brindaba

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Hace 9 años, La Madriguera, Ottery St. Catchpole, Devon, Inglaterra...

-¡Esto es totalmente inaceptable!-gritaba, con la cara roja y llena de ira, la matriarca de los Weasley a dos de sus hijos, los gemelos, los cuales tenían 5 años en ese momento.- ¡Cómo se os ocurre, si quiera...!-una mueca de completo asco y repugnancia se posó en el rostro alborotado de la mujer.- ¡No puedo ni decirlo!

-Molly, querida, cálmate.-intentó mediar el patriarca de la familia, pues sus otros hijos estaban escuchando desde las escaleras, y a pesar de que a él también le repugnaba lo que habían encontrado haciendo a dos de sus hijos menores, no quería que sus otros retoños vieran el castigo que su mujer iba a imponer a los dos desgraciados que tenían delante.

-¡¿Qué me calme?!-exclamó ella, más que sorprendida, alejándose del agarre de él como si quemara.- ¡¿Qué me calme?! ¡Pero si tú también has visto lo que estos engendros del demonio estaban haciendo! ¡Besándose! ¡Estaban besándose, en la boca! ¡Y tú pretendes que me calme! ¡Pues no voy a calmarme! ¡Van a recibir su merecido! ¡Degenerados, enfermos, desgraciados! ¡Si vuelvo a averiguar que tenéis este tipo de conductas entre vosotros...! ¡Ni Merlín os salvará de la muerte!

Y, de esta forma, bajo la mirada de cinco pelirrojos, Molly Weasley sacó el látigo que su madre había usado con sus hermanos cuando los había encontrado en la misma situación en que ella acababa de encontrar a sus hijos, hacía tanto tiempo. Y los comenzó a golpear con él en la espalda, los gritos de ambos gemelos no tardaron en escucharse por toda la casa. Los niños más pequeños, Percy y Ron, empezaron a llorar por el miedo, pues su madre nunca había castigo de esa forma tan dolorosa a Fred ni a George por ninguna travesura. Para cuando Bill y Charlie reunieron el valor suficiente para intervenir, los pequeños gemelos ya estaban prácticamente derrumbados en el suelo, con un charco de sangre a su alrededor y unos cortes muy profundos a lo largo de toda la espalda. La inconsciencia los llamaba con insistencia, tanta que al final cedieron, por lo que no escucharon la discusión de sus hermanos mayores con su madre, ni supieron que fueron ellos los que los llevaron a su habitación, quienes los cuidaron y curaron el tiempo en que estuvieron inconscientes.

Estuvieron inconscientes durante un largo mes, durante el cual los mayores no se separaron de sus camas. Desde aquel acontecimiento no les volvieron a dejar solos con sus padres, siempre estuvieron vigilando que pasaba entre ellos. Se convirtieron en sus protectores, los únicos que de verdad les querían y apoyaban frente a todo y pese todo, como una verdadera familia.

GemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora