Capítulo 34 (Editado)

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El día de la fiesta había llegado, todos los miembros de la familia Weasley se encontraban en La Madriguera, preparándolo todo para la fiesta. Todos contribuían con algo, incluso Ginny estaba ayudando a su madre a preparar la comida. Mientras tanto, los gemelos, como los demás hombres de la familia, se encontraban en el patio de La Madriguera preparando la carpa, mesas, sillas y demás preparativos. Faltaban horas para la fiesta, pero la señora Weasley quería que todo fuese perfecto. No podían ser menos que las otras familias sangre pura. Esos ricos puristas a los que les salía dinero hasta de las orejas.

Para cuando faltaba poco más de una hora para la fiesta de cumpleaños, y todos los preparativos estaban casi listos, la matriarca los llamó a todos a la cocina de la deplorable casa en la que vivían.

-Bien.-empezó a hablar Molly Weasley, con su marido, Arthur, detrás de ella, mirándola con algo de miedo.-Ya sé que vosotros, Bill y Charlie, lleváis un tiempo fuera de esta casa. Pero las cosas no han cambiado. Hoy vais a comportaros de manera ejemplar. Vais a ser los hijos perfectos y no haréis nada que esté fuera de lugar o que pueda avergonzar a esta familia. Ninguno de vosotros.-a pesar de sus palabras sus ojos estaban fijos en los gemelos, como si los estuviera regañando por algo que habían hecho, a pesar de que todavía faltaba una hora para que la dichosa fiesta empezara.- ¿Entendido?

Todos, sin excepción, tragaron saliva con miedo. Luego asintieron, y Molly, con una sonrisa demasiado tétrica para ser un buen augurio, los mandó a todos de vuelta a sus tareas. Unos minutos antes de que llegaran los primeros invitados todos se fueron a cambiar. Se pusieron sus trajes menos desgastados y empezaron a dar la bienvenida a los invitados que iban llegando.

Los gemelos estaban recibiendo a los invitados junto con sus padres, mientras que los tres hijos mayores estaban encargados de guiarlos hacia la carpa y, una vez dentro, los pequeños los acompañaban a sus asientos. Al cabo de una media hora ya estaban todos los invitados sentados y comiendo en la carpa. Todos habían llevado regalos para los gemelos, que Molly Weasley había trasportado dentro de la casa con su magia. Todos los invitados en algún momento habían felicitado a los gemelos, aunque muchos ni siquiera sabían para qué era esa fiesta ni qué se celebraba.

Las personas sentadas más cerca de la numerosa familia de pelirrojos eran los miembros de la familia Potter. Aquello enervaba de cierta manera a los pelirrojos, ya que ahora que formaban parte de la "secta" la actitud de Abraham hacia Harry les resultaba algo, por no decir muy, molesta. Pero lo que les resultaba aún más molesto era tener que soportar la falsedad de casi toda su familia y de esa niña sabelotodo nacida de muggles, Hermione.

Definitivamente, tenerlos sentados tan cerca era un dolor de cabeza. Pero lo que no entendían, era como el matrimonio Potter no se daba cuenta de la falsedad de su familia para con ellos. ¡Estaba más que claro! Pero no tenía caso meterse en eso, al fin y al cabo, no era asunto suyo.

Algo que sorprendió, tanto a los gemelos como a los Potter y demás Weasleys, fue que Dumbledore no apareció. Y no solo a ellos, también a los demás invitados, todas familias de la luz, les pareció extraño que el director de Hogwarts no apareciera dado que era una fiesta de una de las familias que más apoyo le había dado. Molly y Arthur Weasley explicaron brevemente que el viejo mago tenía asuntos importantes que atender como Director de Hogwarts, y por ello no le había sido posible asistir a la fiesta, pero que mandaba sus felicitaciones a los gemelos y les deseaba mucha suerte en su vida. Nadie aparte de los hermanos Weasley mayores y el matrimonio Potter dudó de esas palabras, pues todos creían en el director y en su busca por el "bien mayor". Todos tenían la absoluta fe de que el mago estaba haciendo lo que era mejor para toda la comunidad mágica, sin embargo, no todos sabían de qué era verdaderamente capaz ese vejestorio.

Para la mitad de la cena, cuando la señora Weasley estaba a punto de sacar la tarta, se oyó un ruido muy fuerte en el exterior de la carpa. Al principio poca gente lo notó, pero poco a poco todo el mundo se fue quedando en silencio sin entender que ocurría. El primero en darse cuenta de lo que pasaba fue James Potter, como era de esperarse del jefe de los aurores.

-¡Eso ha sido el sonido de una aparición!-exclamó, mirando al matrimonio Weasley sorprendido.- ¿Acaso hay más invitados?

Los patriarcas de la familia de pelirrojos se miraron sorprendidos, para luego volver a mirar a James y negar con la cabeza. La gente empezó a ponerse inquieta. Si no había más invitados, entonces, ¿quién se había aparecido en el jardín de los Weasley en una celebración sin ser invitado? Todos esperaron impacientes, hasta que vieron a un grupo de figuras acercarse a la carpa. Aparentemente, dos de ellos estaban peleando, parecían niños, rodeados de adultos. Para cuando llegaron a la carpa, todo el mundo los había reconocido.

Allí, de pie en frente de la entrada de la carpa donde se celebraba la fiesta de cumpleaños, se encontraban dos de las familias sangre puras más adineradas y famosas de Inglaterra, acompañadas por personas que poca gente reconoció. En la izquierda, la primera persona que había era la supuesta mujer de Lucius Malfoy, Narcissa Black, a su lado estaba su hermana, también conocida como la loca Bellatrix Black, junto a Bellatrix se encontraba su cuñado, Lucius Malfoy, abrazando delicadamente por la cintura a un hombre que reconocieron, después de un tiempo, como Remus Lupin, tanto Malfoy como Lupin llevaban en brazos a un par de bebés rubios casi idénticos, y delante de Remus, parado con un porte galante, estaba el primogénito Malfoy, Draco. En la derecha se encontraba la otra familia, al lado de Draco estaba el hijo adoptivo del matrimonio Black, Harrison, detrás de él se encontraba un muy embarazado Severus Snape, que estaba cogido del brazo de su marido, Sirius Black, el cual sonreía con altanería a todos. Al lado de Sirius estaba su hermano pequeño, Regulus Black, y junto a él había una pareja, dos hombres, uno de ellos, el más bajo, sostenía un bebé que reía dulcemente observando el panorama. Los Potter reconocieron a los dos hombres de la estación de trenes, de cuando se encontraron con Sirius y su hijo adoptivo en septiembre.

En cuanto vieron su llegada, los gemelos Weasley solo pudieron sonreír con verdadera felicidad.

Ahora empezaba la verdadera fiesta.

GemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora