Capítulo 33 (Editado)

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Unas semanas después de la conversación que Harry y Draco habían tenido, se presentaron las vacaciones de Pascua, y con ellas, la fiesta de cumpleaños de los gemelos Weasley.

Obviamente, ninguno de los verdaderos amigos de los gemelos había sido invitado a la fiesta, pero eso no los detendría de ir. Por lo que Harry y Severus se encontraban en ese momento en frente de la chimenea del despacho del mayor, Chavda acompañándolos solo para despedirse de su ángel, ya que Severus podía ir a la fiesta sin problema porque Harry era su hijo, sin embargo, Novikov no debería tener ninguna razón para ir, y dado que seguramente Dumbledore también estaría invitado a la fiesta, no podía permitirse ir como Tom, el viejo lo reconociera. Dado esto, llegaron a la conclusión de que Tom debía quedarse en la escuela.

Aunque eso no hacía la despedida más corta. Severus llevaba ya diez minutos viéndolos despedirse.

-¡Ya está bien!-gritó de repente.-Que nos vamos a una fiesta, no lo llevo a la guillotina.

Ambos tuvieron la decencia de sonrojarse y parecer avergonzados. Al final se separaron y Harry fue el primero en entrar en la chimenea e irse a la Mansión Slyhterin, dándole tiempo a Severus para fulminar con la mirada al antiguo Señor Oscuro. Y, aunque Riddle nunca lo admitiría, esa mirada lo asustó un poco. Después, Snape cogió sus cosas y se introdujo en la chimenea rumbo a casa. Al salir de la chimenea chocó con la espalda de su hijo, que se había quedado parado en frente de esta, Snape lo miró con una ceja alzada, hasta que se dio cuenta de que Harry estaba mirando algo. Siguió la dirección de la mirada de su hijo y vio algo que lo hizo sentir demasiada vergüenza como para que fuera sano, ni para él ni para su bebé. Teniendo ya un vientre de 8 meses le era difícil moverse, por lo que no podía ir a pegarle una buena colleja a su marido, pero ganas no le faltaban, para nada.

Delante de ellos, en medio de la enorme sala de estar de la Mansión Slytherin, se encontraban un gran perro negro persiguiendo a un gato, también negro con la punta de la cola blanca, no muy grande. Eso no sería nada anormal dado la naturaleza de ambos animales, si no fuera porque en verdad eran animagos y hermanos. Porque, así es, el perro era el mayor de los hermanos Black, Sirius, y el gato era el menor, Regulus. Era ridículo que se andarán persiguiéndose en su forma animaga por toda la sala de estar de la Mansión.

Severus suspiró con pesadez mientras se llevaba una mano a la frente y negaba con la cabeza. Se suponía que habían superado esa fase hacía muchos años. Ese par iba a sacarle canas verdes, lo veía venir.

Mientras Severus se preparaba para ir a echarles la bronca a ese par, escuchó la risa de Harry, que no podía dejar de reír por el panorama que su padre y tío le daban, y entonces, el pocionista se dio cuenta de que otra risa, mucho más infantil, se escuchaba también. El profesor miró alrededor de la sala de estar y vio, sentado en uno de los sillones, a Octans, que reía con diversión y aplaudía de vez cuando observando el espectáculo. Severus no pudo evitar sonreír al entender lo que el par de hermanos estaban haciendo. Se habían convertido en su forma animaga y se estaban persiguiendo para entretener al pequeño bebé.

-Bueno, ¡ya está bien!-Severus se acercó al sillón en el que estaba sentado el bebé y lo cogió en brazos. Los animagos reaccionaron inmediatamente a su voz y presencia, se quedaron quietos y luego giraron sus cabezas de forma muy lenta, para luego meter sus rabos entre sus patas traseras y agachar las orejas mientras ponían ojitos de cachorros abandonados, esperando el regaño del pocionista.

Harry se rió tanto por la reacción de ambos hermanos que se dobló por la mitad, mientras su rostro se volvía rojo de no poder respirar por la risa. Severus simplemente rodó los ojos y dejó su mochila en el suelo, para luego sentarse en el sillón y acunar al bebé, que intentaba tirar de su pelo mientras reía.

Al ver que no había peligro, los animagos se acercaron despacio al pocionista, Sirius fue el primero en tomar su forma humana de nuevo, se acercó a su marido para sentarse en el brazo del sofá y acariciarle la mejilla con cuidado.

-Hola.-le dijo Sirius, haciendo que Severus dejara de mirar al bebé por un momento para mirarlo a él y sonreír, después de eso los dos se dieron un corto beso.

Se separaron al escuchar un ruido extraño, cuando miraron, vieron a Regulus, aún como gato, tirándose encima de la mochila de Severus y metiéndose dentro, como persiguiendo algo, poco después, vieron algo muy pequeño salir corriendo de la mochila, Regulus se removió dentro de la mochila y, justo cuando iba a salir para perseguir al ratón, se quedó paralizado por lo que acababa de ver dentro de la mochila de Severus.

Sus espectadores vieron como, un tiempo después de que el ratón desapareciera por algún rincón de la Mansión, Regulus se retiró, muy despacio de la mochila y volvió a su forma humana. Pero cuando miró a Severus, se veía horrorizado, lo cual sorprendió a los tres.

-Reg, ¿qué...?-Sirius no pudo continuar cuando Regulus metió una mano en la mochila de Severus y sacó una foto. Pero no una foto cualquiera, sino una foto muy comprometedora de Sirius.

El menor de los hermanos Black se encargó de que Harry no pudiera ver la foto, pues no quería traumatizar al niño cuando apenas tenía 12 años. El matrimonio se sonrojó en sobremanera al ver la foto. Era Sirius, con un tanga, y bailando en un pole dance.

-¿Porque narices tienes esto en tu mochila, Sev?-preguntó escandalizado Regulus.

-¿Preferías que lo tuviera en mi despacho, donde puede encontrarlo cualquier alumno?-preguntó de vuelta Severus, muy avergonzado.

-¿Y qué hacía en tu despacho?-preguntó, aún más escandalizado Regulus.

-Porque la hicimos en su habitación de Hogwarts.-contestó Sirius con descaro.

-¿Es una broma?-Regulus los miraba con los ojos muy abiertos.

-¿Te parece una broma?-le devolvió la pregunta Severus.

-Ejem.-la tos de Harry hizo que los tres adultos lo miraran. -¿Podéis discutir eso después? Porque tenemos que prepararnos para ir a la fiesta de los gemelos. Si llegamos tarde Draco nos matará a todos.

Todos sabían que Harry tenía razón, por lo que dejaron el tema y se fueron a preparar. Dejaron a Octans con sus padres, quienes habían estado practicando cómo hacer otro bebé durante todo ese tiempo.

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