Capítulo 8 (Editado)

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Hace 5 años, Gringotts, Callejón Diagon...

En la oficina del duende jefe de Gringotts, el señor Ragnok, se estaba llevando a cabo un intercambio de lo más inusual.

-Haber si he entendido bien lo que me pide, señor Riddle.-estaba diciendo Ragnok en ese preciso instante.-¿Quiere que le haga una prueba de herencia al heredero de los Potter, que todo el mundo dio por muerto hace 4 años y que usted secuestró, para poder hacerse con su custodia total y también saber por qué tiene la capacidad de hablar parsel?

Tom Riddle, sentado enfrente del duende con el mencionado Harry a su lado, sonrió con suficiencia antes de contestar:

-¡Felicidades, señor Ragnok! Lo ha entendido usted a la primera.

-Debería denunciar esto al Ministerio de Magia.-le protestó Ragnok.

-Sí, debería, pero,-Tom se inclinó un poco más cerca del duende.-los dos sabemos que no lo hará. No mientras le pague adecuadamente, ¿verdad?

Harry estaba observándolo todo, aprendiendo de su maestro, absorbía todo el conocimiento que sabía que necesitaría en un futuro. El tono de voz persuasivo, pero sin llegar a ser muy notorio, la postura del cuerpo imitando un estado de total relajación. Los ojos mirando y analizando cada reacción en la cara del duende, la mano derecha lista para ir a por la varita si hacía falta. Todo eso, sin que el duende percibiera nada más que lo que quería percibir, a un mago dispuesto a pagar el oro suficiente para que su secreto siguiera a salvo.

-Y, ¿de cuánto oro estamos hablando, señor Riddle?-preguntó el duende, visiblemente interesado.

Tom sonrió entonces, como si acabara de salir victorioso de una negociación muy difícil, aunque así era, y alejó la mano derecha de su varita.

-Pues, del 15% de las ganancias que logre en todos mis negocios a partir de ahora.-al duende parecía que se le iban a salir los ojos de las cuencas al instante.

-¿El 15%?-preguntó, todavía incrédulo y desconfiado.- ¿Está usted seguro?

-Totalmente.-contestó Tom, completamente calmado.-Esa cantidad no significa nada para mí y para Harry, ¿verdad, Hortensia?

-Así es, señor.-contestó Harry, igual de tranquilo que su acompañante.

-Bien, entonces supongo que el Ministerio no tiene porqué enterarse de esto.-contestó Ragnok, mientras sacaba un pergamino y una daga de ceremonias que tenía zafiros y rubíes incrustados a lo largo del mango hecho de obsidiana, la hoja era afilada y en forma medio circular.-Ahora, señor Potter, necesito que coja la daga y se haga un corte en la palma de su mano dominante, acto seguido deberá derramar tres gotas de sangre sobre el pergamino, a partir de las cuales se escribirán todos los datos que debamos saber sobre usted.

Los magos asintieron, y el menor cogió la daga que el duende le tendía haciendo exactamente lo que se le había explicado.

Al cabo de unos 5 minutos muchas líneas empezaron a aparecer en el pergamino.

-Vaya.-Tom fue el primero en hablar.-Eso no me lo esperaba.

-Ni tú, ni nadie.-le contestó Harry, quien cogió el pergamino que mostraba sus raíces fascinado por su ascendencia tan inesperada.-Según esto, tú y yo estamos emparentados de alguna forma, pero, ¿cómo?

-Eso se podría resolver si el señor Riddle se realiza la prueba de herencia también.-dijo Ragnok, tan intrigado como los dos magos frente a él por la revelación de la prueba.

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