Capítulo 25 (Editado)

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Ese mismo fin de semana Severus, Harry, Tom y Draco, a quién aún no le habían dicho nada, fueron a la Mansión Slytherin para dar la noticia del embarazo de Severus. Al llegar a la Mansión los cuatro se llevaron la sorpresa de encontrar a Remus Lupin sentado en un sillón y tomando chocolate caliente con Sirius.

En cuanto le vio, Draco corrió hacia el licántropo.

-¡Mamá!-exclamó con alegría el pequeño rubio antes de lanzarse a los brazos de su madre, que ya había dejado la taza de chocolate al ver a su pequeño cachorro salir de la chimenea.

-Mi cachorro.-suspiró Remus, abrazando con fuerza a su hijo, que no se quejó por el contacto.-Te he echado mucho de menos, bebé.

-Yo a ti también, mami.-contestó Draco, haciendo sonar su voz como la de un pequeño mimado, sacando un par de risas de los presentes.

-Hola, amor.-dijo Sirius, levantándose para saludar a su marido con un pequeño beso en los labios, luego se giró para mirar a Harry, aún con un brazo rodeando la cintura de Severus.-Hola, cachorro.

Harry sonrió con alegría, corriendo a abrazar a Sirius, que lo recibió con entusiasmo.

-Te he echado de menos, papi.-le dijo Harry, a lo que Sirius sonrió y le besó la frente con amor.

-Yo a ti también, peque.

-Mami, ¿dónde están Lyra y Lynx?-preguntó Draco, al no ver a sus hermanos pequeños por ninguna parte.

-Bueno, mami se ha tomado un día de vacaciones, así que los pequeños diablillos están a cargo de tu padre hoy.-Remus sonrió con un poco de malicia imaginando a Lucius arrancándose los cabellos de la frustración de tener que cuidar de sus dos hijos él solo por un día, mientras acariciaba con cariño los mechones rubios de Draco, quien también sonrió con malicia al imaginar lo mismo que su madre.

-Oh, lamento mucho tener que arruinar tu día de vacaciones, Remus.-dijo Severus, que se veía de verdad apenado.

-¿Por qué?-preguntó Remus, que ya tenía un suspiro listo para salir, pues ya decía él que el día estaba hiendo demasiado bien para ser verdad.

-Bueno, es que tengo una noticia importante que dar, y me gustaría que estuvierais todos aquí.-contestó, por lo que Sirius le miró preocupado.-Tranquilo, no es una mala noticia.-aseguró Snape, acariciando la mejilla de su marido de forma tranquilizadora.

Sirius sonrió y asintió.

-Bueno, lo tendremos algo difícil, Corvus y Cygnus han ido a presentar a Octans a un amigo y Reg se ha ido por ahí de fiesta.-dijo Sirius.

Harry frunció el ceño, no le gustaba que su mami Reg se fuese por ahí de fiesta, pues el pequeño estaba convencido de que su mami Reg se merecía mucho más que un rollo de una noche, pero era decisión del mayor y él no podía decir nada al respecto. Y en cuanto a Cygnus y Corvus, bueno...

-Si ese par ha ido a visitar a quien creo, bueno, no tardarán más de un par de horas en volver, créeme.-Tom puso en palabras los pensamientos de Harry, y Draco y Remus también asintieron a lo dicho por el mayor.

-¿Y eso?-preguntó Severus, desconcertado. Los cuatro se miraron entre sí unos segundos antes de sonreír enigmáticamente.

-Algún día os contaremos la historia.-dijo Tom, dando el tema por zanjado.

-Bueno, llamaré al tío Lucius.-dijo Harry, cogiendo inmediatamente un puñado de polvos flú y tirándolos a la chimenea mientras exclamaba.-¡Mansión Malfoy!

Luego el pequeño metió su cabeza y estuvo arrodillado en frente de la chimenea un par de minutos, antes de salir, con el pelo algo revuelto. El pequeño ojiesmeralda se arregló el pelo lo mejor que pudo, siendo ayudado por su Tommy que le dio un beso en la mejilla al mismo tiempo en que las llamas de la chimenea brillaban verdes y de ellas salía un Lucius Malfoy con aspecto algo... ¿cómo decirlo? ¿Desarreglado? Sí, desarreglado era un buen eufemismo para el aspecto del patriarca Malfoy. Cargaba a sus dos bebés, que, al contrario de su padre, lucían alegres y divertidos, sobre todo parecía divertirles tirar del largo cabello de su padre hasta arrancarle algunos pelos, haciendo que el rubio mayor hiciese extrañas y graciosas muecas, de las cuales ninguno de los presentes no pudo evitar reírse. Pero Lucius lo ignoró, se dirigió hacia el sillón donde su marido estaba sentado, con su hijo Draco en su regazo y luego le extendió a los dos bebés.

-Por favor, por favor, por favor, por lo que más quieras Remus, nunca, ¿me oyes?, NUNCA, vuelvas a tomarte un día de vacaciones. Te lo suplico.-le dijo el patriarca, que se arrodilló delante del sillón en cuanto Remus y Draco cogieron a Lyra y Lynx, respectivamente, de los brazos de su padre.

Remus rio mientras balanceaba un poco a su pequeña bebé en su brazo derecho, y extendió el brazo izquierdo para acariciar la mejilla de su Lucius con delicadeza.

-Oh, cariño, ¿tan mal te lo han hecho pasar?-preguntó, de lo más divertido, pero al Malfoy mayor eso le dio igual, agarró la mano de su marido y la aplastó contra su mejilla al mismo tiempo en que inclinaba su cabeza hacia su toque y cerraba los ojos, asintiendo casi desesperado. Al ver la reacción de su marido Remus miró a sus dos bebés con algo de reproche y mucha diversión.-Muy mal, bebés, os dije que fuerais buenos con papá.

Aunque, por supuesto, su reclamo perdió fuerza pues una sonrisa divertida asomaba por sus labios, al igual que por los labios de Draco, que miraba a sus hermanos pequeños tan divertido como su madre. Luego el pequeño rubio se giró hacia su padre y se inclinó para depositar un pequeño beso su mejilla.

-Te quiero, papi, te he echado de menos.-dijo, sonriendo mientras se alejaba.

Lucius le miró y soltó un gemido algo lastimero, provocando ternura en su marido e hijo mayor.

-Yo también, bebé, no sabes cuánto.-dijo, refiriéndose a las dos cosas.

Acto seguido, Lucius apoyó su frente en el regazo de Remus mientras este le acariciaba el pelo con amor con su brazo libre. Para ese momento, el matrimonio Black, Harry y Tom ya habían tomado asiento en una mesa un poco apartada de ahí, esperando a que el reencuentro entre la familia Malfoy terminara y a que llegaran los demás, pues Severus, Harry y Tom se negaban a contarle nada a Sirius, que intentaba por todos los medios sacarles la razón de su visita a la Mansión.

Un par de horas, y un almuerzo abundante y muchas burlas al patriarca Malfoy después, Corvus y Cygnus entraron en la Mansión luciendo algo molestos, sin embargo, la molestia desapareció de sus rostros en cuanto vieron a Harry. Después de saludar a sus tutores Harry se apoderó de Octans y empezó a jugar con él, esperando a que Regulus también llegara. Y el menor de los Black no se hizo esperar, pues una media hora después de la llegada del matrimonio llegó el ojigris, luciendo muy desaliñado y con un par de chupetones nuevos adornando su cuello, de los cuales Sirius no tardó nada en burlarse.

Una vez todos estuvieron sentados en la mesa, Severus se puso de pie sonrió con verdadera alegría mientras se colocaba una mano en su vientre aún plano y decía:

-¡Estoy embarazado!

Lo siguiente que supieron fue que Sirius se había desmayado. 

GemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora