Capítulo 50 (Editado)

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Ya había pasado un mes y medio desde que la primera prueba había tenido lugar, Viktor Krum estaba en el primer lugar, seguido de cerca por Cedric y en último lugar estaba Fleur. Los tres habían conseguido sus huevos dorados, pero ninguno lo había descifrado aún. Se acercaba el baile de Navidad, y todos los alumnos de sexto y séptimo curso estaban obligados a quedarse las vacaciones de Navidad y asistir al baile, para el cual habían estado recibiendo clases de baile. Nadie menor podía asistir al baile a menos que fuese la pareja de alguien de cursos mayores.

Cedric pretendía pedirle a Cho Chang, una chica asiática que era muy popular entre los chicos, ir al baile con él. Diggory sabía que ir al baile con una chica así satisfaría a su padre lo suficiente como para ignorar el hecho de que nunca le había visto salir con una chica, o besar a una. Cedric conocía muy bien la opinión de su padre con respecto a los homosexuales. Sabía cómo reaccionaría si algún día descubría que su propio hijo era uno de esos a los que él tanto odiaba y rechazaba.

Diggory estaba a medio camino de ir en busca de Cho cuando Viktor Krum se cruzó en su camino, una sonrisa engreída pintada en su rostro que le hacía ver aún más atractivo de lo que ya era. Cedric sintió como sus mejillas se calentaban, tuvo que apartar la mirada en un intento porque el búlgaro no notara el efecto que tenía sobre él.

-Hola.-dijo, con su tosco acento, y aun así sonando tan suave.-¿Puedo eh...-pareció buscar la palabra, con cierta dificultad-preguntar... algo?

Cedric sintió la sonrisita que asomó en sus labios demasiado tarde como para poder evitarla. Le miró y asintió, no pudiendo resistirse al encanto del otro hombre.

-Claro.-vio como Viktor sonrió, una sonrisa sincera que nunca antes le había visto hacer.

El moreno sacó un ramo de flores de su espalda y se lo entregó a Cedric, dejando sorprendido al británico.

-¿Tú quieres, eh... baile con... migo?-Cedric cogió el ramo de flores, sorprendido por la propuesta, y abrió la boca, sin saber qué decir, para luego volver a cerrarla.

-Eh...-Cedric quería, de verdad que sí, quería decirle que sí, pero no podía.-Yo n-no...-vio la decepción en sus gestos y no supo qué le agarró, pero no pudo soportarlo.-No tengo donde poner las flores.-la cara de Viktor se iluminó, mirando a Cedric con esperanzas renovadas. Diggory sonrió.-Me encantaría ir al baile contigo.-susurró, sabiendo la reacción de su padre cuando se enterara y temiendo las represalias, pero importándole bien poco en ese momento.

Viktor sonrió, tomó la mano de Cedric que no sostenía el ramo y la acercó hasta sus labios.

-No te... arrepentirás.-besó su mano con delicadeza antes de girarse e irse.

Cedric se quedó ahí, parado, sonrojado, con una sonrisa tonta en los labios, un gran ramo de flores en una mano y la otra levantada en el aire, en el sitio en el que Viktor la había dejado.

Esa misma noche, Orien y Cedric se vieron en la Sala de Menesteres, dónde solían verse cuando tenían que hablar durante la noche.

-Y le dije que sí.-estaba diciendo Cedric, paseándose en círculos por la habitación, delante de Orien, que estaba sentado en el suelo mirándolo divertido.-¡Le dije que sí, Ori! ¡¿Sabes lo que eso significa?! ¡Qué iré al baile con él! ¡¿Y sabes lo que eso implica si mi padre se entera?! ¡Qué me matará! ¡Qué digo me matará! ¡Me desheredará, me echará de casa, y luego me encontrará y me torturará y me matará! ¡Nadie encontrará mi cadáver nunca! ¡Por Merlín! No sé qué me dio...-Cedric se sentó en frente de Cormarc, cuya expresión se había tornado seria en cuanto Cedric se sentó, sabiendo que ahora vendría la parte sensible del colapso mental de su mejor amigo. El rubio se llevó las manos a la cara, intentando no llorar.-Me gusta, me gusta mucho, pero sé que no puedo darle una relación duradera, ni mucho menos pública. Tengo miedo, y estoy destrozado.-una risa rota salió de los labios del Hufflepuff.-Él lo verá y se irá, como todos. Me dejará en cuanto vea lo que hay detrás de la cara bonita. Cuando vea el desastre que soy en realidad.

Orien tragó saliva, lágrimas asomándose por las orillas de sus ojos. Se acercó, gateando, hasta llegar a Cedric, luego le cogió las manos y las sacó de su cara, sonriendole con cariño cuando la cara del mayor salió a la vista, viendo las lágrimas caer lentamente por sus mejillas.

-Si hace eso significa que no te merece.-Cedric miró a Cormarc con los ojos rojos e hinchados.-Si le gustas de verdad se quedará, incluso después de ver lo que hay detrás de la cara bonita.-los dos rieron.-Eres una persona magnífica. Eres un gran amigo, siempre estás ahí para todos, siempre eres amable, nunca levantas la voz. Eres alguien muy amoroso, nunca das la espalda a nadie y siempre estás dispuesto a dar y recibir mimos.-volvieron a reír.-No puedo imaginar cómo alguien pueda rechazarte porque tienes miedo de tu padre.

-Tienes...-Cedric se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.-Tienes razón.

-Bien.-Orien le sonrió con orgullo.-Pues irás a ese baile, con Viktor Krum, y le mostrarás a él, a tu padre, al mundo...-Orien hizo una pausa.-y a ti mismo que puedes hacerlo.

Cedric asintió.

-Está bien.-el rubio sonrió aún más que antes.-Iré y me lo pasaré genial con el chico que me gusta.-miró a Orien decidido.-Por una vez no me preocuparé por mi padre ni por las consecuencias.

Orien asintió.

-Pues el siguiente paso es encontrarte un traje que los deje a todos boquiabiertos.-los dos sonrieron de forma cómplice y luego se abrazaron.

Al final se quedaron dormidos ahí, abrazados. Con los ojos hinchados y dos sonrisas idénticas. 

GemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora