XX

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Habían pasado dos días desde su reencuentro pero todavía Alexander no volvía en sí.

Esa mañana no era buena para él quien estaba con mucha fiebre y comenzaba a delirar.
Jane lo regresaban con compresas de agua fría para bajarle la fiebre.

— dejala maldito, dejala en paz— hablaba en sueños el Duque

Jane escuchaba las palabras dichas por su esposo y le partía el alma sentír tanto dolor en ellas.

— te odio...

— Nooo ....regresa por favor...no me dejes con él...

—Por favor Alexander tranquilizate...todo estará bien

— Déjame... asesino...asesino.

—Mi Jane...eres mía....Jane.

— Aquí estoy y si,Soy sólo tuya. No lo olvides nunca.

Paulatinamente la fiebre fue bajando y Alex pudo descansar.

Cinco días más transcurrieron y la fiebre por fin había desaparecido. Jane se encontraba sentada a su lado pidiéndole que abra los ojos cuando. comenzó a sentir molestias que cada vez se hacían más fuerte pero que al cabo de unos minutos se habían calmado.

— Siento que falta muy poco para que nazca mi hijo...sabes una cosa tengo tantas ganas de ver su rostro, de tenerlo en mis brazos. Creo que puedo ser una buena madre ya lo veras...Por favor despierta dime cualquier cosa pero vuelve.

Jane se cubrió el rostro con las manos ante la frustacion que sentía por la situación.

— siento si te hice esperar.— dijo Alex en un susurró.

Al oírlo ella lo miró asombrada y se tiró encima de él.

— Te espararia eternamente si fuese necesario...no puedo creerlo por fin estas de vuelta...no me hagas nunca mas esto...pensé que te había perdido...tantos meses de incertidumbre...

— Si dejas de apretar mi herida juro que haré todo eso.

— Perdóname, ¿Te lastime?...No fue mi intención ¿Necesitas algo?dime por favor...

— Si un beso.

Ella sin pensarlo dos veces se acercó a su boca y lo beso como hace mucho tiempo quería hacerlo Pero se alejó al sentir un quejido  salir de Alexander.

— Debes tener cuidado no queremos que recaigas. Voy a ir a avisarle al conde y a Lizzie que ya estás con nosotros— entonces Jane sintió una fuerte puntada sintiendo como se rompía su fuente— haaaay

Alexander vio como ella se tomaba la prominente barriga con dolor y se dio cuenta de lo avanzado de su embarazo « cuanto tiempo estuve inconciente».

La respiración de jane comenzó a agitarse conforme aumentaban los dolores. Como pudo se dirigió a la puerta y con un grito desconsolado llamo a Lizzie mientras Alexander trataba de levantarse de la cama para ayudarla pero los mareos y debilidad no se lo permitian.

En ese instante un monje llego junto con Lizzie y este la levantó en sus brazos para llevarla a su cuarto y brindarle socorro.

—Lizzie ya llegó el momento...voy a ser mamá...Por favor díganle a Alexander que no se preocupe...haaaay, él despertó.

Una hora después se escuchaba el llanto de una niña que veía al mundo por primera vez y una agotadisima jane conocía a su hija. Con lágrimas de alegría en los ojos, la tomo en brazos y Beso su frentecita.

— Tenía tantos deseos de conocerte.Eres  La luz de mis ojos, la razón de mi vida...Te amo sophia Elizabeth Howard.

Mientras tanto en otro sector del monasterio un convaleciente Alexander esperaba noticias mientras Patrick lo ponía al día de todo lo sucedido. Escuchar como Jane había sufrido por él y saber que lo había buscado desesperadamente lo hicieron sentir amado por ella.

— Nos diste a todos y en especial a tu esposa un susto enorme. Me alegra que estés bien además no tenía ganas de buscar otro amigo.

Dos golpes en la puerta anunciaron la llegada de una sonriente Lizzie con noticias sobre Jane.

— Ya nació, es una niña sana y hermosa. Jane está en excelente estado ahora se está reponiendo.

— Esa es una excelente noticia, felicitaciones Norfolk eres el orgulloso padre de una niña.

— Gracias, Patrick... señorita Elizabeth podría decirme el nombre de mi hija.

— Si, disculpe el olvido. Se llama sophia Elizabeth Howard.

«Sophia como mi madre» pensó emocionado el Duque.

— Por favor señorita Watson dígale a mi esposa que estoy orgulloso de ella y que no veo el momento de por fin poder estar con ella y nuestra hija.

— Si señor...y permítame decirle que estoy muy contenta de que haya despertado.

— Gracias señorita Watson.

Despidiéndose de ambos hombres se retiró de la habitación dejándolos sólo.

—Necesito levantarme de esta cama para ir con mi esposa.

—Conociendo tu necedad pronosticó que  pronto estarás de pie dando órdenes.

— Conociendo como te conozco te digo que te alejes de la señorita Watson porque está bajo mi protección y vi como la comias con la mirada.

— Veo que ya estás poniendo en práctica lo de ser un padre protector.

—Habló en serio.

— Definitivamente ya estás recuperado y no perdiste tu toque aguafiestas.

Luego de que Patrick lo dejo solo en su habitación Alexander comenzó a poner en orden sus ideas y a pensar como había cambiado su vida tan radicalmente. Oficialmente hoy se había convertido en padre de una niña que aunque no llevará su sangre sabía que sería una de las razones de su vida.


La pequeña sophie tenía dos días de vida cuando unos golpes llamaron la atención de su mamá que sentada en su cama terminaba de alimentarla.

— Adelante.

— Buenos días Jane.

Alexander ingreso a la habitación, se lo veía mucho más flaco,caminaba con ayuda de un bastón y había afeitado su barba. De a poco volvía a ser él.

— Buenos días...no puedo creer que ya estés andando.

— Quería levantarme de esa maldita cama lo antes posible para venir a conocer a sophia.

— ven aquí y los presentó.

El se acercó y se sentó al lado de ella. De pronto vio a esa niña regordeta,con una fina capa pelo rubio. Acariciando la suave mejilla rosada de la niña.

—Hola Sophia soy tu padre.

Jane estaba emocionada por ese simple pero significante gesto.

— ¿Quieres cargarla?

—Me gustaría mucho.

Cuando  tuvo a la niña  en sus brazos, se sintió en paz y no pudo contener las palabras.

— Te prometo estar siempre contigo. Pase lo que pase tu padre estará para guiarte y juro por mi vida que haré todo lo posible para que tu madre y tú sean felices.

Jane se acercó a él y le susurró al oído —Te amo alex.

Él entonces la miro a la cara diciéndole—Te amo jane—para luego darse un cálido beso que sellaba está nueva etapa en sus vidas.







Jane RenaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora