XXIII

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Jane se durmió enojada porque su esposo sólo había hecho acto de presencia durante la cena para luego volver a encerrarse en el despacho.

De pronto sintió que él se acomodaba en la cama. Ella le daba la espalda así que Alexander se acercó hasta ella para abrazarla para comenzar a besar su cuello y susurrarle palabras al oído.

- Eres hermosa hasta cuando duermes enojada- luego la acariciaba el largo del cuello con su nariz buscando reacción de su esposa.

- Estoy cansada, quiero dormir- dijo con voz somnolienta tratando de disimular su enfado.

El duque no se daba por vencido y mientras la besaba, sus manos iban subiendo el camisón de jane. Al sentir sus manos recorren su cuerpo ella abrió los ojos y llevo sus manos hacia las de su esposo para sacarlas de encima suyo. Luego de esto se dio vuelta para mirarlo a los ojos.

- Desde que llegamos me ignoraste, casi no me hablaste más que con monosílabos pero ahora vienes y me buscas con besos y caricias... me parece injusto

- Tienes que entender que tengo mucho trabajo atrasado y debo solucionar urgentemente los problemas que mi ausencia causo en algunos de ellos.

- Si tienes problemas habla conmigo soy tu esposa pero no te aisles de mi Alexander porque me haces sentir mal.

- No es mi intención aislarme de ti pero entiende que son muchos años de soledad y aunque hago mi mayor esfuerzo por cambiar estos hábitos me llevará tiempo... además no quiero agobiarte con problemas que se solucionarán una vez que me haga cargo personalmente.

- soy muy comprensiva contigo pero no me dejes afuera de tu vida entiende que ya no estás sólo y permite que te diga que soy extremadamente buena escuchando a las personas.

- Se que cuento contigo pero ahora en lo único que pienso es en hundirme en ti y que sólo seamos tu y yo por un rato.
Dicho esto Alexander comenzó a besarla con devoción mientras sus manos iban desvistiendola para luego recorrer sus cuerpo desnudo con besos deteniendose en cada uno de sus pechos para saborearlos con lentitud mientras sus manos bajaban al centro de jane para hundir sus dedos en ella y hacerla gritar de placer con cada una de sus caricias.

- Alex...Oh Alex ...te necesito en mi-pedía Jane extasiada.

Él se colocó sobre ella y con una estocada profunda se hundió en ella para luego comenzar a entrar y salir con un ritmo demoledor que los dejaba al borde de la locura con cada movimiento. Jane lo abrazaba mientras repetía su nombre una y otra vez para luego besarlo desesperadamente mordiendo sus labios y saboreandolo con su lengua mientras sus manos recorrían la espalda de su marido dejando marcas.
Cuando sintió que el orgasmo llegaba a ella lo miro fijamente a los ojos para luego decir su nombre y dejarse llevar por la lluvia de sensaciones en las que estaba envuelta mientras sentía como él estaba a punto de llegar a su clímax llevó nuevamente sus labios a los de Alex para besarlo cuando sintió que el se derramaba dentro de ella para instantes después caer desplomado sobre su cuerpo.

Minutos después Alexander estaba durmiendo sobre el pecho de jane mientras está le acariciaba el cabello hasta quedarse dormida con una sonrisa y el corazón colmado de amor.

Dos dias habían pasado y Jane estaba con los preparativos para la celebración de Navidad. Esta sería su primera celebración oficial como la nueva duquesa de Norfolk y quería que todo salga perfecto. Alexander le había advertido o mejor dicho le habia gruñido que odiaba las reuniones sociales así que ella se decidió por una pequeña cena íntima con apenas 7 comensales incluyéndola a ella y Alex; esto definitivamente confirmaba que Alex era un ermitaño y si bien hubo un tiempo en el que ella soñaba ser una gran anfitriona y dar las más fastuosas fiestas ahora no le importaba en lo más mínimo ya que nunca había sido más feliz como lo era ahora.

Había decidido ir con Lizzie de compras y a encargar un vestuario nuevo para las dos, el hecho de salir a las calles de Londres la aterrorizaba pero lo disimulaba ante todos ya que no quería que la tomen como una mujer débil además debía enfrentar sus propias batallas.

Hacia dos horas que estaban recorriendo tiendas, haciendo encargos,comprando cosas. Jane amaba hacer compras. Mientras se dirigían al Atelier de Madame Claire, Jane intentaba convencer a Lizzie sobre el nuevo vestuario que iban a encargar para esta última.

— Liz entiende que ya está decido, además es mi regalo de Navidad para ti porque te quiero y porque tu sobrina te quiere. Eres mi familia Elizabeth no me niegues la oportunidad de consentirte.

— Ya es suficiente con todo lo que hacen por mi: tengo casa,comida y me tratan como una igual pero sabes que ese no es mi lugar y me siento mal porque abuso de su hospitalidad...

Jane la interrumpió.

— Nunca más digas algo así Elizabeth, ni siquiera se te ocurra pensar en esos términos de ti porque tu y yo somos familia,es verdad, no tenemos la misma sangre pero tu eres mi hermana de la vida.

Conmovida por las palabras de jane, Elizabeth trato de ocultar las lágrimas y distender el ambiente.

— Creo que la calle no es el mejor lugar para ponernos sentimentales, vayamos a encargar esos malditos vestidos.

Cuando entraron al Atelier de Madame Claire notaron que este estaba muy concurrido.

— Bienvenidas al Atelier de Madame Claire como verán  hay mucha demanda así que sólo atendemos con cita previa — anunció la asistente de Madame con desden.

— Buenos días, tenemos cita a nombre de la duquesa de Norfolk...gracias— Dijo Jane con una sonrisa que se ensanchaba luego de ver como los ojos de la muchacha se abrían al escuchar quien era.

— Disculpe duquesa y por favor siganme, Madame ha reservado una habitación privada para ustedes.

Las demás damas de sociedad miraban con asombro al reconocer la identidad de la misteriosa nueva duquesa de Norfolk pero una de ellas no podía evitar mirar a Jane y sentir la rabia aflorar dentro de ella.

— Cuando creíamos que no te veríamos más por aquí luego de mansillar el honor de tu familia nos sorprendes con tu presencia y por lo visto Lady Jane Deveraux ha sabido sacar provecho de su descaro y atrapar a un duque...debe ser muy talentosa en lo suyo.

Jane reconoció inmediatamente esa voz que desde hace años destilaba  odio hacia su persona así que con toda la elegancia y con la mejor cara que tenía se giró para verla.

— Anne...
— Ahora soy Señora thomas — interrumpiómostrando su anillo.

— Señora thomas ahora yo soy la duquesa de Norfolk no lo olvidé nunca para evitarse problemas futuros hoy sere clemente con usted y no me rebajaré a responder tal insolencia pero le advierto que mi esposo no tolera faltas de respeto hacia mi personas y menos viniendo de una persona como usted — Diciendo estas palabras con la máxima soberbia que le era posible se giró para abandonar la sala de espera pero su cara abandono esa pose victoriosa porque las palabras de Anne la habían dañado pero sabía que esto era apenas lo mínimo que le esperaba en las siguientes semanas.



Jane RenaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora