XXIV

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En el camino de regreso a su hogar Jane estaba en silencio ya que las palabras de Anne le habían dolido así que cuando llegaron a su hogar ella decidio directamente  ir a ver a sophie refugiandose en ella. No se despegó de su beba hasta llegada la hora de la cena.

Alexander había viajado con el Duque de Manchester  a supervisar dos de sus fábricas y una de sus fincas por lo que no regresaría hasta la víspera de navidad. Así que sólo eran ellas tres.

Lizzie y Jane cenaban tranquilamente en la sala que el Duque había destinado para el uso exclusivo de su esposa.

— Jane escuche decir en la cocina que el Duque desecho muchísimas invitaciones que les hicieron para esta temporada navideña .

—  Si, lo mejor era quedarnos en Londres después de tantos viajes durante los últimos meses  además no podría dejar a sophie por tanto tiempo.

— ¿Quiénes vendrán mañana a festejar San Nicolás?

— Alex y el conde de Manchester llegan por la mañana,luego llegarán John Stan, su hermana la señorita Rose Stan,un amigo de  Alex compañero en eton ,tú y yo como ves la casa rebozara de invitados...Aunque creo que uno en particular robara toda tu atención.

Este comentario sonrojo a Lizzie quien irritada respondió.

— Otra vez te pido que dejes de ver cosas que no son. No me interesa el conde de Manchester y ya para con ese asunto que me irrita.

— Yo no lo nombre, fuiste tú — Dijo Jane fingiendo inocencia.

— basta Jane. Hablemos de otro asunto.

— Está bien...Luego celebraremos vísperas de navidad ya sabes que al ser Alexander católico es una tradición que a partir de ahora debo incorporar.

Siguieron conversando sobre la organización de la próxima cena hasta que en un momento jane se quedó en silencio para luego mirar a su amiga y con lágrimas en los ojos que luchaban por no salir dirigirse a ella.

— Me pregunto si mis padres celebrarán este año como acostumbraban hacerlo siempre...necesito saber de ellos aunque Alexander me dice que se encuentran bien de salud pero sobre todo extraño tanto a charlie...

— Es normal que extrañes a tu familia sobre todo en estas fechas yo extraño tanto a mi padre y eso que sólo tenía 10 años cuando él murió pero es casi seguro que en un par de semanas se trasladen hasta Londres para el inicio de temporada así que no te pongas mal... quizás puedas ir a verlos para hablar con ellos y explicarles como cambio tu situación.

— Una cosa es que los extrañe con locura pero no voy a ir a suplicarles perdón cuando me hicieron sentir como una basura,me repudiaron...ellos prefieren creerme muerta...Así que no. Pero con mi hermano es diferente necesito que me escuche y si después de eso él no quiere saber nada de mi lo aceptaré.

— No se que decirte Jane, tienes mucho dolor y resentimiento dentro tuyo lo cual no es bueno pero no soy nadie para juzgar tus sentimientos.

Por fin llegó el 6 de diciembre, Jane se levantó más temprano que de costumbre para arreglarse y así esperar la llegada de Alexander. Se había puesto un vestido de seda color verde que era extremadamente favorecedor con su figura acompañandolo con un collar de esmeraldas y aros haciendo juego que Alex le había obsequio en Bélgica.

Mientras desayunaba con Lizzie,no podía concentrarse de lo ansiosa que estaba  por verlo aunque sólo habían estado separados un par de días. Era evidente que estaba cada día más enamorada de ese hombre.

La puerta del salón se abrió para dar paso a un cansado Alexander. Al verlo Jane fue rápidamente a su encuentro para abrazarlo y buscar el calor de sus labios.

— Buenos días  mi duquesa — Dijo devolviendole el beso a su esposa.

— Espero que todo le haya salido bien.

— Todo salio excelentemente... ¿Y cómo estuvieron las cosas por aquí?

— Nada importante para contarte— Jane había decido no contarle a su esposo sobre su incidente con Anne, esa era una batalla que ella daría sola.

Abrazados se dirigieron a la habitación de el Duque y cuando la puerta se cerró detrás de ellos; Él la arrincono contra la puerta para besarla salvajemente a lo que Jane respondió atrapando con sus manos la cabeza para acercarlo más  a ella en ese momento sintió como el la levantaba del suelo para llevarla hasta la cama en donde pasarían varias horas entregados a la pasión, amandose sin inhibiciones.

Ambos se encontraban desnudos en la cama cuando Jane decidió que era hora de ir a supervisar los últimos arreglos para la cena de la noche.

— Ven aquí Jane quédate un rato más a mi lado.

— Ni siquiera salimos de la habitación para almorzar y en sólo unas horas  comenzarán a llegar los invitados así que necesito ir a ver a sophie.

— Iré contigo a ver a nuestra hija — Dijo levantandose  para comenzarse a vestir.

«Nuestra hija» estas palabras colmaban el corazón de jane que vio como en estos meses Alexander creaba un fuerte lazo con sophie. Era muy común verlo recorrer la mansión con la niña en brazos, arrullandola para hacerla dormir o consolandola ante el llanto. Hacía falta que la niña lo escuchase hablar para que se desesperara intentando llamar la atención de su padre...porque ambos se habían elegido mutuamente como padre e hija.



Jane terminaba de darse los últimos retoques de su vestuario cuando su esposo ingreso a su habitación.

— Estas bellísima ven aquí y déjame verte mejor.

Ella se acercó y él la tomo de la mano para hacerla girar en una vuelta.

— Usted no está tan mal — sino todo lo contrario vestido con ese traje formal negro con el pelo prolijamente peinado hacia atrás era perfecto pensó la joven.

— No estoy tan mal...que cruel resultó mi esposa — Dijo en tono distendido para sacar de su bolsillo interno una delicada caja de terciopelo— Pero como soy tan buen esposo no haré caso a ese  comentario ...toma esto es para ti.

Jane abrió la cajita para  ver un precioso y delicado collar de oro blanco con incrustaciones de rubíes y diamantes junto a unos aros haciendo juego.

— Son perfectos...Gracias mi amor. Me llenas de regalos y atenciones soy tan afortunada de tenerte conmigo...es el regalo de San Nicolás más lindo que me hicieron.

Alexander procedió a colocarle el collar para luego depositarle besos por el cuello y susurrarle al oído.

— Quiero  verte vestida solo con esta joya mientras hacemos el amor.

Luego de decirle esto se alejó de  su esposa para abrir la puerta e invitarla a bajar al salón. Cuando ella paso a su lado para agarrarse de su brazo lo miro y con total tranquilidad se dirigió a él mientras bajaban las escaleras.

— Si por mi fuera duque de Norfolk ahora mismo y en este mismísimo lugar estaría cumpliendo sus deseos.

Cuando Alexander estaba a punto de arrastrarla a su despacho para hacerla suya, el mayordomo se acercó para anunciar la llegada del primero de sus invitados.

«Está noche será demasiado larga» Se dijo el Duque a sí mismo.

Jane RenaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora