Capítulo 24

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Viernes...
Nuevamente me costó trabajo levantarme. Repetimos lo mismo de ayer. Afortunadamente, no me encontré a Fragoso entonces estuve tranquila todo el día. Compramos boletos para ir a Roqueta, y en el camino nos dieron un tour que estuvo genial. Vimos muchos peces, erizos y...más peces. Incluso vimos a la Virgen que está bajo el agua. 

Luego nos llevaron a la isla y buceamos un rato. Había muchos peces de varios tamaños. Comimos otra vez mojarras, nadamos otro rato, nos asoleamos y como a las cuatro y media nos regresamos a Caletilla. En el camino estuvimos hablando de lo que vimos y lo que nos impresionó. De última hora, decidimos ir a la Quebrada.

Cuando llegamos, estaba el atardecer. El cielo estaba despejado, entonces eso nos permitió apreciar la puesta de sol. Tomé muchas fotos. Bella se nos alteró un poco porque no nos habíamos tomado fotos juntos, entonces la complacimos y nos tomamos selfies. 

Luego compramos nuestros boletos y entramos. Esperamos un rato hasta que bajaron los clavadistas, quienes se pusieron en su posición. Lo sorprendente fue que apagaron todas las luces y solamente encendieron una antorcha. Estábamos algo preocupados por la falta de luz, pero todo salió muy bien y no hubo ningún herido. Aplaudimos la valentía y el coraje de los clavadistas.

Ahora estamos llegando al hotel.

-¿Seguras que no quieren ir a otro lugar?-, nos pregunta Hans.

-Segurísimas, hombre. Mañana tenemos otro día para ir a donde queramos. Tenemos hasta el domingo-, responde Bella. Hans se encoge de hombros. 

Dejamos el auto en el valet parking y subimos a nuestra habitación. Estamos algo cansados, aunque no tanto como ayer.

-¿Nos vamos a dormir o qué hacemos?-, inquiere Bella.

-Hay algo que tengo ganas de hacer desde hace tiempo-, expresa Hans acercándose a mí y me empieza a besar. No me opongo. El beso se intensifica y nos recostamos en la cama.

-Hey, sigo aquí-, se hace presente Bella.

Hans se levanta y la jala hacia donde estoy yo. Casi involuntariamente, me acerco a ella y la empiezo a besar. Bella sigue mi beso. Luego Hans se pone atrás de mí y empieza a besarme el cuello. No puedo evitar jadear mientras beso a Bella. Entre los dos, me quitan mi playera. Hans pasa su manos por mi espalda y Bella me besa. Enseguida, ella besa mi cuello, y llega a mi pecho. Me quitan el bra y Bella empieza a lamer mis pechos. Mientras tanto, Hans se pone a un lado de mí y me besa. 

Se separa de mí para quitarse su playera y enseguida me besa otra vez. Mi lado perverso sale a la luz y pongo mi mano en la zona íntima de Hans. Gime en mi boca. Sonrío y froto su sexo por encima del pantalón. Bella deja de lamerme para también quitarse su blusa, y luego sigue con su trabajo en mis pechos.

Después de un rato, jalo a Bella para que quede acostada, yo me pongo en posición de cuatro encima de ella y Hans se pone atrás de mí. Le quito su falda y su pantaleta a Bella mientras Hans hace lo mismo conmigo. La miro a los ojos y su mirada refleja deseo. Entonces eso me impulsa a empezar a lamer su zona íntima. Por su parte, Hans pasa sus manos por mi trasero y luego me empieza a dar nalgadas. Un escalofrío recorre mi cuerpo. 

Lentamente, introduzco dos dedos en la vagina de Bella. Ella gime con fuerza. Los saco y luego los vuelvo a meter. Una y otra vez sin dejar de lamerla. Siento algo duro en la entrada de mi vagina. Gimo y espero a que Hans entre en mí. Poco a poco siento algo entrar en mi vagina que provoca que suelte un gemido intenso como el de Bella. Así seguimos por un rato mientras, poco a poco, Hans y yo intensificamos nuestras embestidas. Increíblemente pareciera que nos sincronizamos porque los tres tenemos nuestro orgasmo al mismo tiempo.

Me dejo caer a un lado de Bella y Hans se recuesta a lado de mí.

-Hay que hacer esto más seguido-, declara Bella. Hans y yo sólo reímos. 

El sueño me empieza a ganar, así que cierro los ojos y espero a perderme...

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