Capítulo 11

117 4 3
                                    

El camino a la escuela fue incómodo. Hans intentaba hacernos la plática y Bella le contestaba cortante, además de que casi no me dejaba hablar. Una vez que llegamos, me despedí y prácticamente me bajé corriendo.

En fin, ya terminaron las clases; y ahora me toca ir al trabajo. Camino hacia la salida y me encuentro a Hans recargado en su auto. Genial. Camino hacia él pero me detengo en seco cuando una chica se le acerca. Dudo en si debo acercarme o no. Decido aproximarme poco a poco hasta que logro escuchar la conversación que tienen.

-¿Y qué haces aquí, guapo? ¿Esperas a alguien? Si no, podría irme contigo, ¿no crees?-, anuncia mientras pasa una mano por su brazo algo musculoso. Una presión en mi pecho se hace presente.

-Vaya, qué aventada. ¿Qué haríamos si me acompañarás?-, pregunta Hans cruzándose de brazos y sonriendo.

¿Qué es lo que intenta?

-Lo que tú quieras-, insinúa haciendo su cabello hacia atrás. 

Ya sé quién es: es una chica que va en mi salón. Está estudiando la misma carrera que yo (comunicaciones), y se llama Karen. Es alta, delgada, tiene un poco de curvas (no tan marcadas como Bella), cabello largo y ondulado color café oscuro, ojos cafés, nariz ancha y labios delgados. No es guapa (desde mi punto de vista), pero su ropa es lo que le ayuda a atraer a los hombres, aunque sólo la quieren para tener sexo.

-No me convences-, expone Hans entrecerrando los ojos.

-Si quieres te la mamo. Todo lo que tú quieras-, expone "seductoramente". Ya había escuchado que era perra, aunque ahora lo estoy comprobando.

-¿Sabes cuántas mujeres podrían hacer eso por mí?-, cuestiona Hans altaneramente.

-Muchas, pero nadie como yo-, responde Karen. Qué urgida está.

-Pues sí, nadie como tú, ¿y sabes por qué?-, interroga acercándose a ella. Una punzada me lastima el pecho.

-Creo saber, pero dime-, contesta ella acercándose al rostro de Hans.

-Porque a mí no me gustan las rameras arrastradas como tú-, replica Hans.

No esperaba esto

Supongo que Karen tampoco esperaba eso porque se queda quieta y muda. Luego alza la mano para darle una bofetada a Hans, pero él la detiene.

-Eres un...-, alega Karen furiosa.

-¿Un qué? Lo que te dije es cierto. No me pegues ni me insultes por lo que eres-, se defiende Hans sonriendo. Se está mofando de ella.

-Eres un idiota-, manifiesta Karen.

-Y tú una golfa. Selena, ¿nos vamos?-, finaliza Hans sonriéndome. 

Un calor intenso recorre mi rostro. Ambos me están viendo. Tengo el presentimiento de que Hans sabe que escuché todo lo que dijeron.

-¿La prefieres a ella? Ella es una solterona que no sabrá hacer lo que yo-, anuncia barriéndome con la mirada y en tono despectivo.

-¿Y qué tiene? Ella no es lo que tú, y me gusta. Lamento que no tengas lo que ella-, le responde Hans mientras abre la puerta del copiloto. 

Karen se hace hacia atrás como si la hubiera empujado, y eso me permite pasar para poder subir al auto. Hans cierra la puerta y enseguida rodea el coche para subir al lado del piloto. Arranca el coche dejando a una Karen en medio de un mar de lágrimas.

-¿Por qué dejaste que te ofendiera? Si yo no digo nada en tu defensa, hubieras quedado humillada-, expresa Hans molesto.

-Porque ella tiene razón en la parte de que no sé hacer lo que ella-, me defiendo.

ProvocaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora