Provocación

Epílogo

El sol está a todo dar, el viento mueve mi cabello mientras mis ojos están cerrados, y escucho las olas del mar.

-¡Selena! ¡Ven!-, me habla Bella. 

Abro los ojos y veo a Dalila, Bella y Hans nadando en el mar. Asiento con la cabeza en lo que observo el paisaje. Es tan relajante.

-¿Qué sucede?-, interroga Hans llegando a donde estoy.

-Nada. Sólo me estaba relajando-, le respondo tranquilamente.

-¿Vienes?-, me pregunta extendiendo su mano hacia mi. La tomo, me ayuda a levantarme y me recibe con un beso.

- Sí-, contesto cuando nos separamos. Me da una última mirada y me lleva al mar.

Me quedé a vivir con Hans. Vendí algunos de mis muebles y otros los conservé.

La relación que tengo con Bella y Dalila es nada más amistad, porque ahora ellas son novias, entonces voy a respetar eso. De todos modos, ahora soy novia de Hans.

Todo va bien. Voy bien en mis estudios, ya me reconcilié con mis padres, tengo buenas amistades y ya dejé algunas cosas negativas como el hecho de ser ninfómana.

Entrar a trabajar como secretaria de María me cambió la vida en muchos sentidos. Tuve experiencias positivas y otras negativas, pero al final tuve mi recompensa: estar tranquila viviendo bien en todos los ámbitos de la vida.

Para mí, el cambio más importante como mujer es que aprendí a tomar el sexo como algo natural. No hay que excederse y llegar a extremos como lo llegué a hacer, pero tampoco está mal hacerlo de vez en cuando. 

Ser mujer y tener relaciones sexuales, no te hace merecedora de alguna ofensa como "perra", "zorra", "puta", entre otros. Simplemente estás disfrutando de tu vida sexual. Una es libre de hacerlo como cualquier otra persona en el mundo.

En este mes que pasó, sólo lo he hecho con Hans dos veces. De repente me dan ganas de hacerlo seguido, pero recuerdo lo que viví y entiendo que no debe de ser así.

Y me gusta que sea de este modo. 

Midiéndome sin exagerar. 

Provocando y siendo provocada. 

Jugando de manera segura.