Capítulo 38

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Entro a la oficina de María luego de pasar al baño.

-Querida, tienes un muy buen gesto en tu rostro. Hasta a mi me prendió-, manifiesta María mirando la pantalla de su computadora.

-¿Perdón?-, le pregunto esperando que le haya hablado a alguien por computadora.

-Tú, querida. Tienes una chispa que sé que puede calentar los pantalones de varios hombres...y hasta de mujeres-, explica María viéndome. 

¿Qué rayos?

Me acerco a la pantalla de su computador y veo que se está reproduciendo un video donde aparecemos Gregorio y yo en la parte donde me está besando el cuello y me está estimulando.

-¿Cómo es esto posible?-, interrogo totalmente confundida.

-Selena, deberías de aceptar la propuesta. Tendrías mucho éxito. Si quieres, yo podría ayudarte a que tomes más confianza en ti misma y logres avanzar-, expone María ignorando mi pregunta.

-María, ¿cómo es que tienes un video de eso?-, le cuestiono con firmeza.

-De acuerdo, la idea era que todo iba a empezar como una propuesta de empleos y Gregorio te seduciría para que terminaran haciéndolo. Era tu casting-, confiesa María. 

Siento como si una piedra cayera a mi estómago.

-¿Era el plan? ¿Estabas involucrada?-, pregunto atónita.

-Selena, mi intención desde un principio era que te volvieras actriz porno. Sabía que al momento lo rechazarías, pero pensé que con el paso del tiempo lo aceptarías. La verdad es que yo jamás estuve buscando una secretaria. Simplemente necesitaba a una actriz para que me pueda remplazar. Yo ya quiero asentar cabeza-, argumenta como si nada.

-Entonces yo fui tu mejor opción, ¿no?-, digo enojada intentando no llorar del coraje.

-Selena, no lo tomes a mal-, me pide tranquilamente.

-¿Cómo esperas que no lo tome a mal? Después de lo que me pasó con el pervertido de Fragoso y todos los problemas que he tenido por eso, ¿esperabas que aceptara el empleo como actriz? ¿De verdad?-, le cuestiono en el mismo tono de antes.

-Perdón Selena, pero quiero asentar cabeza y tú fuiste la mejor opción. Creo que puedes tener mucho potencial para este puesto...-

-No quieras convencerme. Así como a ti te valió madres todo lo que me pasó, a mi me va a valer si quieres asentar cabeza. Renuncio-, contesto furiosa mientras las lágrimas se desbordan por mis ojos.

-Selena...-, la dejo hablando porque salgo de la oficina a paso firme. Entro al elevador, se cierran las puertas y me pongo a llorar. 

Una ola de emociones me invaden y no me permiten pensar con claridad. Sólo me concentro en que me siento traicionada, enojada, triste y hasta cierto punto preocupada.

Se abren las puertas del ascensor y camino hacia la salida.

-Espera, ¿a dónde vas?-, me pregunta Hans tomando mi brazo para detenerme.

-Renuncié-, respondo con voz quebrada por haber estado llorando, además de que no lo miro. Hans pone su mano en mi barbilla para hacer que lo mire.

-¿Qué pasó?-, interroga preocupado.

-Te platico en el camino. Salgamos de aquí-, replico intentando no verlo a los ojos. Vamos al estacionamiento, subimos a su auto y nos vamos a casa.

-¿Qué pasó Selena? ¿Alguien te lastimó?-, me pregunta finalizando con un tono molesto.

-Si lastimarme entra dentro del hecho de que María me contrató esperando que en algún momento me volviera actriz pornográfica a pesar de los problemas que tengo a raíz de lo de Fragoso, entonces sí, alguien me lastimó-, aclaro entre sollozos. 

No me gusta llorar en frente de los demás, pero ahora no puedo aguantar.

-¿Es en serio? ¿María hizo eso? ¿Cómo te lo dijo?-, me pregunta totalmente sorprendido.

Entonces le cuento lo sucedido.

-¿Qué carajos? ¿Qué les pasa? ¿María creyó que ibas a caer en esa trampa? No puedo creer que María haya hecho esto-, expresa cuando termino de contarle, seguido de una serie de improperios. 

Al llegar al departamento, le pido que se quede conmigo.

-¿Qué harás?-, me pregunta mientras me acicala.

-No lo sé. Aún sigo enojada con mis papás, entonces no quiero volver con ellos, pero ahora que no tengo trabajo, no puedo pagar el departamento...-, expongo pensativa.

Nos quedamos en silencio un rato. No sé qué voy a hacer.

-Quédate conmigo-, expresa Hans de repente.

-¿Qué?-, pregunto sin entender a lo que se refiere.

-Quédate a vivir en mi departamento...conmigo...-, propone mirándome. 

Volteo a verlo y tiene una mirada suplicante.

-No creo, es decir, yo tendría que ayudarte con los gastos...-

-Eso no importa. Tengo ahorros y gano muy bien como para mantener hasta tres o cuatro personas, así que no hay problema en que te quedes a vivir conmigo en lo que terminas de estudiar tu carrera-, replica encogiéndose de hombros.

-Pero...-

-Selena, sí me alcanza el dinero. No te preocupes, créeme-, insiste. 

La idea de irme a vivir con Hans me da pena, pero él está insistiendo...sólo quiere ayudarme y...no suena mal lo que me ofrece.

-Está bien-, accedo.

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