Capítulo 9

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Abro los ojos y veo la luz colarse por la ventana de mi cuarto. Anoche me desvelé viendo películas, pero valió la pena. Veo la hora en mi celular y son las diez veintidós. Pensé que era más tarde.

Me levanto y hago lo mismo que ayer: me baño, me visto y luego voy a la cocina a preparar algo para desayunar. Cocino unos huevos revueltos con jamón, desayuno y luego me voy a sentar a mi sillón negro. Observo mi alrededor y veo que mi nuevo departamento me gusta, pero creo que le hace falta un toque personal. Tendré que ahorrar mucho si es que quiero redecorarla.

Considero la posibilidad de ver películas pero decido no hacerlo porque ya fue mucho por ayer. Me levanto y reviso mis cuadernos por si tengo algo pendiente, pero no encuentro nada. Me vuelvo a sentar y me invade la tristeza:

No tengo amigos. Sólo tengo conocidos, aunque amigos como tal, no.

Decido regresar a mi cama y dormir un rato...

Escucho que alguien toca la puerta. No tengo ganas de levantarme. Entre abro los ojos y veo que la habitación está un poco oscura. Está atardeciendo. Cierro los ojos nuevamente. Si es Hans, dejaré que siga tocando. Hoy ya no quiero hacer nada.

La persona insiste. Bien, la tercera es la vencida, ¿no? Esperaré la tercera insistencia para ver si se va. Intento relajar mi cuerpo para dormir otra vez. Tercera insistencia. Ya se va a ir. Respiro profundamente y me relajo. Bienvenido sueño.

Una cuarta insistencia. Demonios, ¿no se va a cansar? Con toda la flojera del mundo me levanto, me arreglo en frente del espejo y voy a abrir. En frente tengo una chica alta, delgada pero con curvas, cabello ondulado color castaño, ojos verdes, nariz ligeramente respingada y labios carnosos.

-Hola...estabas dormida, ¿verdad?-, me pregunta.

-Hola, y sí, estaba dormida-, respondo ligeramente sorprendida. Supongo que se me nota a leguas.

-Ah, es que tienes los ojos rojos-, aclara con timidez.

-Ah, con razón...¿gustas pasar?-, interrogo dudosa, ella asiente y entra. 

Me asomo al lado izquierdo asegurándome de que Hans no esté espiando, y luego de no ver ningún rastro de él, entro en mi departamento. No conozco a la chica pero tampoco quiero verme grosera o peor: que Hans se le ocurra hacer una locura. Es un chico impredecible.

Le indico a la chica que tome asiento en uno de los sillones y me siento casi a un lado de ella, manteniendo mi distancia en caso de que resulte una asesina en serie y tenga que salir corriendo.

No seas exagerada.

-Lamento haber venido así, pero como no tengo tu número, pues no podía avisarte que vendría. Conozco a María y me habló de ti entonces...quería venir a conocerte...ya sabes, en el trabajo es difícil hacerlo. Soy Bellatrix-, se presenta estirando su mano para poder estrecharla con la mía.

-Selena...¿Bellatrix?-, cuestiono. Ese nombre me suena conocido.

-Sí, mis padres leyeron los libros de Harry Potter y les gustó el nombre...pero me puedes decir Bella-, contesta algo fastidiada. Supongo que no le gusta su nombre.

-Ah ya. Bien, Bella...-, replico dudosa. Esto es extraño.

-¿Sabes? En realidad...si vengo a conocerte, aunque también vengo a ayudarte...a quitar algunos tabúes que tienes-, aclara dudosa.

-¿Quitar tabúes?-, pregunto confundida.

¿Cómo fregados me podría quitar mis tabúes? Ni que fueran estampas o costras que las puedes despegar o quitar.

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