No he abierto los ojos, pero percibo luz en mi cuarto. Ya ha de ser de día. Con mucho cansancio, abro los ojos, y noto que Hans no está. Me levanto y siento un dolor en mi entrepierna. Cuando alzo mis cobijas para ver qué sucede, veo un poco de sangre en mis sábanas.
Ay no.
Busco una pantaleta y corro al baño, me limpio y me pongo la toalla sanitaria. Me lavo las manos y salgo para buscar un pantalón y ponérmelo. Qué extraño es que haya sangrado. Salgo de mi habitación y voy a la cocina. En ella, encuentro a Hans preparando el desayuno.
-Hola-, lo saludo poniéndome a su lado.
-Hola dormilona-, me saluda y me da un fuerte abrazo. Le correspondo.
-¿Cómo amaneciste?-, le pregunto separándome de él.
-Con un muy buen humor. ¿Qué tal tú?-, responde con una hermosa sonrisa.
-Bien-, replico con un tono ligeramente dudoso.
-¿Qué sucede?-, me pregunta preocupado.
-Nada...es sólo que amanecí con sangrado-, le respondo tímida.
-Me dijiste que eras virgen, ¿no?-
-No recuerdo haberte dicho, pero sí...lo era-, expreso sonrojándome.
-Entonces es normal. Rompí tu himen-, dice encogiéndose de hombros.
-Ah ya-, digo tranquilizándome.
-Oye...¿y tu período?-, me interroga algo nervioso.
-No hay nada de qué preocuparse por eso-, le aclaro quitándole importancia. De todos modos, tendré que comprar una prueba de embarazo...ojalá no salga positivo.
-Ah bueno. Entonces desayunemos-, declara mientras busca unos platos. Le ayudo a encontrarlos, pongo la mesa mientras él sirve el desayuno y luego empezamos a comer.
El desayuno consistió en unos huevos revueltos con jamón. Sencillo, pero delicioso. Terminamos de desayunar y Hans me ayuda a lavar los trastes en lo que yo recojo las cosas que utilizamos. Me dirijo a mi cuarto para quitar la sábana manchada y voy a mi cuarto de secado para lavarla.
-¿Te ayudo?-, me pregunta Hans al oído, provocando que me de un escalofrío.
-No, gracias-, le respondo tímidamente. Es mi desastre, así que yo lo tengo que limpiar.
-¿No tienes una lavadora?-, me pregunta sorprendido.
-No-, contesto sin darle importancia al asunto.
-No puedo creerlo-, manifiesta Hans totalmente atónito.
-Pues créelo-, le digo girando la cabeza para verlo.
Me mira de una forma que me enciende y se acerca para besarme. Sin pensarlo, le correspondo. El beso se intensifica y él me toma del cabello, tirando ligeramente de él. A veces creo que soy un poco masoquista. Toma mi cintura y me pega a su cuerpo. Rodeo su cuello con mis brazos y me dejo llevar, hasta que unos golpes en la puerta nos interrumpen.
-No abras-, me ordena con voz ronca, que lo hace escucharse adorable. Me sigue besando y luego me recarga contra la pared, pero insisten en la puerta.
-Se dará por vencido-, susurra y sigue besándome. Aún no pasan ni dos minutos y vuelven a insistir en la puerta.
-Tengo que abrir, dudo que se vaya-, le digo intentando separarme de él. Se queja, pero me deja ir. Me seco las manos en mi pantalón y voy hacia la puerta para abrirla.
-Feliz cumpleaños atrasado-, manifiesta Bella con un pastelito y unas flores en la mano.
-Hola, gracias-, respondo tímidamente dándole un abrazo, -pasa-, le indico cediendo el paso. Ella entra y cierro la puerta. Cuando volteo, casi choco con ella, ya que se quedó parada. Está viendo a Hans.
-¿No es muy temprano para que estés aquí?-, le pregunta Bella a Hans.
-No, de hecho me quedé aquí...-
-¿¡Te quedaste aquí!?-, cuestiona Bella sorprendida.
- Sí-
-No-, respondemos Hans y yo al unísono. No creo que sea buena idea dejar que Bella se entere que Hans se quedó.
-Eso fue un sí. ¿Qué hicieron?-, inquiere a Hans en tono molesto.
-¿Tú qué crees?-, interroga Hans alzando y bajando las cejas.
Un nudo se forma en mi estómago. No creo que esto termine bien. Hay un silencio incómodo. Nadie dice nada por un largo rato.
-¿Entonces tuvieron acción? Bueno, pues largo de aquí-, finalmente ordena Bella corriendo a Hans.
-¿Qué?, ¿por qué?-, cuestiona Hans totalmente sorprendido.
-No te interesa. Vete y déjame con Selena-, insiste Bella seriamente.
-¿Y si no quiero?-, la reta Hans cruzándose de brazos.
Bella se gira hacia mí y me besa salvajemente. Su fiereza me toma por sorpresa y hace que suelte un jadeo. Toma mi cabello y me empuja agresivamente hacia la puerta donde me sigue besando apasionadamente. El golpe que me di me dolió, pero por sus besos, se me pasa el dolor. Tira de mi cabello mientras su otra mano toca mi zona íntima. La empieza a frotar y no puedo evitar gemir. Finalmente, recuerdo que Hans está en la misma habitación.
-Bella, espera-, le pido intentando separarme de ella.
Ella no me deja y sigue besándome.
-Bella, déjame-, vuelvo a decir ahora alzando la voz. Ella se aleja y se me queda viendo perpleja.
-¿Cuál es el problema?-, me pregunta.
-Que esto no es una competencia entre Hans y tú-, digo seria.
-¿Quién dijo que era una competencia?-, inquiere Bella ligeramente ofendida.
-Lo están demostrando-
-¿Qué? ¿Por qué yo también estoy incluido?-, interroga Hans ofendido.
-Resulta que María me advirtió que varias personas en el trabajo me querían en su cama y poco tiempo después, llegaste tú Bella y tuvimos sexo. Y Hans, tú llevas intentando seducirme poco tiempo después de que me mudé. Ya tuve sexo con Bella, luego con Hans, y ahora quieres sexo otra vez justo después de saber que estuve con Hans. Es muy sospechoso, ¿no creen?-
-Selena, no es lo que piensas-, dice Hans.
-No era nuestra intención hacerte creer eso-, interviene Bella.
-De todos modos...tengo que pensar las cosas, así que váyanse-, les digo sin mirarlos.
Hans sale de mi departamento con enojo reflejado en su rostro. Bella se queda un momento y luego sale casi arrastrando los pies.
La verdad no había atado cabos hasta ahora. Todo lo que dije tiene sentido. Me duele pero creo que tendré que tomar distancia de ellos...hasta nuevo aviso...
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Provocación
JugendliteraturSelena lleva una vida tranquila, pero la necesidad de dinero la lleva a meterse en un trabajo con muchos tabúes. Sin embargo, también es muy provocativo. ¿Será capaz de resistir las tentaciones?